Montevideo 6 de noviembre de 2002
. "Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a revivirlo".
Santayana
LA MEMORIA: herramienta imprescindible para salir de la crisis.
Por Pedro Hernández
La realidad que vivimos, pasa para la mayoría como un acontecimiento más de la hora.
La falta de memoria histórica así nos lleva a creerlo. Estamos un día si y el otro también hablando de lo "mismo" con los "mismos" sin darnos un momento para reflexionar.
Esta aceptación fatalista de los hechos, no nos permite percibir que estamos hablando de las consecuencias de problemas estructurales que tienen 50 años por lo menos y que el manejo clientelístico del país los ha ido pateando para adelante sin reparar en los costos sociales y económicos.
Costos que en gran medidada ya se pagaron; emigración que comenzó a principios de la década del 60, despoblación de la campaña, cantegrilización, pobreza y marginación, y que se siguen pagando.
Dejamos de pensar en el País en la década del 60. Hoy estamos recogiendo la sumatoria de crisis no resueltas.
El 7 de abril de 1961 escribía en Marcha el Dr. Carlos Quijano:
"Las estructuras actuales no sirven. Ya desde hace años nos han condenado al estancamiento. Ahora nos llevan al retroceso y a la asfixia.
Por tanto, hay que provocar una transformación radical. Los partidos que gobiernan o han gobernado y los cuadros y equipos de esos partidos, son incapaces, por innumerables razones que no es ahora ocasión de exponer, de intentar y realizar esa transformación.
El dilema tiene entonces una formulación muy simple. O la super estructura política, como un corsé de hierro, estrangula al país. O el país, para salvarse, rompe esa superestructura y crea las fuerzas capaces de interpretar las necesidades de la hora, y de señalar el rumbo. La acción política se convierte así en lo que debe ser, con todas las vacilaciones, errores y tanteos que son inevitables: planteo de los problemas y planteo de las soluciones posibles, -hoy y aquí- en el tiempo y en el espacio.
Lo demás, es decir lo que ahora, ante nuestros ojos fatigados y nuestra repugnada disconformidad, desfila, son muecas de agonizantes o rictus de cadáveres, a quienes algunos, cada vez menos, todavía consideran vivos.
Rictus y muecas pueden durar y dar la impresión de vida por algún tiempo. Pero está en la lógica inexorable e implacable de las cosas, que algún día la piel caiga y deje al descubierto los huesos. Los huesos y la huesa. A la pregunta que en el inicio de estos artículos nos formuláramos, damos así respuesta. ¿Qué hacer? Inclinarse sobre el país con amor, comprenderlo, escuchar sus auténticos reclamos, descubrir sus angustias, formar conciencia de ellos y ellas, ayudarlo a encontrarse, no detenerse en el árbol con olvido del bosque, trabajar, trabajar, trabajar, fijar los objetivos, trazar el camino y echarse a andar, ayudar a crear, con paciente solidaridad de todas las horas, a despecho de la traición, de la deserción, de la flaqueza, de la calumnia, las fuerzas -cuenta más la disciplina que el número, más la cabal conciencia del fin que la aglomeración bulliciosa- que un día tendrán la tremenda responsabilidad de reconstruir el país.
Aquellos a quienes todo le será exigido. No tenemos duda alguna de que ese día y quizá más pronto de lo que creemos, y quizá más inesperadamente, ha de llegar. Pero no es tampoco cuestión de limitarse a esperar, al amparo del dintel, lejos del sol, lluvia y el barro, el santo advenimiento. Hay que apresurarlo y entonces si tiempo queda, puede que los venideros se asombren de la profundidad del pozo en que nos debatimos los presentes, de la estulticia asqueante de las horas que hoy soportamos, de la suicida frivolidad con que pretenden llevarnos a la muerte. Aclaremos, por último.
El Estado debe dar la señal de la marcha, iniciar la transformación, planificar, vigilar. Pero son los particulares los que deben realizar y ejecutar. Fines claros y precisos, y una mística capaz de encender las almas y en la que comulguen con la seguridad de la victoria y la salvación, todos o los más".
No podremos encontrar el camino a seguir sino sabemos de donde venimos, al decir del poeta. Por supuesto que el país vive hoy una situación económica-social mucho más grave de cuando Quijano ya alertaba de la crisis.
Se han producido tres destrozos de la economía con el que está transcurriendo, en los últimos 40 años y no logramos reaccionar. Siempre estamos en un ajuste del ajuste, de la mano de los mismos actores.
Decíamos en un artículo anterior, que el clientelísmo político practicado por los que han venido gobernando, ha sobornado a la mayoría con los dineros de todos. Este manejo corrupto es lo que corroe todos los estamentos de la sociedad y nos paraliza. Nos hemos acostumbrado a discutir lo cotidiano y pasajero, confundiendo las "chacritas" con el País.
En este país desintegrado, cada uno reclama sus derechos que pueden ser muy legítimos, pero como no se realizan con visión país, seguimos autodestruyendonos. La dirigencia política gobernante, formada a la luz del interés político partidario, no es capaz de tener un gesto de grandeza y reconocer el daño hecho, persiste como en la década del 60, con más de lo mismo. Cada sector de los partidos en el gobierno haciendo su cálculo electoral. La historia parece que pasa en vano para desgracia del país.
Por tanto siguen tratando de convencernos, de que la responsabilidad de la crisis no es de ellos, sino debido a causa externas. Es tan enorme el divorcio con la realidad, que muchos de los dirigentes que integran la coalición de gobierno ven en el abandono de los cargos ministeriales, una manera de mitigar los costos electorales.
Como si un acto político administrativo pudiera exculparlos de la responsabilidad que tienen en esta situación que vivimos hoy. Esta conducta del manejo partidario del país ha empobrecido de tal manera el nivel de la discusión que los dirigentes no perciben la caída del nivel ético y moral que esto conlleva y en el que estamos empantanados.
El país tiene un enorme problema económico, pero mucho mayor es el daño moral. En tiempos de escraches, no queremos admitir que estamos siendo escrachados diariamente por la crisis social, a la cual seguimos midiendo con números. Mientras sigamos aceptando que las desigualdades sociales, que nos deberían avergonzar integran nuestra sociedad como algo natural. Mientras sigamos diciendo con frivolidad e hipocresía que no se pueden resolver por falta de recursos o la clásica frase, "pobres hubo siempre", no habrá salida de la crisis. Porque además seguimos negando que esto es el resultado del manejo clientelístico de los recursos, con toda la ineficiencia y corrupción que instaló. La realidad muestra que en la fiesta electoral, que eufemisticamente algunos gobernantes llaman "paternalismo" se han despilfarrado tres crecimientos importantes de la economia entre 1944 y 1998.
Hemos jugado con la economía al servicio de grupos o sectores y de los intereses partidarios. Esto ha sido posible porque el país tiene una economía armada históricamente a partir de la confiscación de recursos del agro, sector rehén, más allá de sus inequidades y asimetrías.
El país urbano vive alejado de esa realidad, es más, le fue escamoteada para hacerlo más funcional al manejo clientelístico vía tráfico de influencias que todos conocemos, pero que se denuncian cuando alguien cae en desgracia. Pasada la factura partidaria las cosas se olvidan y seguimos como si nada hubiera pasado.
Por tanto tenemos una economía desintegrada, en el sentido de que todos los sectores no interactuan en un pié de equilibrio. Esta funciona con sectores que deben perder para que a otros les vaya bien. Pero las distracciones no terminan ahí.
A menudo está en boca de los gobernantes la crítica a los países desarrollados, por los subsidios, culpándolos de todos nuestros males. En realidad aquí vale lo dicho por Artigas, "los malos europeos y peores americanos", para ubicar las responsabilidades. Por desinformación, no se advierte que nuestra economía funciona con enormes subsidios internos que pagan los sectores más desprotejidos. El agro en primer lugar, por su condición de rehen. Que la pobreza es el subsidio de los sectores más débiles a los sectores con mejor nivel económico y sin embargo con gran hipocresía nos hacemos los distraídos, sobre todo a partir de la década del 60.
Cuando hablamos de corrupción vehiculizada por el manejo clientelístico, quizás los más veteranos entiendan, pero los jóvenes con el desconocimiento de la historia, no se imaginan, ni la magnitud ni la relación con la crisis actual. Estan como anonadados viendo emigrar a los parientes y amigos, el cierre de empresas y lo más grave, un gran descreimiento en los dirigentes.
En plena crisis social y económica de la década del 60 ( primer desguace de la economía de los últimos 40 años) los legisladores de los partidos que hoy están en el gobierno promovían jubilaciones privilegiadas, ley de autos baratos para los mismos (algunos trajeron varios) y el club político realizaba un tráfico de influencias que parecia no tener limites, llenando el estado de cargos, por rigurosa cuota partidaria. El club político como instrumento de la compra de conciencias, es el motor de la corrupción. Lo inmoral se tomó como algo natural. Ahí nace la red de "favores" partidarios pagados con los dineros públicos que hoy paraliza al País. Todo está atado y nadie opina desde los puestos jerárquicos sino a través de la visión partidaria electoral. Esto es nefasto y contrario al desarrollo posible. El desarrollo vendrá de la mano de la cristalinidad en el manejo de la cosa pública y pensado en función de los intereses Nacionales. Esta corrupción que la oposición denunció una y otra vez, fué ignorada, amparados en la impunidad del 3y2 (reparto de cargos entre los partidos blancos y colorados). No se asumió la magnitud de la crisis, los crecientes síntomos de los problemas, emigración, crisis bancaria muy grave y desocupación entre otros.
Ahí estaban los acontecimientos más relevantes, que nos condujeron primero a la dictadura y luego por seguir atendiendo a lo partidario y a las chacritas, a esta crisis sin referente histórico en los últimos cien año. Como dato para los desinformados, la emigración entre 1963 y 1975 se puede estimar en el orden de las 300000 personas. No son de ahora los problemas como dicen los "mismos".
¿Que hacer para cambiar?.
El camino a emprender para cambiar de rumbo es a partir de una economía integrada en la que no haya sectores rehenes y en el marco de una Política País, de la que hoy carecemos. Política es para nosotros, tratar distinto lo que es diferente.
Pero para ello, la cosa más importante es que debemos despojarnos de los intereses particulares. El país de las chacritas y los corporativismos se agotó, el país no lo resiste más.
Hoy fruto del manejo clientelístico se funciona con una desintegración total, cada uno reclamando para su sector y en función de su fuerza. De ahí que los más débiles sean los más postergados. No hay sector de la vida pública que no esté marcado
por la forma como se ha conducido al país en los últimos 50 años. Las desigualdades salariales se ven por toda la administración pública. Así vemos a sectores tan importantes para el país como lo son la enseñanza y la salud pública muy por debajo de otros sectores, como por ejemplo los entes autónomos, etc. Esto ha permitido, dividir al movimiento obrero, atomizando su fuerza y a la vez ejercer el tráfico de influencias funcional con los intereses electorales. En conclusión, se ha conseguido que ningún sector tenga una visión país, todos peleando por sobrevivir y actuando sobre los hechos consumados. Hoy estamos enfrentados a una crisis sin precedentes, en un país lleno de asimetrias.
El famoso dicho el estado paga, es el más fenomenal acto de ilusionismo. El estado somos nosotros, los ciudadanos que pagamos los impuestos. Pero aunque parezca de perogrullo, cuanta gente agradece los "favores" de los políticos como si estos lo pagaran de su bolsillo.
Tenemos que asumir la realidad de que los derechos que reclamamos son pagos generalmente con dineros de la mayoría y dada nuestra inequitativa política tributaria pagan más los más débiles, otro fruto del clientelísmo.
No podemos copiar nada. Así nos ha ido por querer trasplantar modelos. Para ello el país debe conocerse y reconocerse. Tenemos que ser muy cuidadoso de nuestras características y el marco en que se han desarrollado. Una cosa son los problemas de una economía en un país que tiene políticas y muy otra es el caso nuestro, que no las tiene y las "soluciones" han sido siempre, con visión electoral y tratando de resolver la coyuntura.
Parche sobre parche y cuando se resuelve en un lugar se desajusta otro. Vivimos un reclamismo permanente desde todos los sectores de la sociedad, síntoma claro de problemas estructurales que vienen de lejos. Pero seguimos ignorando la realidad como si esta nos fuera ajena. Esto genera incertidumbre y falta de credibilidad. La credibilidad es un factor fundamental para llevar adelante políticas país. Al no existir, una de las consecuencias más graves es, una asignación errática de recursos que termina perjudicando a los actores productivos y sociales.
Si en esta crisis y repasando nuestra historia reciente no nos despojamos de lo partidario-electoral, las "soluciones" terminaran en una nueva frustración. Estamos en la tercera en 40 años, todos debemos asumir, la responsabilidad que nos cabe en distinto grado.
Sólo asumiendo, cosa que los gobernantes no hacen y a partir de los errores reconocidos podremos modificar el rumbo. Esta es una tarea de todos, de una magnitud a la que el país nunca se vió enfrentado. Por eso creemos que el País debe ser declarado en Emergencia Nacional. Para evitar los "canibalismos" y posibilitar que el esfuerzo de todos no sirva para que algunos sectores, lucren con la crisis.
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