EL HIMNO NACIONAL
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por Walter Panizza
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Recopilación de la obra de Lauro Ayestarán
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En la historia de los himnos nacionales americanos, el uruguayo ocupa un lugar, insólito desde el punto de vista de su gestación. Algunos himnos de nuestro continente nacieron de golpe por un simple decreto, otros por encargo deliberado a un compositor extranjero que, en algunos casos, -Carnicer, autor en España del Himno Nacional de Chile-, jamás visitó el país.
El nuestro tiene una trayectoria más lenta; pero de curiosa depuración popular.
El 8 de julio de 1833 el gobierno aprobó la letra de Francisco Acuña de Figueroa, la que más tarde fue reformada -tal como hoy se conoce- por decreto del 12 de julio de 1845. Durante muchos años se probaron distintas músicas escritas por los maestros Sáenz, Smotzi, Barros y Cassale pero ninguna de ellas prendió en el oído y en el espírito del pueblo. Durante la Guerra Grande, el músico húngaro radicado en Montevideo, Francisco José Debali, en colaboración con el actor uruguayo Fernando Quijano, quien le explicó el sentido de la letra de Acuña de Figueroa.
Escribió la música de nuestro Himno, la cual, lentamente, fue ganando prestigio entre el pueblo que lo escuchaba y repetía en las funciones del primitivo teatro montevideano: la Casa de Comedias. Cuando la elección popular ya estaba decidida, el Gobierno no hizo otra cosa que poner el sello oficial a una aspiración colectiva y en los decretos del 25 y 26 de julio de 1848, oficializó su música.
Los Decretos
Copia de "El Investigador", Montevideo, 10 de julio de 1833. |
Montevideo, Julio 8 de 1833.
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Declárase Himno Nacional el compuesto y presentado por D. Francisco Acuña de Figueroa, denseles las gracias por el zelo que manifiesta por las glorias de la Patria; comuníquese á quienes corresponda y publíquese, encargándose al Ministro de Gobierno disponga la composición de musica con que deba cantarse en adelante en las funciones públicas. |
Rúbrica de S.E.Vázquez
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Copia de "Comercio del Plata", Montevideo, 27 de julio de 1848. |
Montevideo, Julio 25 de 1848
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DECRETO
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El Gobierno con fecha 15 del corriente ha decretado lo siguiente:
Hallándose hasta hoy el Himno Nacional de la República que compuso el ciudadano D. Francisco A. De Figueroa, sin una música oficialmente esclusiva para él. Entre muchas que varios profesores le han adoptado en diversas épocas, lo que ha producido una especia de anarquía, ó confusión indecisa de entonaciones arbitrarias y debiendo fijarse por fin una sola digna del hermoso Canto de la Patria, que reuna las calidades de majestuosa cadencia y fácil como igualmente que haya merecido la sanción general en repetidos ensayos -El Gobierno de la República para solemnizar el Grande aniversario de la Constitución, ha acordado y decreta.
Art. 1º Declárase Nacional y esclusiva, la música que para el Himno Nacional de la República ha compuesto el Ciudadano D. Fernando Quijano, y con la cual hace una año se canta aquel en las festividades cívicas.
2º Todos los directores de las bandas de música militar de Ejército, sacarán inmediatamente copia de aquella composición, y formarán la partitura instrumental que distribuirán en sus respectivas bandas, para su pronta y oportuna ejecución.
3º comuníquese, publíquese y dése al R. N.
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SUAREZ
Manuel Herrera y Obes
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Copia de "Comercio del Plata", Montevideo, 28 de julio de 1848. |
Montevideo, Julio 26 de 1848
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El Gobierno reitera el decreto lanzado el día anterior, con una segunda resolución: |
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Siendo necesario dar al Himno Nacional una música adecuada, con que pueda entonarse en los días festivos de la Patria y habiendo merecido la aprobación del Gobierno la composición del ciudadano D. Fernando Quijano, el P.E. Acuerda y decreta
Art. 1º El Himno Nacional tendrá por música esclusiva a que le ha dedicado el citado ciudadano D. Fernando Quijano.
2º Pásese al Ministerio de la Guerra el ejemplar de la composición presentada para que sea distribuída a las músicas del ejército.
3º comuníquese, publíquese e insértese en el Registro Nacional. |
DECRETO
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SUAREZ
Manuel Herrera y Obes
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La polémica sobre la autoría
En los decretos del 25 y 26 de julio de 1848 se declaraba que el autor del Himno era Fernando Quijano, pero Debali reclamó públicamente más tarde la paternidad del mismo y Quijano nunca se atrevió a desmentirlo. Todos los manuscritos de la época y todas las versiones impresas del Himno en el siglo XIX, declaraban que su autor era Francisco José Debali. Ello no obstante, los decretos de 1848 originaron posteriormente una polémica muy curiosa entre <quijanistas> y <debalistas> que aún se halla en vigencia.
Nuestra opinión al respecto (dice L. Ayestarán) puede concretarse en claros términos musicales e históricos. Si se estudia la forma musical del Himno Nacional, se verá la presencia de un compositor experimentado, y por un sistema lógico de <despejar incógnitas> puede llegarse a la certeza de que el autor de su música fue el maestro húngaro.
El Himno consta de cuatro secciones: Introducción, Coro, Solo, Coro y final idéntico al primero. La introducción es obra de un armonista depurado y algunos de sus motivos ya se hallan en partituras anteriores de Debali. El solo es una disgregación de la célula melódica del coro y como tal es todo un artificio de composición incapaz de ser concebido y resuelto por un aficionado como Quijano, quien personalmente declara no conocer notación. Por esa misma razón queda descontado que el acompañamiento del Coro y el corte de las figuraciones está realizado por Debali. Quedaría, pues, en discusión la melodía del Coro. Pero he aquí que este Coro tiene su fuente temática en la "Stretta" del Prólogo de la ópera "Lucrecia Borgia" de Donizetti. Fuente temática, decimos, y no plagio -como se afirma apresuradamente- de la misma manera que la Sonata opus 36 Nº 4 de Clementi, obra de fuente temática de la introducción del Himno Nacional Argentino. En último caso una simple coincidencia de un compás y medio.
¿Cuál sería, pues, la obra de creación de Fernando Quijano? El propio Debali lo dice en su artículo aparecido en <El Nacional> de Montevideo del 23 de julio de 1855: "soy el único autor del himno dígalo si no el mismo autor del Himno Nacional (se refiere al autor de la letra, Acuña de Figueroa) que hace ya algún tiempo me mandó pedir a Buenos Aires la música original porque las copias que aquí circulaban estaban adulteradas, dígalo si no el Sr. D. Pascual Costa y su señor hijo que asistieron al primer ensayo de mi composición en el teatro; finalmente dígalo el mismo Sr. Quijano a quien creo bastante caballero para no quererse atribuir lo que no le pertenece ni puede pertenecerle. En honor de la verdad, debo decir que aquél señor tuvo efectivamente alguna parte en la composición de la música porque él fue quien me hizo penetrar del espíritu del Himno y en cierto modo de tono que debía asumir aquélla; pero ésto no quiere decir de ninguna manera que sea él su autor".
Francamente, ello no autoriza a estampar el nombre del simpático actor uruguayo junto con el del maestro Debali, como responsable también de la partitura musical.
He aquí, pues, que este Himno nacido de una limpia selección colectiva, ostenta una letra de robusto y decidido corte y música que interpreta ceñidamente su pensamiento literario en valores sonoros equivalentes. Más de cien años hace que resuena en los oídos orientales y resume sus más tibios anhelos de libertad.
Himno Nacional del Uruguay
Letra: Francisco Acuña de Figueroa
Música: Francisco José Debali
CORO
Orientales la Patria o la Tumba!
Libertad o con gloria morir!
Orientales la Patria o la Tumba!
Libertad o con gloria morir!
Es el voto que el alma pronuncia,
Y que heroicos sabremos cumplir!
Es el voto que el alma pronuncia,
Y que heroicos sabremos cumplir!
Que sabremos cumplir
Sabremos cumplir
Sabremos cumplir
I
Libertad, libertad Orientales!
Ese grito a la Patria salvó
Que a sus bravos en fieras batallas
De entusiasmo sublime inflamó.
Libertad, libertad Orientales!
Ese grito a la Patria salvó
Que a sus bravos en fieras batallas
De entusiasmo sublime inflamó.
De este don sacrosanto la gloria
Merecimos tiramos temblad!
tiramos temblad!
Libertad en la lid clamaremos,
Y muriendo, también libertad!
Libertad en la lid clamaremos,
Y muriendo, también libertad!
Y muriendo, también libertad!
también libertad!
también libertad!
II
Dominado la Iberia dos mundos
Ostentaba sus altivo poder,
Y a sus plantas cautivo yacía
El Oriente sin nombre ni ser;
Mas, repente sus hierros trozando
Ante el dogma que Mayo inspiró,
Entre libres, déspotas fieros,
Un abismo sin puente se vio.
III
Su trozada cadena por armas,
Por escudo su pecho en la lid,
De su arrojo soberbio temblaron
Los feudales campeones del Cid:
En los valles, montañas y selvas
Se acometen con muda altivez,
Retumbando con fiero estampido
Las cavernas y el cielo a la vez.
IV
El estruendo que en torno resuena
De Atahualpa la tumba se abrió,
Y batiendo sañudo las palmas
Su esqueleto, venganza! gritó:
Los patriotas el eco grandioso
Se electrizan en fuego marcial,
Y en su enseña más vivo relumbra
De los Incas el Dios inmortal.
V
Largo tiempo, con varia fortuna,
Batallaron liberto, y señor,
Disputando la tierra sangrienta
Palmo a palmo con ciego furor.
La justicia, por último, vence
Domeñando las iras de un Rey;
Y ante el mundo la Patria indomable
Inaugura su enseña, y su rey.
VI
Orientales, mirad la bandera,
De heroísmo fulgente crisol;
Nuestras lanzas defienden su brillo,
Nadie insulte la imagen del sol!
De los fueros civiles el goce
Sostengamos; y el código fiel
Veneremos inmune y glorioso
Como el arca sagrada Israel.
VII
Porque fuese más alta tu gloria,
Y brillasen tu precio y poder,
Tres diademas, ho Patria, se vieron
Tu dominio gozar, y perder.
Libertad, libertad adorada,
Mucho cuestas tesoro sin par!
Pero valen tus goces divinos
Esa sangre que riega tu altar
VIII
Si a los pueblos un bárbaro agita,
Removiendo su extinto furor,
Fratricida discordia evitemos,
Diez mil tumbas recuerdan su horror!
Tempestades el Cielo fulmina,
maldiciones desciendan sobre él,
Y los libres adoren triunfante
de las leyes el rico joyel.
IX
De laureles ornada brillando
La Amazona soberbia del Sud,
En su escudo de bronce reflejan
Fortaleza, justicia y virtud.
Ni enemigos le humillan la frente,
Ni opresores le imponen el pie:
Que en angustias selló su constancia
Y en bautismo de sangre su fe.
X
Festejando la gloria, y el día
De la nueva República el Sol,
Con vislumbres de púrpura y oro,
Engalana su hermoso arrebol.
Del Olimpo la bóveda augusta
Resplandece, y un ser divinal
Con estrellas escribe en los cielos,
Dulce Patria, tu nombre inmortal.
XI
De las leyes el Numen juremos
Igualdad, patriotismo y unión,
Inmolando en sus aras divinas
Ciegos odios, y negra ambición.
Y hallarán los que fieros insulten
La grandeza del Pueblo Oriental,
Si enemigos, la lanza de Marte
Si tiranos, de Bruto el puñal.
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