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Año III - Nº 171
Uruguay, 03 de marzo del 2006
Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
 

 

 

 

Alimentos Funcionales

¿En qué consisten los alimentos funcionales?

Los alimentos funcionales son aquellos que, además de nutrirnos, benefician la salud mental y/o física y ayudan a prevenir enfermedades, como por ejemplo, los productos que contienen vitaminas, minerales, ácidos grasos omega-3 o los prebióticos.

Hasta hace poco, los alimentos sólo estaban destinados a cumplir una serie de funciones nutricionales y proporcionarnos la energía necesaria para realizar nuestras actividades cotidianas. Sin embargo, en la actualidad el envejecimiento de la población y el incremento del gasto sanitario que le acompaña están llevando a la sociedad a buscar nuevas formas para llegar a estas edades con un buen estado de salud, entre ellas la alimentación.

Aunque en Europa este tipo de productos se han empezado a introducir en fechas recientes, en Japón se consumen desde hace más de dos décadas, ya que fue allí donde surgió esa preocupación de los ciudadanos por mejorar la calidad de vida a través de la nutrición.

Un alimento puede ser funcional por sí mismo porque contenga de forma natural algún elemento que mejore la salud mental o física de quien lo consume, como ocurre con las frutas, las verduras, la soja, los cereales de grano entero y la leche. No obstante, en otros casos estas propiedades se han obtenido añadiendo o extrayendo un componente o modificándolo a través de medios técnicos o biológicos. Asimismo, su consumo puede favorecer a un determinado colectivo (en función de su edad o sus genes) o a la población en general.

¿Cómo actúan los alimentos funcionales?

Para que los alimentos funcionales mejoren la salud de una persona o reduzcan el riesgo de sufrir determinadas patologías (como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer o la osteoporosis) deben estar incluidos dentro de una dieta equilibrada y de un estilo de vida saludable

Normalmente este tipo de productos tienen el mismo sabor, olor y aspecto que en su versión tradicional. Algunos de ellos tienen un efecto positivo sobre una o varias funciones fisiológicas, psicológicas y/o biológicas del organismo, pero no actúan sobre ningún tipo de patología. Este es el caso de los alimentos con oligosacáridos o linulinas, que promueven el crecimiento de la flora intestinal.

En cambio, existen otro tipo de alimentos funcionales cuyo objetivo es evitar el riesgo de sufrir una enfermedad concreta, como ocurre con aquellos que contienen ácido fólico o vitamina B9, que si se consumen durante el embarazo pueden ayudar a prevenir los defectos del tubo neural (espina bífida, por ejemplo) en el bebé.

Sin embargo, al atribuir este tipo de beneficios a la salud a un alimento debe considerarse en qué cantidad y con qué frecuencia debe consumirse para provocar un determinado efecto, así como las posibles consecuencias perjudiciales de su ingesta (como alergia o intolerancia).

Por ello, es necesario un marco legal que garantice que un producto posee realmente las características que se atribuye en su etiquetado o en la publicidad y que éstas han sido comprobadas científicamente. Esta legislación está mucho más avanzada en Estados Unidos que en Europa, ya que allí desde hace más de diez años se pueden anunciar las propiedades beneficiosas para la salud de un alimento siempre que haya evidencia científica de ello. Pese a ello, la Unión Europea dispone de leyes para el control de la seguridad alimentaria y además, en la actualidad están en marcha proyectos para analizar cómo se pueden probar y verificar estos efectos beneficiosos.

Tipos de alimentos funcionales

Entre los alimentos que han sido modificados para mejorar la salud o proteger contra algunas enfermedades se encuentran los diferentes tipos de yogures, la leche, los cereales, el pan y el queso.

Existen productos lácteos con propiedades funcionales que poseen componentes prebióticos y/o probióticos. En el primer caso, los prebióticos son elementos que no se digieren y que favorecen el desarrollo de la flora intestinal, como la inulina y la oligofructosa. Por su parte, los probióticos son cultivos vivos, como las bifidobacterias, que mejoran el tránsito intestinal y el equilibrio microbiano del aparato digestivo.

Respecto a los cereales de desayuno, algunos de ellos cuentan con ácido fólico, cuya ingesta durante el embarazo previene contra enfermedades como la espina bífida en el bebé.

Asimismo, a otros tipos de yogur, queso, margarina, etc. se les añaden estereoles y estanoles de origen vegetal que disminuyen los niveles de colesterol "malo" (LDL) y el riesgo de sufrir enfermedades del corazón.

Otro ejemplo de alimento funcional son los huevos enriquecidos con ácidos grasos omega-3, que si se toman tres o cuatro veces por semana ayudan a controlar la tensión arterial y la absorción de grasas, lo que reduce la posibilidad de padecer patologías cardiovasculares.

Además, algunas variedades de pan y barras de cereales con muesli contienen isoflavinas, que disminuyen el riesgo de cáncer de mama o próstata, dolencias cardíacas y osteoporosis.

Finalmente, existen otros que alimentos que por si mismos son alimentos funcionales, como es el caso de la soja. Algunas de las ventajas atribuidas al consumo de esta leguminosa son que puede disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, atenuar los síntomas característicos de la menopausia y prevenir la aparición de algunos tipos de cánceres. Además, estudios científicos también han señalado que puede disminuir la aparición de enfermedades cardiovasculares, regular el exceso de colesterol en sangre y prevenir la osteoporosis.

Además, la soja se caracteriza por su alto contenido en proteínas, en torno a un 37 por ciento de su composición. Además, también presenta un 23,5 por ciento de grasas, sobre todo ácidos grasos poliinsaturados (son los cardiosaludables), otro 23,5 por ciento de hidratos de carbono, un 12 por ciento de fibra, contiene todos los aminoácidos esenciales, vitaminas A, D, K, E y B y minerales (potasio, fósforo, calcio, magnesio y hierro, entre otros).

Publicado por Medicina TV
 
 
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