Juan Raúl, no agrego la rosada ni la blanca por Prof. Antonio Romero Piriz

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         Conocí la peripecia, que mucho respeto, de Wilson y Juan Raúl, de lejos.

         Seguí con mucha emoción el regreso a Uruguay, sintiéndome dentro del barco, desde Estocolmo, donde estaba exiliado y proscripto por la dictadura.
 
         La televisión sueca tenía reporteros en la embarcación, que nos transmitían todo lo que ocurría.

         Luego de haber roto con el frentismo, busqué contacto en España con un representante de Wilson allí, en 1980.
 
         Le conté que había sufrido una brutal agresión de las fuerzas de choque del partido comunista (PCU) en el campamento de refugiados de Moheda. Podría haber sido wilsonista en aquel entonces, pero ¿qué me respondió este importante  wilsonista cuyo nombre no recuerdo? Que no podían tener fricciones con el  PCU porque eran aliados en la “Convergencia Democrática”.

         Las vueltas de la vida y esta decisión por descarte, eligiendo lo menos malo, me llevaron en las internas de 2009 a votar por Larrañaga, y la lista de Pablo Iturralde.

         En mi intensa actividad en Facebook, uno de mis amigos (contactos) es precisamente Juan Raúl Ferreira, cuya amistad quisiera pensar que continuará luego de esta nota.

         No me sorprendió que apoye la derogación de la ley de caducidad, pero así como él hizo uso de su libertad para hacerlo, voy a hacer uso de la mía para discrepar.

         Lo hago desde el lugar de alguien que nunca recibió más que palos de una dictadura de la que fui y soy opositor.

         Me dio las zozobras de la acción política clandestina y sus riesgos de cárcel y aún de muerte.

         Me dio los sufrimientos de ser un preso político durante años, de la capucha, el miedo, los golpes  e ainda mais.

         Me dio la tristeza de vivir lejos de mi Patria, no poder volver a ella, y ser tratado de “apátrida” (cuando siempre he sido un Patriota Oriental) en cada aeropuerto cuando presentaba el pasaporte de refugiado de las Naciones Unidas.
 
         Me dio tener que enseñarles a mis pequeños hijos que éramos un hermoso país en el sur de América al que no nos dejaban volver.

         Volví con la amnistía, que entre otras cosas levantó el embargo a todos mis bienes.

         Por eso, la razón del artillero, no estoy con la idea de que se suspendan a la vez la ley de caducidad y la amnistía, porque todo lo que construí en estos 25 años desde que volví del exilio podría verse afectado.

         PERO TAMPOCO ESTOY POR LA DEROGACIÓN DE LA LEY DE CADUCIDAD, que fue votada por un parlamento democrático y ratificada por la mayoría de los uruguayos con su voto amarillo.

         Porque la dictadura fue hace 40 años, y los militares que participaron en ella han muerto o son ancianos inofensivos.
 
         Hasta el propio Mujica ha dicho que no le gusta pegarle a un viejo en el piso.

         Y porque los que lo promueven son partidarios de una dictadura peor, la que hay en Cuba hace más de 50 años, sin ninguna intención de ir a una salida democrática y con presos políticos aún hoy en día.

         POR ESO Y MUCHOS MÁS ARGUMENTOS NO PONDRÉ LA PAPELETA ROSADA NI ME VOY A ASOCIAR CON LOS QUE LA PROMUEVEN.

         De paso agrego que tampoco pienso agregar la blanca, pues el destino del Uruguay tenemos que resolverlo los que vivimos y sufrimos en el país.

© Antonio Romero Piriz para Informe Uruguay

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