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Propuesta
por Francisco Gallinal
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En el tedioso enero que finaliza, sin duda el acontecimiento político que más sacudió el ambiente fueron las propuestas de reforma constitucional proyectadas en el seno del Frente Amplio. Arrancó Korzeniak, quien sin hacerse problema alguno lanzó al voleo algunas ideas para levantar la cotización electoral del Frente Amplio, notoriamente deprimida al terminar el año anterior. Y allí afloraron todas las cartas tradicionales de la izquierda que ellos creen que de ser jugadas aparentemente podrían ser beneficiosas para consolidar sus ambiciones continuistas. El voto consular, bajo el supuesto que quienes viven afuera del país son los disconformes con los gobiernos de los partidos tradicionales a pesar que la emigración de 2005 a la fecha ha aumentado considerablemente. La eliminación de la segunda vuelta electoral que permite darle al Presidente que la gane un respaldo popular que hace más cómoda su gestión. También algunos retoques a la inamovilidad de los funcionarios públicos, todo un tema éste en el que algunos opinan que la tal inamovilidad en realidad no es tal, no está generalizada, y que si la Constitución vigente se aplicara de acuerdo a la literalidad de su normativa no habría necesidad de reformarla. Y ahí entreverada, pero sin poder disimular que es el "leit motiv" de estas inquietudes frenteamplistas, la propuesta de reelección que -sin nombrarlo- en caso de aceptarla Tabaré Vázquez, le permitiría continuar en la Presidencia de la República, un período más de gobierno.
A esta desfachatez siguieron otras con la misma intención. Aunque merece destaque el proyecto Gargano, que transita básicamente por el mismo camino pero que no propone la reelección, porque entiende que no va con la idiosincrasia de los uruguayos, aunque puede ocurrir que quien no vaya con la idiosincrasia suya sea el propio Presidente en funciones. Ejemplos hubo al menos de graves desinteligencias entre ambos. Tampoco está de acuerdo con la reelección Bayardi, quien lo hizo saber sin presentarse como vocero de la Vertiente Artiguista aunque es notorio que la integra y que este sector quiere la candidatura presidencial de Rubio aunque no lo haya resuelto expresamente.
En fin, con relación a este tema, vale la pena referirse a las actitudes públicas de Mujica, que importan, porque a pesar de sus volteretas e incoherencias, parece ser inimputable políticamente para su electorado cautivo. El ex guerrillero de tiempo atrás, vio venir un problema electoral para el Frente cuando llegue el momento de definir candidaturas. Él sabe que si hay elecciones internas -como lo manda la Constitución- gana fácilmente. Pero también es consciente de sus limitaciones. Entonces fue el primero en hablar de la reelección de Vázquez. Pero cuando éste la descartó, respetuosamente no insistió más. Ocurrió que un día antes de publicitarse la propuesta de Korzeniak, Mujica condenó públicamente a la reelección en sí misma con expresiones durísimas, calificándola de un resabio monárquico y proponiendo "tirarla a la basura". Entonces, ante la virulencia del choque con la propuesta de Korzeniak, salió con ese tono canchero y sobrador que suele adoptar cuando se ve en dificultades, a decir que lo que dijo, no lo dijo, y que "los giles" (en el caso todos los uruguayos sin excepción) no lo habían entendido.
En medio de la barahúnda de este carnaval adelantado, quedan para rescatar las conclusiones a que se llegó en esta página sobre la inconstitucionalidad de la propuesta reeleccionista en el marco normativo vigente, y su apartamiento a las tradiciones nacionales. Pero el senador Francisco Gallinal inteligentemente marcó un rumbo para terminar de una vez con estas discusiones sobre la reelección. La tentativa de reelección de un Presidente en funciones, esto es, una reelección con nombre propio, es jurídica y políticamente inadecuada e impotable. Pero no deja de ser importante que el pueblo uruguayo sepa sobre el tema, y a su vez saber qué piensa sobre la posibilidad teórica que alguien, en un futuro, pueda ser reelecto como Presidente de la República, como sucede en países democráticamente intachables como Estados Unidos, Francia, Brasil, por ejemplo. Nada impediría entonces que se proyecte una reforma para plebiscitarla, que así lo prevea, pero a regir a partir del período de gobierno de 2015 en adelante.
Eso sí sería lo sensato. Y por suerte el Presidente Vázquez así lo entendió.
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