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Fue oportuno
porJavier García
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Algunos analistas comenzaron la semana, seguramente ambientados en la tranquilidad noticiosa que sólo se interrumpe por algún hecho policial o incendio forestal, interpretando determinados hechos con rebuscada suspicacia.
Anunciaron el adelantamiento de los tiempos electorales y el lanzamiento de la campaña interna en el Partido Nacional, como si fuera novedad que a un año y monedas de una elección hay que prepararse para ella.
La noticia, si la había, no era que el mayor Partido de la oposición se apresta para la elección de quien puede ser, según las últimas encuestas de opinión, el próximo presidente del Uruguay, sino que la mentada prematuridad electoralista no la inició la oposición, sino el propio gobierno.
Lo lógico es que el oficialismo dedique todas sus energías para que en los dos años y pico que le quedan, más del cuarenta por ciento del período de su mandato, complete una gestión productiva que por sí misma lo habilite a pedir la renovación del vale gubernativo. No obstante desde hace meses inició un proceso de electoralismo interno dedicado a marcar supremacías en su partido y a destruir a los que tienen pretensiones, o si no pregúntenselo a Astori, o a Nin.
En el FA la antropofagia se aplica en reiteración real.
Este es el primer gobierno que se martilla los dedos y desencadena un proceso electoral adelantado que inevitablemente lo perjudica. Primero porque lo hizo a partir de sus incapacidades para decidir sus candidaturas, al extremo que el propio presidente estimuló por acción o por omisión los intentos reeleccionistas. A no chuparse los dedos y creer que Korzeniak, senador ultra oficialista y presidente de la Comisión Permanente del Poder Legislativo, lanzó su idea sin consultar al mandatario. Y segundo porque hace foco en la interna de su partido y no en el gobierno.
Resulta entonces que el Partido Nacional que se decía que había entrado en una apresurada contienda interna, no tiene inconveniente en cómo la resolverá: votando como siempre. Mientras que el FA está expuesto a una nueva realidad, tener que elegir por primera vez en forma democrática al suyo y no por imperio de las cúpulas. Siempre se identificó a los nacionalistas con una vida partidaria tumultuosa, sin embargo sus dirigentes son tales porque son electos y los candidatos presidenciales se bautizan en las urnas y no son el fruto de componendas de pocos.
No hay porque dudar de la unidad blanca, ya pasamos en el 2004 por la interna, fue el único partido que eligió y lo hizo en unidad antes y después de la misma. Pero además no hay como atravesar la aridez de la desunión para aprender y no repetir la experiencia. El Directorio, con una generación formada en las mismas luchas y valores, son garantes de ello. Cuando los Partidos se equivocan son sus dirigentes los primeros responsables, pero coincidamos que cuando aciertan también lo son.
El emplazamiento que Larrañaga le hizo a Vázquez el martes, desde Joanicó, obligó al presidente a pronunciarse respetando la Constitución, como debe ser.
La obligada salida presidencial demuestra donde estaba el electoralismo: en los impulsos reeleccionistas del gobierno para solucionar su interna.
La definición que el presidente blanco le pidió a Vázquez no era electoral, era institucional.
El presidente del Directorio nacionalista cumplió con un deber inherente a su responsabilidad de líder de la oposición e inscripto en el ADN partidario: evitar y combatir los desbordes del poder. Y lo hizo muy bien.
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