A vista y paciencia
por Dr. Marcelo Gioscia Civitate
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El alcance de las declaraciones del Sr. Director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), Prof. Enrique Rubio, vertidas como si tal cosa, frente a un grupo de seguidores políticos en un local de Montevideo hace algunas semanas, no debiera haber pasado inadvertido ni siquiera para el común de la gente, atento a la gravedad de la confesión que se ha difundido.
Pues que un funcionario público, que posee el rango de “Ministro de Estado”, manifieste lisa y llanamente que las políticas sociales “debían transformarse en votos si se quería volver a ser gobierno, y que frente al riesgo del Frente Amplio de perder pie en la clase media” se debía ir hacia “la otra frontera social, que el Frente corrió hacia los niveles de pobreza” resulta por lo menos, de una inmoralidad palmaria.
¿Dónde quedó guardado el interés público que debiera ser la razón primera de los actos de gobierno? ¿Qué ocurrió con los principios democrático-republicanos?
Pues, a vista y paciencia de todos los contribuyentes, reconoció el alto funcionario, que los programas sociales del gobierno (por ejemplo el pago de salarios solidarios, instrumentados por su colega de gabinete, la Maestra Marina Arismendi, desde el Ministerio de Desarrollo Social que fuera creado a esos efectos) lejos de ser brindados para disminuir la pobreza que no bajó, encubrieron la verdadera finalidad: intentar que la dádiva de asistencia social a los más desprotegidos, se transformara en “base electoral” que luego se traduciría en votos.
Un viejo aforismo de derecho procesal nos enseña que: “a confesión de parte, relevo de prueba”, lo que en buen romance significa que, no es necesario probar lo reconocido por quien es parte en un asunto.
Tan es así que, el Prof. Enrique Rubio, sin tapujos de clase alguna, y al parecer sin consecuencias políticas –tal vez por gozar de la impunidad que le otorga la mayoría cuasi absoluta de que goza su partido en el Parlamento- olvida que la “generosidad” con que han buscado “atraerse” a los más necesitados, no es sino tan solo, un patético saludo materializado con sombrero ajeno.
Omite deliberadamente reconocer el jerarca de la más estricta confianza política del Sr. Presidente de la República que, la lamentable instrumentación entre otras políticas sociales, del pago del salario solidario, no sólo fue dado sin exigir contraprestación alguna, sino que no supuso disminución de la pobreza, ni de la mortalidad infantil, ni la mejor asistencia a los centros educativos por parte de los hijos de los “beneficiarios”. Nada de ello es tenido en cuenta.
Sólo se insiste en “correr la frontera social, para ampliar la base electoral”, para conservar el poder, cualquiera sea el costo, incluso –cuando las encuestas ya no les dan seguridad de triunfo- exhortando a lograr la mentada y tal vez, mágica “transformación” de “panes por votos”. Todo lleva a pensar que se atentó contra la dignidad de uruguayos, subestimándolos al punto de considerar que luego de visitarlos y censarlos…, podría requerírseles el voto, como forma de que pudieran devolver el favor recibido. Se trataría, ni más ni menos que, de un canje espurio y demagógico, de un repudiable vale todo, para intentar seguir siendo gobierno.
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