Seamos razonables por Eduardo García Gaspar
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El problema, parece ser, es que existen dos grupos antagónicos. Unos lo han tomado como artículo de fe y han llegando a comparar a quienes rechazan al calentamiento global con quienes niegan al Holocausto. Los otros lo rechazan y afirman que los escenarios apocalípticos son el resultado de intereses políticos basados en modelos mal hechos. Y todo esto es una pena.
Por mi parte, me encuentro en una posición escéptica: creo que hace falta mucha más evidencia y discusión científica del asunto, no política. El calentamiento global es un tema demasiado importante para ser dejado en manos de Al Gore, cantantes, actores y comisiones políticas de la ONU. Este tema no se decide con alteraciones de la opinión pública, ni consensos políticos. Es demasiado importante para salir de la esfera científica.
Imagine usted una encuesta en la que le pregunten “¿Cree usted en el calentamiento global? Conteste sí o no”. No importa lo que usted conteste, ni lo que responda. La realidad no va a cambiar por causa de lo que pensamos. La realidad es que estamos en una situación clásica de incertidumbre: se han mostrado evidencias en favor, pero también en contra, con lo que suele llegarse a una conclusión sana: aún no sabemos lo suficiente para aceptarlo, pero tampoco para negarlo, con certeza absoluta.
Sabemos que hay elevación del dióxido de carbono, que ha habido recientemente elevaciones anuales de temperatura, sin bien mínimas. Sabemos también que la actividad humana ha tenido una gran expansión con buenos resultados económicos. Pero esto es el presente y lo que preocupa es el futuro, no lo actual. Son las tendencias lo que debemos estudiar más que ver documentales sesgados.
No es un problema nuevo para los humanos. Al contrario, es el problema de siempre, el de calcular razonablemente lo que sucederá en el futuro. En esencia es lo mismo que intenta hacer un empresario, un economista, un estudiante, todos. Queremos saber el futuro y haremos todo lo posible por intentarlo, hasta leer cartas y restos de café. Es decir, el problema es doble.
Necesitamos datos e información para hacer proyecciones y necesitamos modelos explicativos de esos datos para crear los modelos de proyección futura. En lo general, me parece, no tenemos los datos que necesitamos para proyecciones confiables y por eso, los modelos tampoco son confiables con la certeza que se necesita. El clima es un sistema en extremo complejo y modelarlo en una computadora es una tarea para la que no estamos preparados. Trate usted de hacer un modelo matemático del comportamiento de la economía, de lo que tenemos más datos, y verá el fracaso que tendrá. Pero de todas maneras la incertidumbre subsiste.
¿Qué hacer entonces? Hay un principio de prudencia inicial que mandaría actuar de la manera siguiente. La primera acción es centrar el debate en los terrenos científicos, alejando a los políticos. Es dejar a los expertos trabajar y quitarse de encima a los aficionados. La segunda acción es incorporar los aspectos de costos, lo que costaría realizar los cambios necesarios presuponiendo que las predicciones actuales sean correctas. Esto daría contexto al tema y evitaría pensar que todo se puede hacer gratis.
Lo anterior daría tiempo a la discusión más disciplinada y a la obtención de más datos. No es ilógico hacer esto dadas proyecciones de muy pocos cambios significativos, siquiera medibles y el costo que se ha calculado que tendrían las medidas sugeridas ahora. Pero queda una posibilidad, en mi opinión remota, pero que debe considerarse: ¿qué hacer si las peores predicciones son ciertas?
No tengo la respuesta, pero sí apunto que debe intentarse otra manera de ver el problema, más allá de la intervención estatal de prohibiciones y limitaciones. Los gobiernos tienen un muy mal historial de éxito en estas cuestiones y los costos serían tremendos. Simplemente no confío en los simples remedios gubernamentales y los errores que ellos suelen tener.
Pero hay otra dirección posible, la de la tecnología, en la que sí puede confiarse mucho más. Tecnología para tener mejores datos, mejores modelos, y mejores sistemas de control de emisiones contaminantes. Con los incentivos adecuados esta opción me parece mucho más viable en caso de que sea cierto el calentamiento global.
Fuente: Contrapeso.info
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