Jugando A Lo Tonto
Médicos opuestos al aborto
por Eduardo García Gaspar
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Quizá pueda definirse a la moral como una serie de reglas deseables de comportamiento y que están basadas en una idea sobre la persona. Es decir, dependiendo de qué se crea acerca de la persona las reglas declararán qué es bueno y qué es malo para la persona misma.
La cosa se complica por otra razón: en esa serie de reglas sobre el comportamiento de la persona hay una enorme acumulación de experiencias pasadas de muchas generaciones anteriores. Siglos y siglos de ideas y experiencias han contribuido a esa serie de reglas. Las reglas morales, por tanto, son también una especie de contenedor de la sabiduría de muchas personas que vivieron antes de nosotros.
La moral, entonces, parte de una idea que se tiene acerca de la persona y acumula experiencias de millones de antecesores nuestros. Si esto se reconoce debe pensarse que las alteraciones en la moral significan también dos posibles consecuencias: un cambio en la idea que se tiene sobre la persona, o un rechazo a las experiencias pasadas.
Mi punto es que jugar a cambiar las reglas morales es un asunto más serio de lo que en general se supone. Cambios en las reglas morales son cambios que tienen consecuencias en la vida de todos. Tomo, por ejemplo, la información sobre los abortos en la Ciudad de México, donde eso es legal: en mayo de 2007 hubo 342 casos y en junio de este año, 1,300. De la plantilla de médicos que pueden realizar abortos, casi el 90 por ciento se niegan alegando objeción de conciencia.
Esta realidad muestra un caso de lo que hablo. La tradición acumulada indica que el aborto es reprobable. Indica lo mismo la idea que se tiene del ser humano, pues si su vida vale y es digna, matar a un no nacido va en contra del valor de la vida. ¿Por qué, entonces, una ley ha permitido un cambio de tal magnitud?
Puede ser que se trate de una confusión de planos. Un problema social de embarazos no deseados, que es verdadero, ha sido llevado a un plano moral para encontrarle una solución. El problema es social, la existencia de embarazos no deseados. La solución es moral, permitir deshacerse del bebé no nacido. No tiene mucho sentido dar una solución moral a un problema social. Sería como dar una solución legal a un problema matemático.
Permitir el aborto tiene consecuencias, como dije, en la idea que se tiene sobre la persona humana: ahora ya su vida no se considera tan valiosa como antes y el esfuerzo de control que de la persona se espera es menor. El aborto, necesariamente, reduce el valor de la vida y del potencial humano. Puede ser que esto sea lo que los médicos alegan: ellos por diseño profesional valoran la vida de sus pacientes, no la menosprecian.
Que, por ejemplo, la iglesia católica se oponga al aborto es una conclusión necesaria, no de sus reglas morales tanto como de su idea sobre la persona humana a la que ha dado vida Dios y nadie más puede retirar esa vida. La oposición católica es perfectamente lógica, como lo es la de cualquiera que no profesando esa religión piense que la vida de todos es valiosa y nadie tiene el poder de decidir sobre ella.
La moral también tiene una idea sobre la persona humana acerca de su potencial: supone que puede sucumbir a lo malo, pero que también puede elevarse a lo bueno. Es decir, cree que la persona puede esforzarse y luchar por lo bueno. Aceptar el aborto, supone lo opuesto, que la persona no tiene control sobre sí misma y puede deshacerse sin costo de las consecuencias de sus actos.
Mi punto que bien creo que vale una segunda opinión es señalar que una ley que despenaliza el aborto se mueve indebidamente de niveles al darle una solución moral a un problema de otra naturaleza. Sería absurdo que el problema del delito de secuestro de personas, que es social, fuera resuelto en un plano moral permitiendo que los secuestros se realizaran sin castigo.
La despenalización del aborto altera el valor que se le da a las personas y el que es sostenido por la tradición moral de siglos. Se está jugando con conceptos que tienen consecuencias de gran fondo en la vida de todos en estos tiempos. El casi 90 por ciento de los médicos empleados por el gobierno de la Ciudad de México y que se oponen a realizar abortos es una muestra tangible de lo que digo.
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Gentileza de: Contrapeso.Info |
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