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El hombre de las
praderas de agua. * Fernando Quiroga |
Es extraño como el mundo de imagen encantada de algunos escritores se mete en la mirada de cada uno
Cada vez que leo a Irving o veo alguna de las películas que se han hecho con sus obras, veo la pradera de agua de su tierra, plana, apacible, inmensa tierra oceánica y placida
Cuando era chico me pasaba lo mismo con otros tipos que llevados de la mano de esa palabra lenta de algunos clásicos americanos, enamoraban la vista con la marea de paisaje llano
Siempre los asociaba a largas playas oceánicas, a paisajes sureños, a desiertos sin montañas ni tabiques de paredes rocosas ni impedimentos para la tierra de los sueños que se extendía ante ellos
No hay ritmo, la poseía castellana les da siete mil vueltas en requiebros y cadencias, pero no puede con ellos a la hora de medir el tiempo que queda estancado en una ensoñación eterna, las escenas se pueden calcar mientras aparecen en la mente
Que distinta esa América enamorada, de esa otra en que ni siquiera podemos saber el nombre de los muertos que se lleva la historia
Homérica América encantada, la de Irving, como la de tantos pintores de palabras que todo aquel mundo ignora
Ustedes se imaginan otra música que no sea la de Ferry Stacey ahí? Se imaginan ahí a Bernstein por ejemplo?
No
Yo creo que no, yo creo que para la convulsa América de los cincuenta, si, pero para la deseada América de ayer que alguien podría adorar en la memoria, y que ya no esta, Stacey es mucho mas mejor, como decía mi abuela
Porque creo que casi no hay nada que pueda recrear la adoración de las imágenes como la música, el mundo recuperado de ese mundo torturado de familias que todas, sin excepción, tienen muertos en las guerras recientes y pasadas, ese mundo, digo, tiene que adorar la placida América de antes de la Gran Depresión
Y para eso, hoy, no hay nada como una buena novela americana puesta en cine, con música adecuada
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