Año III - Nº 124 - Uruguay, 01 de abril del 2005

 

 

 

 

 

CAYO HUESO
por Carlos Arce

 

Así es como los cubanos llaman a la ciudad de Key West, en el extremo sur del estado de Florida.

La primera vez que intenté ir desistí a una hora y media de viaje, a la altura del cayo Marathon.

La segunda vez me hice la promesa de llegar hasta el final.

Para quien no conoce el lugar: es una cadena de islas no mayores de 200 metros de ancho y con 22 puentes uniéndolas entre si.

Desde el coche vemos el agua de un color azul turquesa, pero completamente llena de piedras en sus pequeñas playas.

Se sale de Miami por la carretera federal US1 hacia el sur. En el medio del camino paro para comer en un "fast food" mientras veo las evoluciones de los pájaros en busca de su alimento.

Un hermoso sol ilumina el cielo sin una sola nube.

Los puentes son extremadamente angostos y protegidos por muros a ambos lados, permitiéndose solo el pasaje de un coche a la vez en cada sentido, lo que exige una cierta dosis de atención, para que no se raspen espejo contra espejo de quien viene en sentido contrario.

Las radios norteamericanas comienzan a perder su potencia de sinfonía, siendo sustituidas por radios cubanas: radio Revolución, radio 26 de marzo, etc.

Después de casi 5 horas manejando llego al penúltimo cayo, comenzando a escuchar un "bip" muy fuerte en la estación de radio que estaba escuchando. Muevo el dial y es lo mismo en todo el dial, mas tarde me entere que es una base aérea Americana que monitorea el espacio entre Usa y Cuba y que en los tiempos de la guerra fría enviaban aviones de caza cada vez que los Mig cubanos se dirigían hacia el norte.

Key West es una típica ciudad volcada hacia el turismo, más cerca de Cuba que de Miami, a solo 90 kms de distancia de la isla.

Entre sus atracciones cuenta con un museo naval, la famosa placa donde todo el mundo se saca una foto como el punto continental mas austral del territorio norteamericano.

Y la casa del escritor Ernest Heminguey, con su escritorio y su maquina de escribir y la famosa piscina que en lugar de azulejos esta tapizada por moneditas de 1 centésimo de dólar.

Mientras estaba en la isla vi la llegada de un par de balseros huyendo de Cuba. Es impresionante la precariedad : poco mas que maderas y llantas atadas, rápidamente el área fue aislada por guardiamarinas que llevaron a los balseros hasta una zona de exclusión para la revisación médica.

Estando aquí recuerdo la narración de mi madre que justo llegaba becada a Miami, la noche en que se decretó el embargo a Cuba y tuvieron que pasar con todas las luces apagadas en el avión.

La vuelta me pareció mas rápida haciéndolo " non stop".

Misión cumplida.