Miembro de apdu
     
Año III - Nº 197
Uruguay, 01 de setiembre del 2006
separador Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
 
separador

Fondo de Inversión

historia paralela

2012

legra

humor político

apdu

 

 
1
Prosperidad sólida
¿Por qué no progresamos?
Por Eduardo García Gaspar
 
separador

A pesar de que la pobreza en el mundo ha disminuido notablemente, ella llama la atención por una causa sencilla, su contraste con la riqueza alcanzada al mismo tiempo. Un caso claro está sucediendo en China, donde existen segmentos de población prosperando a tasas elevadas al mismo tiempo que otros segmentos no lo hacen. Es lo mismo que nos sucede cuando comparamos a Cuba con Taiwán.

O a Haití con Australia. Es la misma exacta pregunta planteada en el libro de Adam Smith en su título: qué es eso que hace prosperar a la gente, lo que crea la riqueza de las personas. Si ello se pudiese determinar, todo sería una cuestión de aplicarlo a la realidad de cada nación y asunto resuelto. La buena noticia es que tenemos muy buena idea de lo que debe hacerse. La mala noticia es que existen personas que no quieren hacerlo.

Sabemos que el progreso se logra por medio de personas libres para emprender sus negocios, lo que ha sido llamado un “vibrante sector privado”. Sabemos que no se logra por medio de la expansión del gasto gubernamental. Sabemos que se logra la prosperidad sólida por medio de la estabilidad política. Sabemos que los medios ambientes políticos inciertos causan pobreza. Sabemos que las prosperidad se alcanza bajo un estado de derecho y que no se logra cuando la ley es ignorada.

Sabemos que la prosperidad es más probable conforme más sencillo sea abrir, mantener y cerrar un negocio y que es menos probable conforme se elevan las dificultades de hacerlo. Sabemos que el bienestar se eleva abriendo las fronteras al comercio y lo opuesto. Sabemos que la corrupción disminuye el bienestar, que la división del trabajo lo eleva, al igual que la inversión que eleva la productividad. Sabemos que la inflación lastima y que la estabilidad monetaria ayuda.

En fin, sabemos muchas cosas sobre cómo elevar la prosperidad. No son cosas secretas, guardadas en un baúl bajo llave. Llevan siglos de haber sido escritas y publicadas. Están allí para ser vistas por todo el que quiera. No son recetas mágicas que funcionen de un día para otro. Todas implican trabajo y esfuerzo y ahorro y sacrificio. Tienen en común un elemento: la libertad y responsabilidad personales dentro de un ambiente de estabilidad razonablemente cierta.

La gran pregunta, por tanto, no es si tenemos o no el conocimiento para progresar. Lo tenemos y es sólido. La incógnita es por qué no se aplica ese conocimiento. La verdad es que se aplica en algunos lugares, no en todos. Se aplica, por ejemplo, en Irlanda, en Estonia, en Australia, en Hong Kong, en muchas otras partes, a su manera y estilo en cada lugar. Entonces, el problema es más específico.

¿Por qué no se aplica en México,  ni en Venezuela, ni en Argentina, ni en gran parte de África? La pregunta clave es ésa y no otra. Vale la pena una breve contestación a este misterio que en el fondo es igual al de tener una medicina para remediar la enfermedad que padecemos y no tomarla. Adam Smith se preguntó qué era lo que producía riqueza.

Nosotros debemos preguntarnos qué es lo que produce pobreza.

La respuesta que me parece más razonable es la del factor humano. Es decir, algunas personas han optado por no implantar las medidas que producen prosperidad. Se produce pobreza porque se toman las decisiones equivocadas y esto se puede deber a varias razones. Una de ellas es el desconocimiento: se ignoran la existencia de políticas económicas exitosas. Otra es la oposición a esas políticas: personas que piensan que esas políticas exitosas no lo son.

Pero la oposición a las medidas que producen prosperidad, la real y fuerte oposición, viene de otra fuente: las personas y grupos que derivan sus beneficios propios de la aplicación de medidas que causan pobreza en los demás. Es cierto. Son las empresas monopólicas estatales o privadas, los sindicatos únicos y grupos que logran ingresos sustanciales gracias a la ausencia de libertad económica.

La realidad es que si no progresamos es porque se ha decidido no hacerlo, tomando decisiones que crean pobreza. Es una decisión humana, consciente e intencional sostenida por personas que ignoran las soluciones, no creen en ellas a pesar de la evidencia, o son destructivamente egoístas.

Publicado con autorización del autor Contrapeso

1
 
pirnt
  mail  
up
 
21
Informe Uruguay se halla Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
Depósito legal No. 2371 deposito Nos. 338018 ley No - 9739, dec 694/974 art. 1 inc A
20
Los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, la opinión de Informe Uruguay
20