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Año V Nro. 358 - Uruguay, 02 de octubre del 2009
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El 1º de septiembre de 1939, a las 4.45 a.m el acorazado alemán “Schleswig-Holstein” disparó sus cañones contra la guarnición polaca de la fortaleza de Westerplatte, Danzing (hoy Gdansk) En forma simultánea, 62 divisiones alemanas, apoyadas por 1300 aviones, comenzaron la invasión a Polonia. De esta forma se inició la Segunda Guerra Mundial, el más grande conflicto bélico de la historia que dejó como terrible balance la muerte de más de 70 millones de personas. La decisión del dictador alemán Adolfo Hitler de invadir Polonia fue contra viento y marea, ya que Alemania no se encontraba preparada ni económica ni militarmente en ese momento para una guerra de esa envergadura. El tiempo le presentaría como contendores a Inglaterra, Francia y en 1941 a los Estados Unidos y la Unión Soviética. Hitler no hizo caso a sus generales quienes le recomendaron tuviera cautela y le solicitaron esperar hasta 1943, para estar en mejores condiciones económicas para enfrentar una guerra, y para mejorar en entrenamiento y equipamiento para sus fuerzas armadas. Sin embargo, Hitler hizo oídos sordos a estos consejos y se lanzó a la guerra. En Polonia el ejército alemán casi hizo un paseo. En los dos primeros días casi todos los aeródromos y la fuerza aérea polaca estaban destruidos. En dos semanas los nazis habían llegado a las afueras de la capital Varsovia. Mientras tanto Josef Stalin el dictador soviético, aliado momentáneo de los nazis con quienes había firmado un pacto de no agresión, invadió a Polonia por el Este. Hace unos días, el pasado 1º de septiembre, transcurridos 70 años; Vladimir Putin, Primer Ministro de Rusia dio a entender una tímida disculpa al declarar en un discurso que ese acto era condenable “sin ninguna duda”. El 19 de septiembre de 1939, Adolfo Hitler entró en Danzing, aclamado por sus habitantes (de mayoría alemana) y el 27 del mismo mes Polonia ya había sido dividida entre los dos dictadores, Hitler y Stalin. Pero, a pesar de esta contundente victoria, Hitler estaba muy preocupado ya que Gran Bretaña y Francia se negaron a aceptar la oferta de paz que les hizo llegar en los primeros días de la invasión. Alemania había conseguido una victoria rápida “Blitzkrieg” (guerra relámpago) pero la guerra sería larga y muy difícil de ganar. Una anécdota lo confirma. El 3 de septiembre, el embajador inglés, Henderson se presento al despacho de Von Ribbentrop, Ministro de Asuntos Exteriores Alemán, quien no lo recibió. A continuación y ante tal desplante el diplomático inglés le entregó el ultimátum al intérprete del ministerio, Paul Schmidt, en el cual decía textualmente:
En ese momento se puede decir realmente que empezó la Segunda Guerra Mundial. Adolfo Hitler desoyó primero el consejo profesional de sus generales y escuchó, reflexionó y le hizo caso a Von Ribbentrop, quien le había asegurado que Inglaterra de ninguna manera se atrevería a pelear por Polonia. De tal manera que cuando Hitler , recibió el ultimátum inglés por intermedio de Henderson, se dice que quedó casi petrificado y se volvió enojado hacia Von Ribbentrop Sería el principio del fin, cinco años y medio después, Alemania estaría vencida y totalmente destruida y Adolfo Hitler se había suicidado y con él los sueños de “Alemania sobre todas las naciones”. ¡Hasta el próximo análisis…! © Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez para Informe Uruguay
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