LOS URUGUAYOS Y LA ECONOMÍA

Siendo absolutamente contraindicado e inconveniente que uno se meta a discurrir sobre materias que no conoce, -aunque muchos políticos lo hacen y algunos con señalado éxito- no sería apropiado que incursionara en el tema de la Economía, ciencia cada día más infusa, profusa y difusa, en la que los doctores (cada disciplina los tiene) suelen mezclar cifras, sesudos dictámenes y citas diabólicas, conformando un resultado de aspecto terrorífico. Pero como la economía, ahora con minúscula pero no menos ominosa, nos acompaña toda la vida dictando nuestros pasos y limitando nuestros pesos, es admisible que uno presente la opinión de un uruguayo ignorante en la materia y que responde simplemente a reflejos instintivos.
Al ciudadano común ("la gente como uno") le parece cierto que el país estuvo acechado por circunstancias ajenas, más o menos impredecibles y de fuerza mayor, como las crisis económicas ocurridas en otros lugares de este tan intercomunicado mundo, y especialmente las de los vecinos, y accidentes especiales como la epidemia de la aftosa. Pero también le consta que por acciones y omisiones de este gobierno, y del anterior, y del anterior, y de la dictadura, y de la situación anterior a la dictadura, nuestro país ha sufrido penurias que, éstas sí, no son ajenas, ni tan impredecibles, ni tan inevitables.
Al ciudadano común le parece verdadero que existe cierto grado de corrupción, pero también advierte que ella no sólo puede detectarse en las esferas de los gobernantes, sino también en tiendas de los gobernados. También está sospechando que nos afectaron maniobras de delincuentes, pero que el control y la vigilancia de los organismos competentes no fue muy eficaz y certera que digamos. Teniendo uno la convicción de que las libertades de los ciudadanos y de los partidos políticos y de las agrupaciones intermedias deben ser celosamente mantenidas y respetadas, tiene la impresión de que hay expresiones de oposición y de reclamo que más se acercan al tipo del sabotaje que al de la reivindicación.
Acosado por las mutuas acusaciones sobre la perversidad de las ideologías que se cruzan los sectores del país, el ciudadano común advierte que las cosas seguramente no son "ni tanto ni tan poco", y que no existen fórmulas mágicas, y que los tan mentados "ismos" (el liberalismo o el socialismo) no son tanto principios para obtener y asegurar la pública felicidad, sino más bien cómodas recetas para disimular ignorancias básicas.
También empieza uno a des-encantarse de ciertas afirmaciones que rápidamente se han convertido en mitos. Es cierto que mucha gente está sin trabajo y en la lona y ha optado por buscar soluciones en el extranjero. El mundo lo ha hecho toda la vida sin llorar tanto, y nosotros somos nietos, por así decirlo, de personas que emprendieron la aventura, incluso en condiciones mucho más peligrosas. Pero también sabemos de casos en que el exilio se ha producido por concretos motivos de conveniencia y comodidad, o parentesco, o por la simple y sólida razón de extraer mejor rédito de conocimientos y de capacidades propias.
Finalmente, para detener esta lista que amenaza ser infinita, estas impresiones no sólo acompañan a los fenómenos económicos, sino también a los sociales, y ahora podemos afirmar que es cierto que todos hemos sentido horror, repugnancia e indignación por las violaciones de los derechos humanos acaecidas en la década de los setenta, pero también empezamos a desconfiar de que las reivindicaciones intactas luego de cuarenta años y de un ley aprobada hasta por plebiscito y de una amnistía paralela muy generosa, estén transformándose en un estribillo apto para lograr ventajas políticas en el panorama bi-dimensional actual. En una campaña más impregnada de odio que de indignación, más inspirada en la venganza que en la justicia, y con un ojo puesto en el descrédito genérico que los sectores gobernantes, sin merecerlo, reciben. Con lo cual los familiares estarían cercanos a prestar sus muertos para fines menos edificantes.
Que las cosas han mejorado, parece indiscutible. Que persisten fenómenos terribles, como el desempleo, la mendicidad y la impotencia, también lo es. Pero que el progreso en la materia siempre es mucho más lento que la debacle, y que se tarda mucho tiempo, demasiado, en palpar y gozar las resultancias del mismo. Por lo que el natural, humano y explicable (y necesario) apuro, no tiene demasiado sentido racional, o al menos, no más sentido que la paciencia. Los síntomas de la mejora se van advirtiendo poco a poco, -lo cual no quiere decir necesariamente que las medidas del gobierno sean la panacea universal ni muchísimo menos- pero da vergüenza expresarlos cuando tantas excrecencias de la miseria siguen visibles y tan campantes.
En fin, que para el ciudadano común, no hay blancos y negros, sino intrincados y elusivos claroscuros y grises. Conque, no nos vengan con falsas simplificaciones.

Enrique López

EL MERCOSUR....ESE GRAN ENGAÑO
por Alvaro Kröger

La verdad es que no estoy muy empapado de los detalles de esta última reunión de Presidentes del Mercosur; pero sí sé de los detalles más relevantes.
Si bien el Presidente Batlle, tuvo un par de deslices no muy felices, no por ello el bizco Kichner tiene que venir a meterse en nuestra política.
No hablemos de Lula, ya que Itamaratí lo tiene bastante bien entrenado, es un logro que le hayan sacado la camiseta y le hayan puesto un traje.
Debemos ser consientes de que el Mercosur está hecho para Brasil, y la Argentina quiere meter baza, pensando que al ser los presidentes de izquierda o centro izquierda, pueden hacer mucho más cosas que antes. ¡¡¡¡¡¡¡Craso error!!!!!!!. Brasil desde hace dos siglos tiene una política expansionista y no se va a retirar de esa política.
Brasil quiere competir en América Latina con USA, y si se toma las cosas en serio, lo puede lograr. Mi experiencia personal es que cuando hay que importar materia prima de Brasil, llega en tiempo y forma, con un muy buen soporte técnico detrás, y si existen problemas se viene un brasilero para aquí.
Con respecto a los argentinos las cosas son muy diferentes: coincido con Batlle que los argentinos son todos unos chorros, con excepciones, como siempre........
Pero que le hayan hecho al Presidente de un país soberano (aunque no estemos de acuerdo con él en ciertas cosas), lo que le han hecho a Batlle los argentinos, es vergonzoso.
Kichner no es que sea un Presidente con un apoyo popular enorme: ganó las elecciones con un 22%, y todavía porque el "turco" Menem se retiró.
Está tratando de influír políticamente en los asuntos internos de otro estado, hecho que ni Chávez ni Castro (cuando han venido) lo han hecho tan abiertamente. Este sujeto se piensa que Uruguay es una provincia argentina........los uruguayos somos pacientes y comprensivos, pero todo tiene su límite. ¡¡¡¡¡¡¡Que los argentinos no se sigan metiendo donde no los han llamado!!!!!!! La última vez que lo hicieron, hace 23 años en las Malvinas,les dieron una paliza de novela.
Si los argentinos están tan preocupados por los Derechos Humanos, primero que resulvan sus problemas y después que cierren el pico. Nosotros solucionamos nuestros problemas con un plebiscito y acordamos que, sin olvidar lo que había pasado, debíamos mirar hacia el futuro. Si ellos quieren revolver la fosa séptica es su problema....., pero que no lo hagan tan violentamente que salpique para los costados.
Todos los populismos son peligrosos, sean de derecha o izquierda, y este bizco es un populista de primera, por ende peligroso.
Siempre he sostenido que el Mercosur es un enorme error, nosotros tenemos la capacidad como para poder exportar hacia cualquier lado, productos de excelente calidad; lo que nos falta es una meta común; un acuerdo entre todos los actores de la vida social para tener un objetivo común. El día que haya un gobierno que no anteponga sus intereses personales a los nacionales podremos hacerlo. ¿Porqué Chile y Finlandia lo han podido hacer? Lo han hecho porque se han dado cuenta que era la única salida; ahora más que nunca el "mundo es ancho y ajeno", aprovechemos eso; no nos encorsetemos a una organización que no nos deja nada......... más que problemas.
Es verdad que nuestro sistema político no ha estado a la altura de las circunstancias, que hay que reducir el peso del Estado sobre la sociedad..... que hay que mostrar la mundo que no somos un país "bananero", que somos confiables, que se pueden hacer inversiones.
Pero para eso debemos hacer un acuerdo nacional, fijarnos objetivos y cumplirlos, inducir a los inversores a que tengan la confianza de que los contratos se cumplen, esté quien esté en el gobierno, y que un grupo de privilegiados no logren derogar una ley porque la pérdida del monopolio les afecta su sueldo.
El día que merced a los acuerdos del Mercosur (1º de enero del 2006) caiga el monopolio de Ancap, ésta se va a vender como chatarra, porque ya lo es, y no sólo chatarra de hierro sino chatarra humana.
Parecería que los que se oponen a la libre competencia, no saben que en los países del Mercosur existe la libre competencia, existe la asociación de empresas estatales con privadas (caso Petrobras); aquí seguimos mirando al Estado como al gran padre que nos solucionará todos los problemas, y eso no es así ,somos los que haga frío o calor, llueva o sea un día espectacular, vamos al trabajo y nos pasamos 12 o 14 horas diarias para sacarle las castañas del fuego al Estado.
Y el Mercosur, aunque gane el Frente Amplio, no nos va a solucionar los problemas; es más creo que los va a agravar ya que el Estado seguramente será agrandado y nuestros "buenos" vecinos de hoy no nos van a comprar más, ni se va a arreglar el tema arancelario, ni se van a solucionar los problemas que hoy se le endilgan a Batlle. Porque el problema no es de Batlle el problema es de todos nosotros, que no tenemos metas comunes, ni un plan maestro, ni siquiera un esbozo de acuerdo entre los actores sociales.
Mientras sigamos así, y creo que no va a cambiar nada, el Uruguay seguirá siendo un país dónde la población se envejece prematuramente, la juventud se va buscando horizontes claros (y no van ni a Brasil ni a Argentina), y los que quedamos seguimos bailando con la más fea: la pobreza, la desocupación, el hambre, la inseguridad.
Y no es de recibo, decir que es muy difícil arreglar esta situación, es muchísimo más fácil de lo que se piensa. Basta sentar en una mesa a Estado, empresarios y sindicalistas y llegar a formular un plan serio, confiable y básicamente factible.

Con amigos así quien necesita enemigos
por Alberto Moroy

Después del 11 de setiembre en la región del Mercosur algo cambió, quizás emulando lo que en el resto del mundo sucedía, Brasil aprovechando los espacios vacíos que la política internacional dejaba se apuró a ver como se quedaba con la porción de torta más grande, logró consenso extra zona, señalando con la mano izquierda las injusticias del capitalismo y con la derecha las bondades de practicar una economía de mercado. Desde Argentina por Alberto Moroy
Argentina en seguida se dio cuenta que el zapato, - para pelear la punta - le quedaba grande y sin pestañar se alineó como aliado estratégico y partícipe necesario.