Por Helena Arce
PEAJES SI O PEAJES NO????
Durante varios años, a causa de mi trabajo, recorrí la Interbalnearia de una sola vía, había que estar muy atento, sobretodo cuando en temporada, los turistas llegaban o se volvían, y uno por la otra senda, como a contramano, debía necesariamente transitar. La desesperación producida por un desperfecto en el coche sin tener a quien recurrir, un herido en la ruta que tardaba en conseguir asistencia; aun recuerdo aquellos accidentes tremendos que eran cosa de un día sí, y otro también., Hoy en día además de estar la ruta limpia, sin pozos, hay atención permanente, auxilio mecánico, emergencias médicas, teléfonos cada tanto para pedir auxilio. En tiempos de enfermedad de mi padre, volvía cansada, con sueño, con mi niño chiquito, vi que no llegaba, estacioné al costado de la ruta, pasé el celular a mi niño al asiento de atrás, con el número de la Caminera marcado por cualquier eventualidad, tranqué las puertas y me dispuse a dormir. No pasaron ni dos minutos que paró al lado mío una camioneta de la empresa concesionaria y me preguntó: “¿Señora le pasa algo?” Les expliqué, y me dijeron: “Duerma tranquila, nos quedamos al lado suyo haciendo la guardia, es lo mismo pues si pasa algo nos avisan inmediatamente”. Dormí tranquila el tiempo que necesitaba; luego reanudé el viaje a casa despierta. Una amiga me dijo hace poco: “Realmente ahora lo único que hay que cuidarse en la ruta es no dormirse de aburrimiento, está tan lisa, tan bien señalizada.”
Yo misma entendía cuando hablaron de poner peajes en todas las rutas: si el resultado era el mismo, valía la pena.
Agreguemos el proceso previo a obtener este buen resultado, todos los puestos de trabajo que se generaron directa e indirectamente. Cuantas empresas trabajaron allí, y por ende generaron trabajo para sus empleados. La gente tenía ingresos, los gastaba y ello a su vez daba vida al resto de la economía, o sea a otras empresas que no estaban afectadas a la obra pero que tenían ingresos, y con estos pagaban a empleados que a su vez gastaban en otras áreas. O sea se completó el ciclo económico, algo tan sencillo como que la gente tiene ingresos, los gasta y al gastarlo genera ingresos a otra gente. SI bien se comenzaron las obras cobrando el peaje, el mismo ya existía, y se le fue exigiendo a la empresa plazos en los avances de obra.
¡Pero, siempre hay un pero! En las economías hay ciclos, hoy se circula menos por la ruta, por lo que la empresa concesionaria ve reducidos sus ingresos y no puede hacer frente a sus obligaciones. Es algo conocido en todas las áreas de la economía está pasando lo mismo, a todas las empresas les está sucediendo lo mismo, y por ende a todas las familias, al bajar sus ingresos las personas no pueden hacer frente a sus obligaciones y empieza el achique, a cortar primero los gastos superfluos, luego lo que se puede, y luego, lo que queda se va pagando a los tirones. Esto es lo que significa la baja de actividad en la economía, y al haber menos actividad, se pagan menos impuestos, no por la evasión, sino porque al haber menos ingresos, los impuestos, que están afectados directamente a estos, significan una cantidad menor.
Todas las empresas para poder vender sus bienes y/o servicios debieron bajar los precios, no pueden existir empresarios privilegiados que sigan aumentándolos sin tener en cuenta que sus consumidores forzados, como es el caso del servicio de carreteras, no pueden hacer frente a los aumentos. Los sucesivos aumentos del costo del peaje, no sólo corre a los turistas, también aumenta el precio del transporte, y aumenta los costos de quienes deben transitar por allí necesariamente. El resultado a la vista: la recaudación en vez de subir baja pues la gente pasa por allí, sólo si no puede evitarlo.
La “Megaconcesión” hubiese traído más trabajo y mejores rutas, si quienes la aprobaron hubiesen estado “atentos”, en cuanto a su ubicación y oportunidad.
Los peajes no deben estar en lugares donde la gente transita varias veces al día por motivos domésticos, hay pueblos, ciudades, villas, donde la gente se traslada varias veces al día de un lugar a otro, desde la escuela al almacén, desde el trabajo a la visita a los abuelos, desde la necesidad de ir al médico a concurrir a pagar la luz.
Los peajes se empezaron a cobrar antes de que se generen puestos de trabajo suficientes para que la economía comience a realizar su ciclo (la gente recibe ingresos y los gasta).
La “Megaconcesión” enfrenta varios problemas, no se consiguen inversionistas privados, Uruguay no es “interesante” para los uruguayos, ni para los extranjeros. La falta de interés parte desde la existencia del famoso “costo país”, pasando por la paralizante burocracia, y los números de las cuentas nacionales (la baja del PBI, junto con la suba del déficit fiscal, etc. son datos que manejan los inversores extranjeros para querer invertir o no en un país). Por lo que las obras deben ser financiadas por el Estado, o sea por el pueblo uruguayo, a través de más impuestos, o en este caso de los peajes, por el cobro previo del servicio. Esto, además de los problemas domésticos que causa a los vecinos por la ubicación elegida para los peajes, encarece el costo del transporte, sea este de personas, ganado o zapatos.
Volvemos a lo de siempre, estamos en un país en recesión al cual se lo pretende reactivar aumentando los costos de los agentes económicos, las empresas y los consumidores, esto solo nos llevará a una nueva baja en la actividad, más desocupación, y por ende más déficit fiscal.
¿Habrá algún día, en que alguien se siente a pensar como cambiar la rueda de los acontecimientos?