¡Estoy harto! por Alejandro Olmedo Zumarán
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Periodistas, analistas, economistas y funcionarios del gobierno dicen que el país crece un 8 o un 9 % desde hace 4 años. Según ellos el índice de desempleo es de 8,7 % y el que mide la pobreza desciende, la recaudación aumenta día a día y las reservas superan los 30000 U$S millones de dólares.
Simultáneamente yo percibo la sensación contraria, veo que las calles están llenas de indigentes tirados en las puertas de los edificios o en la veredas. Los chicos están limpiando parabrisas, haciendo piruetas en los semáforos o rogando por una moneda. Nunca en mi vida he visto tantos niños drogados, desnutridos, tanta pobreza, miseria e indigencia en la Argentina. Continua la subvención de la pobreza con los planes anti-trabajar y anti-educación pero poco o nada se hace para solucionar el problema que tienen 14 millones de pobres en el país y otros tantos que no tienen trabajo. 30000 U$S millones de dólares de reservas ¿para qué?
¿Para subvencionar el transporte público en el cual viajar es una pesadilla?
¿Para subvencionar los servicios públicos que ya comienzan a dar señales de alarma?
Actualmente hay una alerta energética en el norte del país y los cortes de agua comienzan a aparecer en los hogares.
El periodismo tampoco ayuda a aclarar el panorama. Por ejemplo días atrás uno de estos valientes se preguntaba qué tenía que hacer el candidato a gobernador bonaerense, el vicepresidente Daniel Scioli junto al piquetero Luis D'Elia en un plenario de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) y lo intimaba a dar explicaciones del por qué de esa compañía. Enojado decía, "Estoy cansado que me tomen por ..." El cinismo de estos profesionales es increíble, le piden explicaciones al vicepresidente de su reunión con este activista, pero nunca han pedido explicaciones al presidente de la Nación, acerca de por qué nombró a este hombre, como secretario de estado. Y tampoco le piden explicaciones de por qué nadie del gobierno nacional ha salido a dar un comunicado de rechazo por el apoyo de este piquetero a un país cuyo presidente niega el holocausto y promociona la desaparición del estado de Israel.
Estoy hastiado de tanta falsedad. Si bien en Argentina el porcentaje de analfabetos y semianalfabetos aumenta aceleredamente, algunos no lo somos y no aceptamos este trato por parte de los gobernantes, funcionarios y periodistas dependientes que intentan convencernos de que estamos en el paraíso y la realidad es todo lo contrario.
¿Hasta cuando puede sostenerse esta situación, donde la inseguridad, la pobreza, la desigualdad, la anomia, el analfabetismo, la corrupción, la inexistencia del principio de la división de poderes, la falta de un servicio de salud a cargo del estado y el incumplimiento de la ley generalizado son moneda corriente?
En mi opinión, ni aunque tengamos 100.000 U$S millones de dólares, podremos salir adelante, en algún momento la crisis sobrevendrá, dentro de dos, cuatro, seis o diez años, no importa, pero llegará y será trágico.
El presidente se preocupa por hacer actos anti-Bush que agradan a una gran parte de la población y malgasta su valioso tiempo en algo que además de ser negativo para el país, no nos beneficiará, sino que alejará a la Argentina del mundo civilizado.
¿Qué país serio puede aliarse al comandante Chávez?
Hace tiempo que intento encontrar lógica a los movimientos de este gobierno y no la encuentro.
Hace pocos días el escritor Mario Vargas Llosa hablaba de dos tipos de izquierda, la vegetariana integrada por los chilenos Ricardo Lagos Michelle Bachelet, el brasileño Lula Da Silva, el uruguayo Tabaré Vázquez, el peruano Alan García y la carnívora, compuesta por Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, nombrando como incalificables a Néstor Kirchner y Cristina Fernández, maestros del camaleonismo político, pues pueden pasar de vegetarianos a carnívoros en cuestión de días y a veces de horas. Según el diccionario, inclasificable es aquel que no puede clasificarse y clasificable a su vez significa que se puede clasificar. O sea que nuestro presidente no es clasificable, y esto es tan malo o quizá peor que pertenecer a la izquierda carnívora.
En estos avatares transcurre el tiempo del presidente, en tratar de construir poder de cualquier manera, no me extrañaría que si en algún momento las encuestas anunciasen que apoyar a Estados Unidos le haría ganar una elección, comenzaría a hablar bien de Estados Unidos y mal del Comandante Chávez, su ideología consiste en quedar bien con quien más le convenga a sus propósitos. Pero de construir la República y sus instituciones ni hablar, erradicar la pobreza y la desnutrición infantil, para qué, si con unos cheques, algunos colchones y electrodomésticos antes de las elecciones es suficiente para que el pueblo ignorante e inocente lo vote.
Basta ver la incertidumbre que han causado las medidas tomadas por China para limitar la especulación financiera, nuestra bolsa ha caído, los bonos de la deuda pública también y se teme que esto afecte la demanda y los precios de los productos que son la base de nuestro crecimiento económico. Esto prueba que poco se ha hecho para no depender de los factores externos. ¿Qué ocurriría si la India, China y el Comandante Chávez entraran en crisis. Mejor no pensarlo, seguramente sería la peor tragedia para la Argentina superior aun a la de 2001. Cuatro años de crecimiento continuo que no han servido para construir la República, sino para acumular poder y mostrar al mundo que tenemos 30000 U$S millones de dólares de reservas. Pero la inseguridad, la salud, la educación y la participación del estado en estas áreas esenciales ha sido inexistente.
La iniquidad en la distribución de la riqueza es la misma que en gobiernos anteriores. La clave de este supuesto éxito ha sido la situación externa favorable.
No veo que los políticos se interesen en reconstruir la Nación, los ciudadanos tenemos nuestra gran cuota de culpa y somos cómplices de ello. Debemos participar, opinar, reclamar, pedir explicaciones y no ir a votar cada dos años. Los que nos damos cuenta que nuestro futuro es el abismo tenemos la obligación de participar para tratar de cambiar esta decadencia crónica.
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