|
El futuro del matrimonio Kirchner
|
por Carlos Malamud |
|
|
"La amplitud de la victoria, el oficialismo roza el 45%, no puede esconder algunas cuestiones de interés, como es el hecho de que la suma de los votos de Elisa Carrió y Roberto Lavagna araña el 40%. A esto se agrega la derrota sufrida por la presidenta electa en las principales ciudades del país: Buenos Aires, Córdoba, Rosario o Mar del Plata, lo que evidencia que el voto urbano, de los sectores medios con un mayor nivel de educación fue adverso al proyecto kirchnerista".
Finalmente no hubo sorpresas y, en la línea vaticinada por casi todas las encuestas, la Sra. Cristina Fernández de Kirchner se impuso de forma contundente en las elecciones presidenciales argentinas. La amplitud de la victoria, el oficialismo roza el 45%, no puede esconder algunas cuestiones de interés, como es el hecho de que la suma de los votos de Elisa Carrió y Roberto Lavagna araña el 40%. A esto se agrega la derrota sufrida por la presidenta electa en las principales ciudades del país: Buenos Aires, Córdoba, Rosario o Mar del Plata, lo que evidencia que el voto urbano, de los sectores medios con un mayor nivel de educación fue adverso al proyecto kirchnerista.
Pese a su brutalidad, y a su salida de tono, es sólo el resentimiento por la derrota, aunque pequeña, inflingida, la que explica las palabras de Alberto Fernández, Jefe de Gabinete del presidente en funciones, quien trató de “soberbios” a los electores de la Capital, a la vez que les pedía que "dejen de votar y pensar como una isla en el país". Llueve sobre mojado. Parece que el kirchnerismo no termina de conectar con los sofisticados porteños, a los que el presidente Kirchner llamó en su día, antes de las elecciones ganadas por Mauricio Macri, “capitalinos”, en un alarde de temeridad muy mal recibido por sus receptores. Se ve que frente a un proyecto de ganarlo todo no hay derrotas pequeñas y que cada una de ellas puede ser vivida como una catástrofe.
De los guarismos de la elección, y hasta que el escrutinio nos permita un análisis más desagregado, lo que más llama la atención es el escaso índice de participación, en torno al 73%, en un país donde el voto es obligatorio. Se trató de la elección con menos participación popular desde el retorno a la democracia, teniendo en cuenta que el promedio de asistencia a las urnas en las últimas elecciones presidenciales, desde los años 90, rondaba en torno al 80%.
En buena parte de los análisis sobre el futuro de Argentina y sobre el futuro del mandato presidencial de la Sra. Kirchner se repite una pregunta presente hace más de cuatro años atrás, cuando Néstor Kirchner fue elegido presidente: ¿quién mandará en el país, él o ella? Y si bien el citado Alberto fernández también insistió en que la gestión del futuro gobierno no será “de doble comando”, no sería improbable que las decisiones más importantes no se tomaran en el seno del gabinete, una institución prácticamente inexistente en los últimos cuatro años, sino en la intimidad de la Quinta Presidencial de Olivos, la residencia del presidente argentino, en el futuro de la presidenta, y de su cónyuge. Será éste, precisamente, un punto no menor para evaluar la capacidad del futuro gobierno. ¿Cuál será la relación de la presidenta con sus ministros? ¿Habrá reuniones, y decisiones, colegiadas, pese al extremo presidencialismo, o todo dependerá de la capacidad de mando de la número uno?
En estrecha relación con la cuestión del poder, y también de los votos recibidos por la candidatura oficialista, está el futuro del Partido Justicialista (PJ) o del peronismo. Si bien los Kirchner apostaron por la transversalidad, que implicaba la superación, vía demolición, del peronismo y el radicalismo tradicionales, la presidenta electa pudo obtener tal condición por el voto peronista, visible en la vital provincia de Buenos Aires y en otras ciudades del interior del país. Ahora bien, la cuestión de quién se hará con el control del PJ aún no está resuelta. El 10% cosechado por Adolfo Rodríguez Sáa no es para echar cohetes, pero tampoco para enterrarlo. A eso se suma el anunciado retorno de Eduardo Duhalde a la vida pública del peronismo a partir del 10 de diciembre, fecha de la toma de posesión del nuevo gobierno. Desde siempre el peronismo fue receptivo a las indicaciones del poder, especialmente si el control presupuestario derrama hacia abajo. Pero en cuanto comiencen a aparecer complicaciones, si es que aparecen, el bloque aparentemente monolítico en el poder, puede comenzar a resquebrajarse.
El otro punto interesante de ser seguido es el de la política exterior, especialmente porque se ha afirmado hasta el cansancio que va a ser una de las áreas donde el cambio, que no la continuidad, será más visible. Más allá de la permanencia o no de Jorge Taiana como ministro de Exteriores, lo que no quiere decir demasiado en función de lo señalado más arriba, las giras internacionales de la presidenta electa han aportado poco de sustancia, más allá de su mayor interés por la política exterior, especialmente si lo comparamos con la desidia con que era enfrentada por el presidente en funciones. De las declaraciones de la entonces candidata, la semana previa a las elecciones, se deduce su intención de volver a cuadrar el círculo, intentando quedar bien con todos, lo que a priori no está mal, pero suele depender mucho de las circunstancias.
Me refiero, claro está, a su voluntad de mantener cordiales relaciones con Estados Unidos y estrechos vínculos con su amigo Hugo Chávez. Esto fue posible hace cuatro años atrás y pudo hacerlo, no sin problemas, su marido presidente. Pero el futuro se muestra algo más incierto y con algunos nubarrones en el horizonte, con independencia de si ganan los demócratas en las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. El enfrentamiento entre Hugo Chávez y George Bush ha pasado unos límites que hacen prácticamente imposible que el nuevo inquilino (o inquilina) de la Casa Blanca tenga margen para cambiar mucho las cosas y puedan emprender un diálogo constructivo. ¿Qué pasará en el caso de un ataque de Estados Unidos contra Irán? ¿Por quién se inclinará Argentina o se intentará reproducir la neutralidad dorada de la Segunda Guerra Mundial?
Las tareas pendientes son muchas, tal como señalaba en un anterior análisis de Infolatam (http://www.infolatam.com/entrada/elecciones_argentinas_esta_todo_bien_ata-5739.html) y ocupan distintos ámbitos de la realidad. De su justa resolución dependerá el futuro de los argentinos. Sería deseable que los pasos del nuevo gobierno vayan en la dirección adecuada, pero ello implicaría una renovación más profunda de los equipos de mando que lo hasta ahora preanunciado y, también, un control más efectivo del PJ. Ojalá me equivoque, pero en la larga marcha que nos ha conducido hasta aquí, el matrimonio Kirchner ha dejado muchos cadáveres en las cunetas.
Fuente: Infolatam
|