Miembro de apdu
     
Año III - Nº 210
Uruguay, 01 de diciembre del 2006
separador Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
 
separador

historia paralela

2012

legra

humor político

apdu

 
1
1935: Los viajes de antaño
Julio Dornel
 
separador

En la década del 30 la Posada de Joao Silva centralizaba toda la actividad que cumplían las diligencias que hacían el recorrido entre Rocha y Santa Vitoria do Palmar.

Relatos periodísticos se han convertido en los únicos testimonios de aquellas odiseas de varios días para sortear caminos intransitables.

Años más tarde la llegada de los primeros automóviles le permitió a las familias más acomodadas la posibilidad de acortar distancias.

imagen

De esta manera don Plinio da Silva Russomanno relataba para el semanario Liberal de Santa Vitoria un viaje familiar a la capital uruguaya. “En  el año 1935 la manera más rápida de viajar a Montevideo era trasladarse en auto hasta Rocha y luego tomar el ferrocarril para la capital uruguaya. Estábamos en el mes de julio y el invierno se presentaba riguroso con mucho frío y lluvia. Los caminos entre castillos y Santa Vitoria estaban intransitables. Era necesario mucho coraje para transitarlo, por lo cuál mi padre apeló para el experiente Lino Rodríguez cuyo taxímetro era marca chevrolet de seis cilindros. De esta manera un día de aquel julio terrible del 35 nos acomodamos de la mejor manera y partimos en  dirección al Chuy. El camino en la población de Chuy pasaba junto al arroyo mientras transitábamos frente a la Posada de Joan Silva, unos ranchos muy bien conservados.  Entramos al Uruguay por una calle que comenzaba en la línea divisoria de ambos países. A las 7 de la mañana partimos de Chuy y antes de llegar al comercio de Leopoldo Fernández en Gervasio ya habíamos sacado dos “peludos” que nos causaron varios problemas. Ya veíamos en el horizonte la silueta de la Fortaleza por esos años todavía abandonada y que representaba el fin de aquella zona tan peligrosa. Nos apartamos de la huella de otros automóviles y “peludeamos” nuevamente, siendo necesario una yunta de bueyes para tirarlo, pero con tanta mala suerte que rompimos el tren delantero del auto. Estábamos perdido. Como salir de aquel lugar. Como el chofer estaba dotado de una importante dosis de creatividad se las arregló para solucionar el problema, cortando la manija del auto para sustituir la punta del eje dañada. Continuamos el viaje, pasando próximo a la Fortaleza para entrar nuevamente en el camino. De esta manera llegamos a la parada obligatoria en el boliche de los Martínez. Anochecía cuando llegamos a Castillos y estacionamos frente al Hotel de Miguel Araujo. Cenamos y ya sobre una buena carretera hicimos el tramo hasta la ciudad de Rocha donde llegamos el mismo día. Vino luego la última etapa hasta la capital uruguaya. No está demás señalar- dijo don Plinio- que a pesar de conocer Pelotas y Río Grande quedamos enamorados de Montevideo. Así termino aquel viaje que para nosotros fue una verdadera odisea, pues apenas teníamos nueve años de edad.”

1
 
pirnt
  mail  
up
 
21
Informe Uruguay se halla Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
Depósito legal No. 2371 deposito Nos. 338018 ley No - 9739, dec 694/974 art. 1 inc A
20
Los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, la opinión de Informe Uruguay
20