Año III - Nº 124 - Uruguay, 01 de abril del 2005

 

 

 

 

 
Viendo llover en Managua
Dr. Enrique Rimbaud
Decano de la Facultad de Veterinaria
Managua - Nicaragua

 

Estos dias han sido dias de calor, y cuando digo dias de calor, me refiero a temperaturas que rozan los 40 grados, dias sin viento, con el aire quieto y pesado, que sacan de nosotros mismos algo más que sudor&

Se supone que es la época, que estamos en pleno periodo seco, y que desde Diciembre hasta Mayo ninguna nube posara su trasero sobre la región Pacifica, dejando que el polvo y el clima resequen almas y pieles, y que el sol sea el dueño absoluto del firmamento.

Eso fue sino hasta ayer&

Ayer, sin necesidad de prensa o informes meteorológicos de la TV, ha sido uno de los dias mas calientes&

Los aires acondicionados forzados, los abanicos a todo lo que da, parecía que cuando uno abría una puerta hacia la calle o el patio entraba una pared caliente que oprimía el corazón&

Al dar clases por la mañana, la sal fue acumulándose en mi calva y en mi frente, poblando las cejas y pestañas, y vuelta a formar con el sudor una corriente fuerte de lava ardiente que al resbalar por el cuello hacia arder la afeitada de la mañana&

Semejando un camaleón, la camisa iba lentamente cambiando de color a medida que se iba empapando, y la lengua iba perdiendo velocidad a medida que la saliva iba hirviendo&

Los pelos se van pegando al cuerpo, convirtiéndose en canales por donde pasan las gotas molestando&

Llegar a la oficina y sentarme frente al aire acondicionado ya se transformo no en una necesidad sino en una urgencia, donde me esperaba el mate compañero que ni ganas daban de tocarlo&

Un día realmente infernal&.

En la tardecita, ya en el refugio del hogar, de short mirando tele y siguiendo las evoluciones del abanico con mirada ansiosa, sentado en la mecedora frente a la puerta abierta de par en par, repentinamente un viento fresco se levanto de no se donde, penetrando en la casa portando polvo y hojas& ni que decir que la mugre poco me importo, quede pegado al portón de rejas como un niño, dejando que el viento me acariciara con amor de madre&

Sin saber como ni donde, comenzó a llover, gotas bien grandes, enormes, primero suavemente, para luego convertirse en una tormenta bien sentada, lluvia recia, fuerte, refrescante, que duro unos diez minutos pero lavo Managua&

Al terminar, la sensación de fresco dominaba, y ese impagable olor a tierra mojada, a veredas ardientes enfriadas, a calle lavada, impregno el aire y el ambiente regocijando el alma&

Que paso? No lo se, ni lo sabré, un fenómeno climatológico no previsto y fuera de época, pero bienvenido, y que se repita por favor!!!

Parece mentira, nunca hubiera pensado detenerme, en esta época, a ver llover en Managua&