1 de diciembre de 2002 

¿NADIE vió NADA?

Por Pedro Hernández.

Cuarenta años lleva el sector agropecuario expulsando productores y emigrando la población rural a un ritmo que debería haber llamado la atención de los distintos gobiernos.

Pero no ha sido así. En el censo de 1951 poblaban nuestra campaña 454 000 personas y el número de productores rondaba los 90 000.

Según los datos del censo agropecuario realizado en año 2000 quedan menos de 60.000 productores y la población rural del orden de las 190.000 personas.

Podemos afirmar con estos datos, que se ha llevado adelante una política, no escrita, de licuación de productores y despoblación de la campaña. Un concepto que es importante resaltar, es que en Uruguay los productores y personas emigran de la campaña cuando la situación económica los expulsa. No se van sino cuando están “fundidos” o no pueden mantener a la familia, ni darle posibilidades de trabajo a sus hijos.

A los distintos gobiernos nunca les importo el nivel de marginación socioeconómica de la familia rural, la mayoría muy por debajo del nivel urbano. La realidad del campo hoy nos exime de mayores comentarios.

Nuestra economía está fundada a partir de la confiscación de rentas del agro desde siempre y a productor perdido. Un concepto que debemos retener, porque es parte de la explicación de las crisis casi cíclicas de nuestra economía y su estancamiento estructural.

Hoy el agro presenta una situación de una gravedad nunca vista en su historia; un endeudamiento que supera el 100% del producto, después de haber tenido un crecimiento extraordinario de 1990 a 1998 del orden del 80%. En ese mismo período la deuda del agro, creció de unos 300 millones de dólares en 1990 a unos 1400 millones de dólares en 1998. Nadie puede entender racionalmente, como un sector que procesa un extraordinario crecimiento  productivo, tiene en el mismo período un crecimiento exponencial de la deuda del orden del 400%.

Paradoja del agro uruguayo. En realidad lo que  sucedió es que no había rentabilidad y ésta se suplió con descapitalización o endeudamiento. Pero nadie desde los distintos gobiernos se preocupó. El crecimiento de la deuda  era una cosa anormal a la vista de cualquier analista, sin embargo  todos siguieron festejando los números macroeconómicos sin prestar atención a la microeconomía. Es que la fiesta electoral no podía parar y 1998 era un año preelectoral.

Ya hemos explicado otras veces, un fenómeno muy especial de la economía recorrió la década del 90. El atraso cambiario más prolongado de las últimas cinco décadas.

Si se hacia una lectura correcta del fenómeno económico, se llegaba, como lo hicieron algunos técnicos, a la conclusión  de que el  endeudamiento del sector era provocado por la política monetaria con ancla cambiaria. Pero dejaba al desnudo la responsabilidad de la política económica en curso y nave insignia del discurso político partidario.

Por otro lado, ancla cambiaria mediante, los asalariados vieron crecer los salarios en dólares.

El consumo y consumismo tuvieron su momento de auge. Esta fiesta no convenía interrumpirla, ya que seria tener otro frente de problemas. Esto quiere decir país desintegrado, dónde pesan más los intereses de grupos y los partidarios. Mientras unos se fundían produciendo, otros festejaban una “bonanza” económica, que nadie quería aceptar que tenía pies de barro. Pero es indudable que los  “brillantes economistas” que impulsaban el modelo de ancla cambiaria en 1991 y los que los apoyaron y luego continuaron llevándolo adelante en los siguientes gobiernos, no se preocuparon por el costo social.

Es que la historia económica del Uruguay es muy sencilla. Fundada a partir de la confiscación de  recursos del rehén- el agro- a productor perdido,  funcional al manejo clientelístico. Sin la menor duda que podríamos bautizarla como una economía “facilonga”, con crisis destructivas casi cíclicas, una cada 20 años aproximadamente. Los mismos partidos en el poder y siempre echando las culpas de los problemas a factores externos.

Cada crecimiento posterior a cada crisis está apuntalado desde el agro. Esto que es utilizado por el discurso oficial como un elogio hacia el rehén y por los dirigentes rurales para reclamar alguna “migaja”,  tiene una explicación  más sencilla.

"La verdad es que la industria amorosa del toro en primavera, es la que nos ha permitido hasta ahora andar" escribía Carlos Quijano en Marcha el 10 de setiembre de 1943.

Yo agrego, los toros enamoran sin importarles la economía  y los agricultores aferrados a la tierra, continúan con los ciclos productivos, que no se pueden interrumpir. La producción siempre llega, más allá del resultado económico para ellos.

Este es el misterio, que se le ha “vendido” al país urbano y  parte del milagro de supervivencia del País. Esto muestra la impunidad de una dirigencia política que 3 y 2 mediante, sólo se ha preocupado por perpetuarse en el poder.

Esta es la realidad, más allá de las disquisiciones dialécticas de economistas, politólogos y sociólogos. Mientras alcanzó para satisfacer las necesidades del estado clientelístico, nadie se preocupó. Hoy ante la crisis más grande de la historia reciente, se siguen escuchando las más fenomenales tonterías y ligerezas que nos venden, los “mismos” a través de los medios de comunicación, tratando de “explicar”.

Este modelo económico ha sido llevado adelante por una tecnocracia, funcional al manejo clientelístico. Si le agregamos que después de cada crisis, muchos tecnócratas son premiados, con cargos en organismos internacionales de crédito o en importantes empresas de plaza, por tanto no corren ningún riesgo al llevar adelante sus “teorías” económicas, ya que la impunidad política estuvo siempre asegurada por el reparto de cargos. En el marco de esta realidad a quien se le va ha ocurrir diseñar un modelo económico integrado, más justo y que tenga un comportamiento más acorde con los intereses del país y su gente. Por ello mientras el manejo clientelístico, con su entramado de influencias y corrupción, tenga “recursos” para seguir, no habrá posibilidades reales de cambio, a lo sumo un parche más, miles de productores menos, más desocupación, más emigración y más marginación social.

Los que realmente quieran aportar a un cambio, deberán tener en cuenta que el enemigo a combatir, es el clientelismo  con su secuela de corrupción y tráfico de influencias.

Repasando la historia reciente vemos como numerosos proyectos han fracasado, entre ellos el Instituto Nacional de Colonización. El tráfico de influencias no perdona a los díscolos con el sistema.  No olvidar, país desmemoriado, que más de 400.000 uruguayos están fuera del país.

Los más jóvenes y los más capaces, lo que agrega una dificultad más a la crisis. Pero aunque parezca increíble seguimos escuchando en los medios a los “mismos”, hablando de lo “mismo”, con una irresponsabilidad que no se condice con la magnitud del dolor de los más desprotegidos.

Los grandes medios y los corifeo de turno, son en gran medida responsables por lo que dicen y por lo que no dicen. Un país más justo no se construye sobre la farsa y la mentira. Sería interesante que todos los que festejaron los “chistes y dichos” del doctor J. Batlle ahora den la cara. También seria bueno, que los que por intereses de todo tipo, “aconsejaron” votar al Dr. Batlle por que era “mejor” que el Dr. Vázquez, explicaran porque decidieron calificar antes que los votantes actuaran en lo íntimo de sus conciencias.

¿ No creen en la democracia? ¿O creen en una democracia que conviene a determinados intereses?. Si se sigue desinformando a la ciudadanía, para defender posiciones económicas o compromisos partidarios, el país se seguirá desfibrando y más pronto de lo que creemos no seremos dueños de nuestras decisiones, cada vez más acotadas,  por el mal manejo de los distintos  gobiernos. A esto hay que sumarle, a los que no tienen escrúpulos en salir a vender nuestro patrimonio. Estos malos orientales, con el discurso de la libre empresa, colaboran en el vaciamiento del país. No les importa la gente y los sufrimientos con tal de sacar beneficio económico. Ofrecer a precio vil, lo que está postrado por obra y gracia del modelo que defienden, no los inmuta. Hay que crear  una conciencia de país y no de chacritas. Tengo claro que los intereses de las chacritas todavía tienen mucho poder. La esperanza es, que por un país más justo y más solidario, convoque a los que de buena fe han sido llevados a actuar por intereses menores. 

Los bancos, los importadores, los grandes productores rurales y  el estado son los grandes favorecidos. Los pequeños y medianos productores rurales, los obreros que perdieron su fuente de trabajo y los industriales que no se pudieron pasar a importadores son los grandes perdedores. Pero en definitiva el gran perdedor es el país.

 Gracias al “magnifico” trabajo de los gobernantes y economistas que han llevado este modelo adelante, hoy el país vende sus industrias -que financiamos todos- y su tierra, a precio que yo diría en muchos casos es el de mercadería robada. Para ello, un par de ejemplos; Mi Granja, vendida a plazos en alrededor de 3 millones de dólares y con deudas que superan varias veces esa cifra; Metzen y Sena  por la que hay una oferta de menos de 10 millones de dólares frente a un pasivo de 42 millones de dólares. Los acreedores embretados, por que yendo a remate tal vez se saque menos. Por supuesto que los inversores son representados por un connotado economista uruguayo. También sería interesante que la gente- tan desinformada- que en definitiva pagará estos desastres de la economía, sepa que Metzen y Sena  inauguró su reconversión con bombos y platillos por el entonces presidente Dr. Julio María Sanguinetti.

También conviene saber que el  economista que lideró el rescate, cuyo fruto  hoy es el endeudamiento que tiene fue el Cr. Ricardo Pascale, ex presidente del Banco Central en el gobierno del Dr. Sanguinetti.

Como se ve, a los economistas defensores de este modelo, como asesores empresariales no les fue bien. Que podemos esperar los humildes mortales  si a los autores de la criatura les resultó esquiva la suerte. Pero de estas cosas que son muchas, no se alude en la prensa y en los medios.

La inmensa mayoría de las empresas declaradas de “interés nacional” en los últimos quince años entraron en crisis de endeudamiento, dejando enormes pérdidas que pagaremos todos.

También la mayoría cambió de dueño a precio vil, fruto de la debacle económica.

Otras joyas son, el diluvio de concordatos, que según opinión de muchos comentaristas, son en el fondo un desguace de empresas “amparados” en la ley. La cámara de comercio está bastante alarmada y los acreedores de esas empresa más. Tales los frutos del “magnifico” trabajo -para alguno lo es- de los que llevan adelante este modelo económico.

Que los tecnócratas hablen de la situación sin asumir responsabilidad, es una vergüenza. Que los bancos hablen con los deudores y los presionen porque sus garantías cayeron a la mitad es otra vergüenza.

 A decir verdad con esta impunidad cualquiera es economista o banquero. No se tienen que preocupar por los riesgos, ya que la economía está armada según sus intereses. Sin embargo en estos años hemos sido bombardeados por discurso exultante de los promotores del modelo, que con soberbia ningunearon todo atisbo de crítica y oposición. Ahora en una actitud vergonzosa nadie asume responsabilidad. Desde una posición dominante y con el apoyo político que les da impunidad, la burotecnocracia  ha creado una parafernalia de “papeles” con el objeto de sustentar una economía dominada por lo financiero, sin importar la gente. Toda esa multitud de “figuras” que suplen la falta dinero, son en gran medida,  responsables de las  crisis que sufre el país. En el fondo, son una forma de dominio, disfrazada con estos instrumentos, funcionales al modelo. Esta es la escena y el escenario que nos toca vivir más allá de los discursos bufonescos.  Muchos que han lucrado, mientras el país se sumía en ésta profunda crisis, hoy se llaman a silencio.

La crisis bancaria que estamos viviendo es un símil aumentado de lo que se vivió en la década del 60 y 70 con algunos de los mismos personajes. Pero a nadie en los medios de comunicación tan  proclives a la tilingueria se le ocurre echar un vistazo a la prensa de la época. No lo hacen porque todos serían condenados por mediocres o por sumisos.

Veamos algunos tramos de la historia reciente. Lo que sigue son extractos de editoriales   escritos,  por el Dr. Carlos Quijano: ”Los bancos cerraron el 21 de abril, y reabrieron sus puertas el 17 de mayo. Durante ese sombrío período, sin parangón en nuestra historia, las mayores dificultades nos golpearon. Intervención de cuatro bancos, crisis del República, dificultades con el exterior”. Marcha 21 de mayo de 1965.

Bien dice el adagio, ya vendrá otro que te hará mejor. Lo que estamos viviendo hoy,  empalidece esa crisis.

Consideramos que la caída del banco Mercantil, es el hecho económico de mayor entidad en los últimos años. El fruto de una política y el signo de una época. Más adelante agregaba. Es un banco viejo, de organización familiar a cuyo frente estaba uno de los más conspicuos y capaces miembros del gobierno, - alude al Dr. Jorge Peirano Facio, hoy procesado- y se sabe, lo que esto último significa. Es obvio, por lo mismo, que no ha debido afrontar ese banco, dentro de la trama de inevitables relaciones creadas en el aparato estatal, oposiciones o dificultades. Ha podido manejarse con soltura y sin sorpresas........Para salvar del naufragio a las empresas privadas, quienes las postulan como panacea, se ven obligados a nacionalizarlas. Por vías oscuras o atajos. Cuidando celosamente los términos. Entregándose a confusos preciosismos jurídicos. Marcha 16 de abril de 1971

Como puede verse nada nuevo bajo el sol y nada hemos aprendido. ¿Será por incapacidad?  Creemos que no. Es una consecuencia del manejo clientelístico que tiene de todo menos lo esencial, la cristalinidad.

Pero volvamos al tema del agro-dejemos claro que defendemos el agro, recurso natural del país, factor esencial de la economía y no el “agro” de ciertos intereses, que han apoyado desde siempre a los gobiernos que se han sucedido en los últimos 60 años- que le ha dado vida al país a costa de su marginación socioeconómica. El país tiene una deuda histórica ética y moral para con la inmensa mayoría de los productores rurales, pequeños y medianos.

Y con los asalariados rurales, siempre postergados en sus derechos.  Por supuesto que los que han vivido de “arriba” en su soberbia libresca no van a aceptar que esta economía, fundada en alto grado a partir de la confiscación de rentas del agro,  ha terminado hundiéndolo;  por la incapacidad y las debilidades  generadas  al  sustentarse  sobre una base “facilonga” que no obliga a ser eficiente.

Es absolutamente impensable y la historia de los últimos cuarenta años lo documenta, que una economía fundada a partir del sector más relevante como rehén, pueda tener otra alternativa que la de reproducir ineficiencias y estancamiento. Pero si a eso le agregamos la corrupción de la conducción pública, clientelismo mediante, las condiciones son altamente favorables para estar como estamos.

Y dejemos de culpar por nuestros males a los de afuera. No olvidar la frase de Artigas- de cuando en cuando conviene leer la parte sustancial de la historia- “los malos europeos y peores americanos”, por que sigue teniendo vigencia.

Decimos una vez más:

Las soluciones a los problemas del país, se darán a partir de fundar un modelo económico integrado, en el cual todos los actores interactuen en armonía y sin que ningún sector  funcione a partir de la confiscación de recursos de otro, rehén, como ha sucedido hasta hoy.

A comienzos de la década del 60, el Dr. Carlos Frick Davie- cabañero prestigioso y financista- escribía en su libro, “Cual reforma Agraria”  lo que había observado al visitar Dinamarca, Holanda y Nueva Zelandia lo siguiente:

 En estos países se constata, “el desarrollo armonioso y en íntima ligazón de la agricultura, comercio e industria. No se plantearon allí discusiones de prioridad de una sobre otra actividad, no fueron consideradas como opuestas y sí concurrentes a un mismo fin”

Todo lo contrario de lo que ha sido y es la estructura económica de nuestro país y una muestra de lo que es una economía integrada. A lo largo de la décadas del 40, 50 y 60 muchas fueron las voces de alerta, respecto de los problemas estructurales de la economía. Pero la miopía partidaria, sólo tenia la visión que surgía del manejo clientelístico, que sólo reproducía la mediocridad y el servilismo, con el único objetivo de mantener el poder.

Ya estaba   instalado con fuerza hace más de 60 años, el instrumento que ha conducido  al país a la situación de crisis extrema que hoy  padece.

 Los productores - la mayoría- con su marginación social y económica, pagaron el progreso general de la nación menos el suyo propio. Los problemas del campo se han seguido agravando y la estructura criticada hace 40 años es hoy peor. La dirigencia política sigue sin atacar las verdaderas causas de los problemas del agro y se proponen más parches. La dirigencia gremial reclama, en una demostración de estar alejada de la realidad, nuevas leyes de refinanciación.

Los problemas económicos no se resuelven con leyes. Muchas se han dictado al respecto en los últimos 40 años y eso no frenó, ni la pérdida de productores ni la emigración rural. Quiere decir que coinciden con los gobiernos que se han sucedido en no proponer cambios estructurales en el marco de una política país. Sigue  pesando el interés de unos pocos.

Si se quiere cambiar, todos tenemos que asumir la cuota parte de responsabilidad que nos cabe, por lo que hicimos y por lo que no hicimos. Y todos, quiere decir todos.