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Año III - Nº 184
Uruguay, 02 de junio del 2006
Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
 

 

 

 

El trazo de la semana

A quien haya visitado
Colonia del Sacramento

por Marzio Girola

....................Quien haya visitado Colonia del Sacramento, en el Departamento de Colonia - Uruguay, comprenderá a que me refiero cuando digo que siempre se regresa. Y es que más allá de esta Colonia Portuguesa del siglo XVIII, con el lento y reposado andar de sus callejuelas empedradas, su escala acogedora y su magnífico estado de conservación; los habitantes logran forjar un ambiente especial, que hace de la ciudad amurallada, un retorno impostergable.

....................Quien visite la Casa Nacarello, una casa portuguesa del siglo XVIII, perfectamente restaurada en 1994, no podrá dejar de asombrarse con Mirella. Es la guía del lugar y logra trasmitir a cada visitante, con el orgullo propio de quien respeta su labor, la historia de dicha casa, así como el amor por la ciudad colonial. Cierta y lamentablemente, no estamos acostumbramos a recibir tanta atención y menos, sentir de quien nos atiende, verdadero amor hacia su trabajo. Mirella se encarga de dar lo mejor a quién llegue hasta la Casa Nacarello y cada uno sale de este museo, con un sentido del respeto hacia esa reliquia historia, la que fue declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO, por el simple contagio que ella genera.

....................A unos pocos metros de la Casa Nacarello , la boutique de Charito logra dar su toque de agradecimiento a los visitantes, interponiendo a los artículos expuestos para la venta sobre las estanterías de su interior, un cartelito escrito a mano, con frases célebres a modo de ofrenda. Charito lleva casi el mismo tiempo que Mirella trabajando en la Colonia y dejan traslucir, entre sonrisas y anécdotas exquisitas, el hecho de sentirse parte inseparable de la misma. Al igual que el mozo del restaurante de la plaza de la catedral, que a viva voz convida a degustar las pastas de la nonna, y tantos otros; conforman el ingrediente vivo que hace de Colonia del Sacramento algo más que un monumento histórico, acariciándonos el alma durante el recorrido por sus callejuelas empedradas.

....................Así también aquel a quien los lugareños apodaban el Oreja, que junto a su compañera la Negrita, daban a la Plaza Mayor ese toque escenográfico que la quitaba del letargo de simple monumento y la resucitaban, para insertarnos dentro de una obra viva. Recorrían sus calles acompañando al turista, hasta llegar al final del recorrido en el puerto, donde parecían despedir a cada visitante. Luego retornaban a la ciudad amurallada a compartir el cierre de locales con sus viejos amigos.

....................Al Oreja lo encontraron junto a la Negrita, muertos en la Plaza de los niños. Envenenados con un empaste superficial adherido a su cola, con la finalidad que al lamerla, el veneno se introdujera en su vientre. Cuentan que un veterinario sería el causante del hecho y hoy Colonia del Sacramento llora la impotencia producto de la intolerancia irracional. Y es que el Oreja y la Negrita eran dos perros, lo que pareciera restar importancia a la vida y dar a un veterinario, el derecho a disponer de ella, a voluntad. El veneno yacía superficial sobre la piel del Oreja en la Plaza de los niños. La tristeza hoy empaña a la Plaza Mayor y un trozo de vida fue quitada de la Colonia, por la intolerancia que amparada por la impunidad histórica que caracteriza el amiguismo de los pequeños poblados, terminan por ignorancia y falta de sensibilidad, destruyendo sus propios patrimonios.

....................Ya no será lo mismo andar por la Colonia sin la compañía del Oreja, quién fuera inmortalizado en varias postales que hoy se exponen para publicitar el lugar.

....................Ya la dulzura de Mirella lleva un dejo de sombra que quedará por siempre entre las grietas de la Casa Nacarello y Charito busca entre todas sus frases célebres, en vano, alguna que justifique esta deplorable ejecución.

....................Y es que para algunos, el Oreja era tan solo un perro.., esperemos que nunca llegue el día, que para algunos otros, la Colonia del Sacramento llegue a ser tan sólo, un montón de piedras amontonadas.

 
 
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