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Cuando la estupidez supera la ficción
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por Raúl Seoane |
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No escapa a nadie que Argentina es el país con mayor degradación del medio ambiente de toda América Latina y probablemente del mundo.
Las imágenes del Riachuelo y su contaminación viajan por el mundo demostrando la desidia, falta de interés y complicidad de las autoridades argentinas en intentar buscan una solución al problema.
A diferencia de las pasteras que se están instalando en Uruguay, Botnia y ENCE, la mayoría de las plantas de pulpa de celulosa en Argentina continúan blanqueando la pulpa con el sistema más contaminante que existe: el cloro elemental.
Para solucionar este problema, la empresa Celulosa Argentina, radicada en la localidad de Capitán Bermúdez en la provincia de Santa Fe, y que según indican muchos medios pertenece a la firma Fenapel de capitales uruguayos, están transformando su fabricación por cloro elemental a dióxido de cloro, sistema con el que trabajan el 80 % de los fabricantes de pasta de celulosa del mundo y que es muchísimo menos contaminante que el cloro elemental.
Al cambiar su sistema de producción, Celulosa Argentina necesita un proveedor de dióxido de cloro, por lo que la empresa finlandesa Kemira invertirá 13 millones de dólares para proveerles el vital producto.
La provisión de dióxido de cloro y su utilización para el blanqueo de la pasta de celulosa asegura la caída por debajo de los niveles permitidos de la contaminación que genera Celulosa Argentina, y que vienen sufriendo todas las poblaciones aledañas a la planta.
Pero como la estupidez supera a la ficción, los terroristas ambientales de Gualeguaychú, sin un gramo de cerebro, pusieron el grito en el cielo asegurando que la planta de Kemira proveería a Botnia, con la cual ellos mantienen un conflicto por la pérdida de la inversión en Entre Ríos, debido a pedidos de retornos exorbitantes que los finlandeses no estaban dispuestos a pagar.
A la Asamblea Terrorista Ambiental de Gualeguaychú no le interesa que la instalación de Kemira permita mejorar el medio ambiente de Santa Fe. Tampoco le interesa la generación de fuentes de trabajo para los ciudadanos de Capitán Bermúdez. Su nulo raciocinio sólo les permite ver que es un proveedor de la industria papelera y que los capitales son finlandeses. El resto no les interesa. Unicamente su capricho es la verdad, la luz y la vida.
Lo peor de todo esto, es que las autoridades políticas que se supone tienen que tener los conocimientos y la sabiduría necesaria para cumplir cabalmente con los cargos para los que fueron votados, tienen menos cerebro que los desquiciados terroristas de Gualeguaychú, porque el incorruptible Busti inmediatamente salió a pedir explicaciones al gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid y le envió una carta para recordarle que la instalación de una planta de dióxido de cloro "ayudaría a envenenar el medio ambiente".
No llego a comprender si lo que aquí está en juego es un ambientalismo exasperado hasta la estupidez, o simplemente la bronca impotente de saber que los demás tienen la razón y de que la Asociación de Terrorista Ambiental de Gualeguaychú es la perdidosa.
La petit manifestación frente a las instalaciones de Botnia por parte de una docena de terroristas ambientales procedentes de Gualeguaychú, también se puede encuadrar dentro de esta tónica, porque si las propias autoridades argentinas se desentienden de ellos ¿cuál es la razón para que los atiendan las autoridades de Botnia? Recordemos que a pesar de los reiterados pedidos de audiencia al Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, éste mira para otro lado cansado de las ilógicas pretensiones de los terroristas.
De lo que sí estoy completamente seguro, de que el amarillismo de muchos medios de comunicación entrerrianos aprovechan el conflicto para aumentar su tiraje con información falsa, y por ende potencia la irracionalidad entre diez o veinte terroristas piqueteros que, a su vez, son fogoneados por cuatro mesiánicos que lo único que buscan es posicionarse políticamente en algún “puestito” rentable.
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