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Los carritos de Montevideo
* Javier Garcia |
Es un horror reconocer pasivamente que es normal que en una ciudad haya personas adentro de un contenedor de basura buscando algo para vivir.
Montevideo convive desde hace muchos años con una realidad que tiene en la actualidad su máxima expresión. Por nuestras calles, a toda hora, desarrollan su labor en el entorno de 8.500 hurgadores de residuos. El último censo que la Intendencia de Montevideo hizo constató un incremento de los mismos con el realizado previamente. De la cantidad mencionada, según cifras oficiales, el 35% de ellos lo hace en carritos impulsados por seres humanos, 31% lo hacen tirados por caballos, y 34% desarrollan su actividad en bicicleta o algunos a pie.
Como dijimos esta actividad no es nueva, y sucesivamente las diferentes administraciones se han visto paralizadas para afrontar esta situación, que obviamente no es normal ni deseable. El municipio ha sido inoperante para enfrentar esta seria problemática y sólo se ha dedicado a censar su magnitud. Las otras tímidas medidas adoptadas pasan por tratar de ordenar la actividad, lo que supone asumir que la misma debe existir, o por lo menos reconocer la incapacidad para solucionarla.
Es un horror reconocer pasivamente que es normal que en una ciudad haya personas adentro de un contenedor de basura buscando algo que le sirva para poder vivir. Más dramático es aceptar que esa persona sea un niño, como niños son los que de madrugada bucean en los recipientes de basura.
También es anormal renunciar a una misión esencial como es la limpieza de la ciudad y al manejo y disposición final de los residuos.
Estamos frente a tres problemas a la vez, el social que implica que hay miles de uruguayos que no tienen otra forma de subsistir que ésta, sometiéndose incluso a las cadenas de intermediación que existen en el negocio de los residuos; el ambiental, porque nadie duda que esto daña la calidad del medio, con el desparrame de aquello que no sirve y la consecuente suciedad de las calles y veredas, y cursos de agua; y el urbano porque involuntariamente la circulación de carritos termina siendo peligroso en el tránsito y causa de accidentes que ponen en riesgo la salud y la vida de quienes en éstos trabajan y de terceros.
Digámoslo claro, es una indignidad admitir tranquilamente que haya gente que tiene que revolver basura para vivir, y lo es también para la ciudad que lo acepta.
El Estado tiene cosas para hacer, porque también en el fondo es un problema ético y su omisión se asocia al determinismo conservador que supone que hay cosas que no se pueden cambiar.
Por ello hablamos con el intendente de Montevideo, el Dr. Ehrlich, y le hicimos una propuesta tendiente a reconvertir laboralmente a los hurgadores, a dar contención social a los niños que hacen esa tarea, y a erradicar definitivamente los carritos de nuestras calles.
Que una persona que hurga basura en condiciones de precariedad higiénica, está en situación de emergencia, no se puede dudar. Por ello le planteamos que en coordinación con el Ministerio de Desarrollo Social se incluya a éstos en el programa "Trabajo por Uruguay" que el Plan de Emergencia tiene, y se exija por el ingreso económico que éste prevé tareas comunitarias en contraprestación, incluso en clasificación de residuos en los lugares adecuados para ello. Simultáneamente un programa con la Junta Nacional de Empleo para reconvertir laboralmente a los hurgadores y permitir la salida para otras actividades. Agregado a esto la contención de los niños en escuelas de tiempo completo en un programa con Primaria, devolviéndoles a los más chicos su dignidad de tales, educándolos y cuidándolos de algunos peligros que son inherentes a las calles. En definitiva permitiéndoles ser niños.
A partir de la puesta en funcionamiento de estos programas no se permitirá más la circulación de carritos, y la ciudad será más digna, porque entre otras cosas muchos de sus habitantes habrán recobrado este valor.
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