Contestando al Sr. Luis Tappa - Los Marsupiales nos metieron en la bolsa.
Leo todas las semanas este retazo de Uruguay que nos llega a los que vivimos fuera de fronteras. En mi caso, con más de 30 años en Australia, como un último eslabón a lo que otrora fuera un gran país.
Con el Sr. Tappa, me separan diferencias ideológicas diametralmente opuestas, irreconciliables y absolutamente contradictorias. Lo que el Sr. Tappa ve blanco, para mí es negro retinto. Si para el Sr. Tappa algo es malo, para mí es lo mejor que existe en el mundo.
Sin embargo, reconozco y con mucho orgullo, que este señor escribió posiblemente el mejor artículo jamás publicado en este prestigioso semanario. Artículo que a más de uno se le debe de haber atragantado, pero no por eso menos certero, exacto y triste.
Sí señor Tappa, tiene Ud. mucha razón cuando habla de vergüenza ajena. Es la misma que tenemos que sufrir los que nos hicimos un porvenir decente y que nos ganamos el respeto de la comunidad australiana multicultural, precisamente en base a educación, respeto y consideración a las ideas ajenas.
Es la misma vergüenza que pasamos hace 4 años cuando el equipo uruguayo fue recibido en Sydney con bombos, platillos, murga, tamboriles, griterío, etc, y el equipo australiano, fue ESCUPIDO EN LA CARA al salir de Carrasco. Debería decir "salivado", pero sería tirar margaritas a los cerdos.
En menos de cinco minutos, la noticia había recorrido el mundo, no sólo por la rapidez actual de las comunicaciones sino por el prodigio de Internet. Y los uruguayos que aún conservamos la vergüenza, tuvimos que bajar oprobiosamente la cabeza.
Esa idiosincrasia que Ud. cita, Sr. Tappa, basada en fútbol, mate y tamboril, es la podredumbre más nauseabunda de la que hace gala el país. Nada de educación, nada de corrección, nada de espíritu deportivo, nada de modales hacia los invitados, nada de nada. Escupirlos en la cara, tamborilear toda la noche frente al hotel para que no descansaran, insultarlos soezmente, fue la consigna frente a la cual, no sólo no hubo una disculpa por demás merecida, sino que se minimizó su importancia como la obra de "algunos exaltados"!
Un detalle que Ud. no mencionó y que me permito agregar, fue el juego sucio. Si bien ningún equipo de fútbol cataloga para lucir el halo de santo, el juego sucio de Uruguay es ya conocido internacionalmente. Para mal de males, cuando un jugador uruguayo se tiró al suelo fingiendo una lesión, la cámara lo "pesca" exactamente en el momento en que levanta la mano que le cubre los ojos, "vicha" lo que pasa sin atisbo de dolor y se cubre de inmediato para seguir fingiendo lo que no pasó.
Sucio de toda suciedad, fútbol uruguayo. Y la vergüenza nos alcanza a todos, no importa en qué parte del globo. Claro, solamente para aquellos que aún la conservamos.
Otra observación exacta fue la importancia que se le atribuye al fútbol. Naturalmente que es una importancia explotada por cuatro "vivillos", que tapan el ojo de la gente para no dejarles ver la triste realidad que los rodea.
Hace algún tiempo atrás, puse algunos contribuciones en este semanario respecto a otro tema sobre el cual no voy a ahondar ahora, ya que no quiero disminuir en un ápice la genial contribución del Sr. Tappa. Va a título de mención ya que se encuadra perfectamente dentro de los "cuatro vivillos" que se hacen el negociado, sin importarles las nefastas repercusiones extra fronteras.
Me refiero al infame negociado del Gardel tacuaremboense basado en la abyecta y ruin bayardábula.
No bastó que se presentaran pruebas fehacientes, incontestables, incontrovertibles, demostrables y autentificadas por el propio Poder Judicial uruguayo de que Gardel nació en Francia.
No bastó el fallo de la UNESCO, reconociendo a Carlos Gardel como cantor argentino nacido en Francia.
No bastó la declaración de la Secretaría de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires reconociendo el origen francés de Gardel.
No bastó la disparada ruin y cobarde de la delegación uruguaya al Congreso "Quién es Gardel", cuando las papas quemaban.
Pero sí bastó que cuatro vivillos inventaran el infame negociado de Tacuarembó, la cuna de la vergüenza uruguaya para estafar dineros mal habidos a los incautos que visitan la tumba de la presunta madre de Gardel.
Tuve una inesperada ocasión de regocijo cuando una seudo historiadora quiso cruzar lanzas conmigo y no sólo fue un placer desenmascararla, sino mucho mejor ponerla en evidencia como falsaria y embustera.
Y eso es otro foco de vergüenza internacional. ¿Tan grande es la miseria moral del Uruguay que necesita robar migajas de gloria ajena para embanderarse con lo que no le corresponde?
¿Tan necesario es recurrir al engaño y la superchería para crear un emblema?
Volviendo al sensacional artículo del Sr. Tappa, tan necesario es lucir la poca vergüenza que tienen algunos uruguayos ? ¿Son el mate, el tamboril y la grosería la imagen que quieren proyectar ?
¿Olvidan acaso, que gracias a Internet, cuando un uruguayo estornuda, un ruso dice "salud" y un italiano contesta "gracias" ? O sea, que absolutamente todo lo que se dice y hace en el Uruguay, (como en otros países) instantáneamente recorre el mundo y es puesto bajo el tamiz, sirviendo como ejemplo laudatorio o escarnio vergonzoso para el resto de los uruguayos.
Una condición innata en el ser humano es el sentirse orgulloso de su origen y como al que más, también me gustaría sentirme orgulloso de ser uruguayo. Pero si ser uruguayo significa escupir la cara a contrincantes en el deporte, o estafar la sagrada memoria de Gardel con el inmundo negociado tacuaremboense, gracias. Les regalo ese orgullo.
Lo felicito calurosamente, Sr. Tappa, por un excelente artículo que de una buena vez, pone los puntos sobre las íes.
Y como corolario, como homenaje a sus líneas, reitero su mismo mensaje, el cual no tiene desperdicio:
¡¡¡¡¡¡ DESPIERTEN, URUGUAYOS, DESPIERTEN !!!!!!
Ojalá que no sea muy tarde. Una vez, fuimos la Suiza de América. Una vez tuvimos uno de los índices más altos de alfabetización. Una vez, fuimos un ejemplo de cultura cívica y respeto a la democracia. Una vez....
De ese Uruguay, estaré orgulloso mientras viva.
Jorge Alberto Sassón
Sydney-New South Wales/Australia
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