Montevideo, Setiembre 2001.
EL AGRO EN CRISIS UNA VEZ MAS..... ¿SERA TERMINAL?
El Agro ha tenido sucesivas crisis económico-financieras, casi cíclicas cada pocos años en los últimos cuarenta años. Pese a ello nadie se conmovió, ni se tomaron medidas para preveerlos o minimizar sus impactos.
La prueba más elocuente de ello es que a partir de 1960 han desaparecido del orden de 40000 productores, a un promedio de 1000 por año. Paralelamente la población rural se ha reducido a la mitad de la que había en 1960. Han abandonado el campo promedialmente 15 personas por día. Frente a estos datos escandalosos, para un país de base agropecuaria no se pasó más allá de los discursos voluntaristas y de buenas intenciones.
Hoy escuchamos a la mayoría de los dirigentes rurales como descubriendo esto. Haciendo declaraciones “conmovidos” por algo que ha sido la historia corriente del campo uruguayo. La dirigencia gremial tiene que hacerse un gran sinceramiento. Lo que les sucede a los productores que quedan ha sido moneda corriente en los últimos 40 años. Así que los dirigentes políticos y gremiales tienen que hablar en serio, ya que todos son responsables.
Siempre escuchamos desde la escuela el concepto de que "GOBERNAR ES POBLAR", pero se ha llevado adelante una política de sentido contrario.
Nadie se ha preguntado las causas y el porqué de un fenómeno de ésta magnitud. Esto nos muestra un país insólito, que ha vivido y vive fundamentalmente del agro pero desconoce la esencia del mismo.
Para " solucionar " las distintas crisis económicas se han dado múltiples refinanciaciones, consolidaciones, etc. Pese a todo, la pérdida de productores no cesó. El agro a pagado un alto costo socioeconómico en beneficio del país. Lamentablemente la historia no termina con esto, sino que los que quedan hoy en el campo enfrentan el mayor endeudamiento de la historia, iliquidez total y sin rentabilidad.
Las " soluciones" que se han instrumentado para el agro en los últimos 40 años solos han servido para soslayar el gran tema de fondo, el gran debe histórico, la falta de una Política Agropecuaria. Política Agropecuaria implica como mínimo tratar distinto lo que es diferente.
Los problemas se resuelven atacando las causas que los provocan. Esto que parece de sentido común, es lo que no se ha hecho hasta ahora en lo que se refiere a los dos temas fundamentales que hoy afectan a los productores: la falta de rentabilidad y el endeudamiento.
Pero a nuestro entender hay un concepto de la empresa agropecuaria que nunca se ha tenido en cuenta y es su condición de REHEN.
Es el sector más rehén de la economía. Al no tener en cuenta esta condición y aceptando como algo fatalista los problemas, es que el agro llega a esta situación de crisis que afecta a la mayoría de los productores.
Vamos a enumerar las causas que definen la condición de rehén del productor rural:
Es rehén del Clima en todas sus facetas;
Lluvia, sequía, frío, calor, etc. Variables de extraordinaria incidencia con más o menos intensidad según el tipo de proceso productivo.
Es rehén de los suelos sobre los que esté instalado.
Es rehén de los procesos productivos:
1. Porque no se pueden detener. De ahí que la población urbana no pueda entender, la crisis del agro y los reclamos de los productores, mientras la producción sigue fluyendo. Esto es producto de la desinformación que trasmiten gobernantes y tecnócratas sobre la magnitud de la crisis de la cual son altamente responsables, por lo hecho y por lo que no se ha hecho.
2. Porque tiene tiempos biológicos, que funcionan sin importar los tiempos económicos. Las vacas demoran nueve meses en parir un ternero.
3. Por la rigidez de los mismos. Los procesos productivos son en general de mediano y largo plazo. No se pueden cambiar tan rápido como las condiciones económicas lo exijan. Para miles de productores el cambio de sistemas productivos es imposible. Me refiero a los instalados sobre el basalto superficial y gran parte del cristalino. Con este ejemplo se ve muy claramente la magnitud del disparate de una política económica que no trata distinto lo que es diferente.
Es rehén de los mercados, tomador de precios.
Es rehén de la política económica.
Es rehén de la Industria.
Los productores en este carácter han pagado históricamente las ineficiencias de la misma. En la década del 90 pagó su reconversión vía precios.
Es rehén del crédito.
Por su alto costo y la falta de tratamiento diferencial.
Es rehén de la intermediación comercial.
Difícilmente puede retener la producción por mucho tiempo. En algunos productos no puede hacerlo, caso de la leche, las hortalizas y la mayoría de las frutas.
Es rehén de la financiación.
Vende a plazos y a su sólo riesgo.
Es rehén de la apertura de los mercados.
Este es un factor que junto con el atraso cambiario más daño ha hecho a la economía del productor. Se da la paradoja de que la apertura de los mercados ha sido un reclamo histórico de las gremiales agropecuarias, y es en el marco de la mayor apertura que se produce el mayor daño al sector.
En función de ésta condición de rehén el productor tiene una sola vía para cubrir una elevación de costos y es aumentando la productividad.
Pero esta no se puede aumentar indefinidamente, tiene un techo tecnológico y económico.
Otro aspecto que tiene que quedar claro es que la productividad termina siendo variable en función de las condiciones de rehenismo (clima, precios, etc.). Lo cual lleva a la conclusión absurda, de que habría que definirla después de realizados los procesos productivos.
Esto es en gran parte la explicación del actual deterioro. La política económica definió un nivel de costos motorizados por el atraso cambiario, sin preocuparse para nada de la condición de rehén del sector agropecuario. Dictaminó administrativamente así un nivel de viabilidad económica sin que el productor pudiera preveerlo.
Al no haber política agropecuaria la política económica pasó como una “aplanadora” midiendo a todos con el mismo rasero, desconociendo las diferencias. No es lo mismo ser rehén en los suelos del litoral que sobre el basalto superficial o gran parte del cristalino.
En mi opinión, la condición de rehén ha sido utilizada por los distintos gobiernos para no acceder a solucionar los reclamos ya que como hemos dicho la producción sigue llegando.
Se ha procesado una actitud de impunidad político-tecnocrática que no tiene otra igual en la historia reciente del campo uruguayo. Esto ha sido posible, por su condición de sector rehén y un gremialismo que trabajó en función de intereses sectoriales y político - partidario.
De acuerdo a lo que hemos venido relatando, no es difícil concluir que la empresa agropecuaria es la más riesgosa de la economía nacional. Los datos históricos de los problemas así lo avalan.
Creo que llegó el momento de que todos nos preguntemos:
¿Porqué subsidian los países desarrollados?
En la respuesta a esa pregunta está la respuesta para resolver los problemas del agro. No subsidian por tontos, no subsidian porque tienen dinero sino porque en el marco de ésta economía globalizada la producción agropecuaria sólo es rentable pocas veces: el año que todas las variables corren a favor.
Pero lo que sí importa es el fruto de la producción primaria en su transformación agroindustrial.
Para mostrar la relevancia del agro en nuestro país, diremos que representa no menos del 25% del PBI: el 60% del PBI Industrial: es responsable por más del 20% de la masa salarial del país y del orden del 80% de las exportaciones.
La política económica afectó al productor por tres vías:
1. Alza de los costos, motorizados por el atraso cambiario.
2. La no entrada de pesos, por un dólar abaratado por la política económica en curso.
3. Apertura indiscriminada de los mercados que permitió introducir productos que compitieron con los nacionales, importados con un dólar barato subsidiado por los productores.
Los dirigentes políticos y gremiales que critican los subsidios, ¿no se dieron cuenta de esto?, ¿O los critican para ocultar la responsabilidad que tiene la política económica que se lleva adelante en el deterioro del agro?
El productor no posee las herramientas para visualizar los impactos de la política económica y fue fácilmente desinformado e inducido a error. No debemos olvidar que hasta el año 1994 el atraso cambiario fue negado oficialmente. El discurso productivista alentaba a superar los costos aumentando la productividad.
Para ello se alentó a invertir y los bancos ofrecieron créditos con gran generosidad, en apoyo del discurso oficial. Los únicos que corrían y corren todos los riesgos son los rehenes (los productores), así de fácil.
El productor sé vió enfrentado a la disyuntiva de aumentar la productividad o desaparecer. Creyó en el discurso oficial, aceptó endeudarse para aumentar la productividad. Así la productividad y la producción aumentaron en forma extraordinaria e impactante en muchos rubros (leche, arroz, carne, etc.). El productor fue obligado así a una reconversión impuesta en el marco de un aumento de costos (atraso cambiario mediante), lo que técnica y políticamente constituye todo lo contrario de una reconversión productiva de cualquier sector de la economía, agravado en el caso del agro por su condición de rehén.
Hoy vemos a los productores desvastados, sometidos y humillados ya que los reclamos efectuados en la década del 90 fueron ignorados. El papel de las gremiales, es la más clara expresión de que no se defiende a los productores. Muchos dirigentes no pudieron ver la profundidad del impacto de la política económica y otros decidieron a favor de los intereses político-partidario y no el de los productores. Tan cierto es esto, que hoy frente a la magnitud del desastre no se animan a decir que la deuda no es responsabilidad total de los productores. Aceptan la legitimidad de la misma.
Fuente: C. Bautes con datos de OPYPA, BCU Y BROU
Analizando la gráfica, podemos decir:
1) El PBIA aumentó 80% entre 1990 y 1998, una prueba irrefutable del esfuerzo de los productores.
2) La deuda aumentó más de 400%, pasó de 300 millones de dólares en 1990 a casi 1400 millones en 1998 sólo con los bancos; una prueba irrefutable de la falta de rentabilidad de la producción agropecuaria.
3) Muestra claramente un sector sin rentabilidad. Situación disfrazada por sucesivas refinanciaciones a lo largo de 1990.
4) El crecimiento exponencial del endeudamiento desnaturalizó el justo equilibrio de las relaciones contractuales.
Los productores no son los responsables del desequilibrio jurídico sino la política económica aplicada.
( vía atraso cambiario y apertura indiscriminada de los mercados)
La gráfica es una prueba, de que el extraordinario esfuerzo productivo no alcanzó ni de cerca para eliminar el brutal impacto del atraso cambiario. Lamentablemente para los miles de productores que tuvieron que abandonar la tierra en los últimos 10 años en su inmensa mayoría por trabajar más, éstas conclusiones llegan tarde. Es de esperar que sirvan para que se encuentren soluciones de fondo y se evite la desaparición de más productores. Por las soluciones que se vienen instrumentando esto no va a ser posible. Ya escuchamos el discurso de muchos dirigentes gremiales y políticos acomodando el cuerpo, aceptando que para muchos no hay salida. Una muestra más del engaño a través del discurso.
Pero veamos otros aspectos no menos relevantes.
¿Los bancos sabían de los impactos del atraso cambiario en la rentabilidad del agro?
Si sabían, los préstamos fueron técnicamente mal dados ya que no se incluyó al estudiar su viabilidad económica la previsión del aumento de costos del imprevisible atraso cambiario.
Si se hubiese incluido ese aumento de costos los créditos no se podrían haber dado ya que no eran viables, con lo cual quedaba al desnudo la responsabilidad de la política económica en la pérdida de rentabilidad. La desinformación llegó al extremo de que los préstamos bancarios fueron dados por decisión política y no técnico-económica, como debía ser. Los bancos se cubrieron con las garantías y el riesgo quedó para el productor.
Pero además, al no considerar el atraso cambiario podría configurarse vicio oculto en los contratos de préstamos bancarios.
Si no sabían del impacto del atraso cambiario entonces menos posibilidad tenían los productores de saberlo.
Por su condición de rehén, por la falta de información calificada en tiempo y forma referida al impacto del atraso cambiario y la imprevisibilidad del mismo, digo que la deuda de los productores es ilegítima, no empresarial. Es inducida a través de la política económica.
Por tanto no es responsabilidad total del productor. No se puede pagar con producción a menos que haya un cambio extraordinario no previsible que recupere la rentabilidad.
El actual endeudamiento del agro es fruto de una decisión política. Por tanto el desequilibrio generado en contra del agro debe ser recompuesto por los responsables de mantener el equilibrio de las cargas del estado, los gobernantes.
Se ha llevado a cabo el engaño más fabuloso al agro uruguayo, que ha tenido varios en los últimos 50 años. Digo engaño porque se ha realizado en el marco de una gran desinformación fácilmente demostrable recurriendo a la prensa de los últimos 10 años.
Todos los acontecimientos que venimos relatando nos reafirman en la convicción de que el agro como sector rehén de la economía no fue considerado a la hora de definir las medidas económicas que se instrumentaron a partir de 1991. Se ha configurado la mayor confiscación de recursos del agro a través del impuesto cambiario. Se pagó sin pasar por ventanilla y sin poder el productor prever su monto con anticipación; una prueba más de la ilegitimidad del endeudamiento agropecuario más halla de todas las chicanas jurídicas. Lo jurídico no debe ser utilizado para avasallar y menos a un sector rehén en un marco de desinformación.
El país vivió una euforia consumista a mediados de la década del 90 pagada por el deterioro de los sectores productivos, con especial impacto en el agro. Los gobernantes y muchos dirigentes gremiales, ensoberbecidos con los datos de la macroeconomía no quisieron leer la microeconomía (realidad de los productores). El discurso político-electoral no escatimó elogios a la labor y esfuerzo de los productores. Hoy a la hora de la verdad, salen en busca de inversores de riesgo. ¿Los productores rurales son inversores?. A los nuevos inversores se les da toda clase facilidades: declaratoria de interés Nacional y Municipal, etc., etc.
¿El Agro es de interés Nacional? ¿O el agro fue usado como rehén para limpiar la cancha?. Me gustaría conocer a los inversores que produzcan en las mismas condiciones que han tenido que soportar nuestros productores. Los gobernantes en su visión del país deben decir que lugar ocupa los productores más halla de los discursos. No se puede seguir con ésta lenta y penosa liquidación. Los hechos indican que se apuesta a un agro con productores con ingresos fuera del mismo, ya que qué las “soluciones” que se están proponiendo para resolver el endeudamiento no tienen en cuenta las causas del mismo. De la recreación de la rentabilidad perdida en altísimo grado por el atraso cambiario nada se dice. ¿Cómo se puede pagar la deuda entonces? Es hora de que el país asuma que el productor rural con su marginación socioeconómica pagó el progreso general de la nación, menos el suyo propio. También es hora de que los dirigentes rurales actúen en la defensa de los productores como tales y no en representación de los interese partidarios.
También los dirigentes políticos deben asumir que la “ fiesta “ debe ser pagada por todos, con equidad.
Los productores deberían constituirse en estado de alerta permanente, ya que la respuesta de los gobernantes a los problemas actuales sólo servirá a unos pocos.
Si no defendemos la tierra, asiento de la nación, a muy corto plazo no seremos dueños de ella.
Por el esfuerzo realizado historicamente por los productores y considerando el extraordinario trabajo realizado en la década del 90 en pos de superar esta adversa realidad es que considero que tienen toda la autoridad ética y moral para reclamar soluciones.
Por último reiteramos, sin Política Agropecuaria y sin un cambio en la política económica en lo que refiere al Agro, la supervivencia para miles de productores está en juego.
Ing. Agrimensor Pedro Hernández