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Año III - Nº 159 - Uruguay, 02 de diciembre del 2005

 

FIN DEL CAPÍTULO&
CON TRAGO AMARGO

* Fernando Pintos
 

Acabo de recibir una carta del amigo y compatriota Francisco Nunes, quien como muchísimos de nosotros, uruguayos, reside en el exterior. En su caso se trata de Portugal, y dentro de ese hermosísimo país, la isla de Madeira, por lo cual muchos podrían y deberían envidiarlo. Francisco no ha perdido sus raíces y sigue siendo uruguayo. Ser uruguayo fuera de Uruguay es cosa difícil, porque siempre se recuerda el país de uno con nostalgia, con cariño, con remembranzas. Saudades, como suelen decir los hermanos brasileños. Y uno de los referentes principales que a todos los uruguayos que estamos regados por el mundo nos une, alienta y sostiene es, ¡sorpréndanse si quieren!, el fútbol uruguayo. De seguro habrá alguien, en estos momentos, que leyendo esto se ponga a mascullar entre dientes algunas frasecillas tronantes cuya reproducción me eximo siquiera de imaginar& Y no habrá de ser por nosotros, los uruguayos que estamos lejos de la Patria -a quienes, como mucho, podrá obsequiarnos algún recordatorio que tal vez retumbará con el tan criollo dicho: "¡pandilla de giles!"-, sino por lo otro, por el fútbol uruguayo. Por sus dirigentes. Por sus protagonistas. Por los que viven de él y lo vampirizan sin pausas. Por los árbitros sucios que no cobran penales evidentes. Por tipejos como el entrenador de Australia, quien hizo una sucia guerrilla psicológica contra la celeste. Por los mafiosillos que prometieron un chárter pero, después, ¡oh sorpresa!, terminaron mandando a los jugadores en segunda clase. Por el dineral que los australianos, con su fútbol mediocre, se han gastado para eliminar a Uruguay de cualquier manera. Por las suciedades e inmundicias de marca mayor que se manejan en la FIFA. Por los "patrióticos empresarios" que renunciaron al charter para la selección porque, muy posiblemente, los australianos los aceitaron convenientemente. Por los directivos mafiosos que siguen aferrados a sus asquerosos cargos con veinte uñas. En fin, por toda esa mugre que rodea al fútbol uruguayo y que lo ha convertido en un vil comercio y en un asqueroso carnaval. En fin, qué digo& Cualquiera que lea estas líneas tiene muy justificado decirnos, a todos los uruguayos que andamos regados por el ancho mundo de la Globalización, que somos "esto" o "aquello". Yo, cuando menos, lo acepto. Y al mismo tiempo me siento terriblemente deprimido por la eliminación de la selección uruguaya de otro Mundial, ¡de uno más! Porque fuimos al de 1990, pero después nos eliminaron del de 1994 y 1998. En 2002 accedimos apenas, o más bien a duras penas, jugando una eliminatoria contra este mismo mediocre equipo australiano. Y ahora, para 2006, quedamos nuevamente fuera, porque ni siquiera contra esa selección australiana (una oncena de infelices apoyada por una camionada de dólares) pudimos. Cuando por historia, por mandato, por calidad de jugadores, por acumulación de títulos y laureles, por lo que sea, debimos haber pasado por encima de ellos, de sus intrigas y de sus dólares& ¡Y debimos haberlo hecho con suma facilidad! Bailándolos, tanto en Montevideo como en Sydney, Canberra o donde nos hubieran hecho jugar la vuelta.

Pero nada de lo que debía haber ocurrido aconteció y entonces estamos aquí y ahora, nosotros todos, lamentando una vez más la agonía del fútbol uruguayo. Un fútbol uruguayo que carece de todo: de rebeldía, de agallas, de inteligencia. De todo. Porque pudo ser que nos hubieran eliminado en el 94, pero debíamos haber vuelto, arrebatando, en el 98, en el 2002, en el 2006, ¡y sin jugar repechajes ni eliminatorias contra cualquier Perico de los Palotes! Pero no fue así, porque si antes en Sudamérica había un trío indiscutido de grandes, Argentina, Brasil y nosotros, ahora existen dos grandes, algún que otro mediano y después los pequeños, entre los cuales ya nos vamos colando nosotros. Y es por esa razón que acontece lo más peligroso de todo, lo más triste, lo más deplorable& ¡Nos estamos acostumbrando a quedar fuera de los Mundiales con una pasividad y una resignación asombrosas! Claro, desde 1990 ó 1991 también nos hemos acostumbrado a quedar fuera de las principales instancias de la Copa Libertadores de América. Y nos hemos acostumbrado a ni siquiera figurar en la Copa Sudamericana. Y también nos estamos acostumbrando a que nuestros seleccionados juveniles no lleguen a los mundiales y también a -si es que por casualidad llegan-, soportar papelones y vapuleos. A todo eso y cosas peores aún nos acostumbramos. Por ejemplo, a que un equipo grande como Peñarol pierda por 7 a 2 contra Danubio y a la semana siguiente sufra una goleada de 3 por 0 a manos de Plaza Colonia, último equipo de la tabla. A todo eso se han acostumbrado los uruguayos, y me refiero a los que viven en Uruguay. Porque nosotros, los que estamos fuera, no podemos acostumbrarnos de ninguna manera. Digan lo que digan y díganlo como quieran, el fútbol es parte importante de nuestra identidad. De nuestras raíces de uruguayos. Decía Unamuno (y era, por supuesto, una definición válida para todo el género humano): "Yo soy yo y mi circunstancia". Pues, señores, el fútbol forma parte de la personal e intransferible circunstancia de cada uno de los uruguayos. Y así será hasta que terminen de asesinarlo, como bien están haciendo hasta hoy.

Pero les hablaba del amigo Francisco Nunes, quien me escribió una carta en los siguientes términos:

Caro Amigo:
Me gustaría transmitirle también la pena que siento por haber quedado eliminados del próximo Mundial. Nos morimos en la playa... Que sirva de lección& No nos podemos confiar en la suerte. A veces tenemos que buscarla. Y como todo en la vida, hay que planificar y trabajar mucho en varios frentes. Usted, como crítico, dio su contribución a su tiempo y alertó diciendo que el rey caminaba desnudo y peor, con pies
de barro. Infelizmente para todos nosotros, sus preocupaciones se tornaron realidad y yo también coincidía con sus ideas, afirmando entonces que usted había colocado el dedo en la llaga... Lo siento por los uruguayos y más lástima me da por los que se encuentran tal como yo, fuera de nuestro rincón patrio. Pero adelante& Espero, con estas simples palabras, cerrar este capitulo. Desde la Isla de Madeira, en Portugal, le presento mis saludos.

Francisco Nunes.

Por mi parte, respondí a la atenta carta del amigo Francisco y lo hice con las siguientes palabras, que espero no le hayan molestado a él ni vayan a perturbar a ninguno de ustedes (que ya bastante perturbados habrán de estar por la detestable eliminación que acabamos de experimentar). Y le escribía así:

Apreciado amigo Francisco:
Agradezco su carta y, créame, yo también siento una gran pena y una gran rabia por la eliminación del mundial de Alemania.
De los siete únicos equipos que han ganado la Copa del Mundo desde 1930 a la fecha (cuatro de Europa y tres de Sudamérica), Uruguay será el único en faltar a la cita mundialista. Hay 200 países en el mundo y sólo siete, siete, han logrado ganar una copa del mundo. Uruguay es uno de los siete y la conquistó en dos ocasiones, pero si contamos las conquistas de 1924 y 1928, campeonatos olímpicos cuando no había Copa del Mundo, entonces tendríamos cuatro campeonatos.
Por cierto, ni Argentina ni Brasil pueden ufanarse de haber ganado dos campeonatos olímpicos de fútbol. Pero no sólo eso. En la historia de la Copa Intercontinental de Clubes, recientemente desaparecida, apenas cinco equipos de cuatro países consiguieron alzarse en tres ocasiones con el cetro. Esos equipos han sido: REAL MADRID (España), MILAN (Italia), BOCA JUNIORS (Argentina)... NACIONAL Y PEÑAROL (Uruguay). Agreguemos a ello las Copas Libertadores, agreguemos a ello las 13 Û 14 Copas América, agreguemos el Mundialito de Montevideo en 1982 (si no me falla la memoria).
Y los logros de los seleccionados juveniles& Etcétera.
En vista de todo ello, es frustrante, no sólo quedar una vez más fuera de un Mundial (siempre la presencia de alguna cenicienta nos deja fuera, llámese Bolivia o Ecuador), sino, también, que nuestros equipos hagan papelón tras otro en la Libertadores o en la Sudamericana. Y, por supuesto, que siga la fiesta de los dirigentes mediocres y corruptos de la AUF, o de los piratas -qué digo, ¡cánceres!- al estilo Casal & Cía. ¡Que siga el baile mientras el cuerpo aguante! Pues, hasta que no se le meta el bisturí a fondo, seguirá agonizando patéticamente nuestro ilustre fútbol uruguayo. Mientras no se tomen soluciones de fondo seguiremos, así, como ahora, cuando muchos se quejan por los dos o tres penales que el árbitro no cobró en Montevideo a favor de Uruguay. Aunque, quienes así alegan, olviden que Uruguay, en cualquier terreno y circunstancia, debería ganarle a Australia por cinco o seis a cero, y hacerlo a media máquina, como quien va a un picnic dominguero, caminando y riendo... Porque, de no hacerlo así, ya no seria Uruguay. seria, a duras penas, esta patética y frustrante caricatura que ha vuelto a ser, una vez más, en una eliminatoria. Lamento, amigo mío, tener que decir todo esto, pero es así. Y lamento además tener la posibilidad de decir, ahora: "yo se los dije..." (cosa que no pienso hacer). Pero éste es nuestro fútbol, no hay otro y debemos resignarnos a lo poco que tenemos, que es cada vez menos y menos. No se preocupe, y disfrute el momento, porque nos esperan tiempos peores (ahora, hasta los mexicanos nos vapulean en los mundiales juveniles).
Como sea, le agradezco su carta y le envió un fuerte abrazo uruguayo desde la ciudad de Guatemala.

Fernando Pintos

He aquí un par de cartas que bien sirven para llenar y justificar un artículo. Allá lo que el contenido de esas misivas y del tal artículo pueda provocarnos: pena, desaliento, vergüenza, rabia, rebeldía, encono, rencor& Lo que sea. La realidad es tal y como la vemos. Tal y como la experimentamos. Y por el momento debemos soportarla, por más difícil que sea convivir con ella.