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Año IV - Nº 223
Uruguay, 23 defebrero del 2007
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historia paralela

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humor político

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Mujica, 2a. época
por Javier García
Javier García
 
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            Para Mujica, Arana es "Gardel" y por lo tanto con esa sentencia casi jurisdiccional en que se ha transformado su palabra, el ex intendente está a salvo de cualquier duda con respecto a su actuación. Agregó que los jerarcas, en una tan notable como insólita interpretación, cuanto más alto están en la escala de mando menos responsabilidad tienen en lo que pasa en sus reparticiones. Esta barbaridad política, jurídica y del más elemental sentido común dicha por un ministro transmite un enorme desprecio por la inteligencia de los uruguayos.

            Resulta que quien está arriba,ministro o intendente por ejemplo, según este buen hombre, no es responsable si el organismo que dirige hace negocios que dejan pérdidas por millones de dólares que debemos pagar luego los ciudadanos, como pasó con los casinos municipales, o si algún vivillo crea sociedades anónimas con familiares que proveen a la repartición que él mismo conduce.

            Esto es culpa del ladronzuelo, según Mujica, pero no del jerarca que lo nombró y que en última instancia firmaba estos negocios. No sabría, pero para eso hay alguien que asume la responsabilidad de la gestión que es en definitiva para ello y no para concurrir a vernissages que se está allí.

            Nuevamente para el gobierno la culpa la tienen los funcionarios, como pasó con el becario que le libró el carné de asistencia al ex senador, que fue según la ministra de Salud el inepto y único responsable.

            Mujica se dedica a pontificar desde su chacra. El nos avisa quien es bueno y quien es malo. Nos adiestra también sobre los temas que son importantes y los que no lo son. Absuelve y predica. Todo ahora le resbala y quien no dudó en su momento de querer imponer sus ideas con armas ahora nos recrimina a quienes queremos convencer de las nuestras con razones. Descreyó de la lucha política durante años y utilizó la violencia como método, pero ahora nos dicta cátedra de cómo debe ser el debate de ideas que él quiso destruir.

            Cuando era él, su sector y su partido quien denunciaba y ensuciaba, la tarea era una prioridad ética. Participaba de una cruzada moral que tenía como objetivo eliminar de la administración pública y de la política a los sospechosos.

            Ahora, cuando las piedras golpean en su techo, nos propina homilías que ocupan todos los bloques de los informativos y con tono acorde al objetivo nos habla de lo malo que son las denuncias en política.

            Las hizo durante 20 años, pero ahora descubrió que son una forma miserable de la política. Enhorabuena, aunque no le creo un pepino su sinceridad y creo que no le sirve ahora porque le tocó a él, su grupo y su partido.

            La dirigencia política y algunos periodistas le han permitido a Mujica lo que a ningún otro le toleran. Se han reído de sus ocurrencias y disparates, que prodiga con abundancia, toleran sus retos y no les importa que con tono canchero diga que es capaz de abrazar una culebra para ganar. Si eso lo dijera otro, lo crucifican. Haber sufrido no da derechos.

            Bienvenido su tono conciliatorio de ahora, pero no para tapar lo que mal huele de sus filas. Siempre me generó dudas la fe de los conversos y este descubrimiento de estilos que hace el ministro tiene ese tufillo.

            El gobierno se empieza a dar cuenta de que la política tiene, desgraciadamente, una cara de miserias de las que ningún partido escapa.

            Sería decoroso que el mediático ministro aprovechara para arrepentirse de haberse valido de éstas sin tasa ni medida.

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