Remotos bandoneones despliegan en la noche sus pájaros de bruma
	* Amilcar Legazkué

Arrinconado en el ventanal del club Ambassador de General Flores me veo pibe entre los efluvios de tangos malevos y mujeres de boquitas pintadas y pequeñas.

Afiebrado tomo aire en el balcón inmenso del pasado del Palacio Salvo mientras Tiempos Viejos alborota a los vecinos todas las noches con sus bandoneones fantasmales de guapos y féminas de grandes escotes.

Todo se fue 'mano' como un riachuelo entre caminitos que el tiempo ha borrado y que juntos nos vieron pasar por un Montevideo del siglo pasado, donde adiós muchachos los uruguayos no sabemos donde fueron (fuimos) a parar....

Pero si, fuimos a parar, con la garganta seca y reseca, a algún viejo boliche que se borra, entre mesita de billar, mesitas enanas y una radio donde El Mago no quiere morir.

Es que el Mago esta hecho de fierro y su sonrisa es de todos y nos anuda sin cesar la tierra que pisamos algún día y el puerto viejo y el Valle Edén.

Somos gardelianos aunque no querramos, pibitos.

El Solís se viste de esplendor y galas para acoger en luces lo que ayer fue un boliche pequeño de algún barrio, un Jueves cinco, una Giralda, un Funfun, una casa de Margot, un Club Libanés, un laico templo del whisky, un Sorocaba ...donde el baile -salón quebró sus cortes sensuales en la noche montevideana.

Y que decir cuando ahora el tango arremete en el Radisson, en el Conrad, en el Casablanca, en el Palacio Legislativo....como un vuelo arrasador de pasiones y colores,como un aturdidor y armonioso vendaval de vida,

Así, los viejos fantasmas del pasado, que duermen como pájaros en los bandoneones, salen y vuelan ,piantados, hacia el cielo nuevo del Uruguay al sol.

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