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El Frente Amplio
Desde la acumulación al sistema inercial
por Ernesto Morales Souza
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Estas reflexiones pintan en gruesos trazos el proceso vivido por la izquierda desde la fundación del Frente Amplio hasta la fecha e intenta centrarse tan solo en el proceso acumulativo y su posterior encapsulamiento. Por lo tanto es limitada y parcial, existen otros factores de suma importancia soslayados como la crisis del 2002 y el desgaste de los otros partidos políticos. Es también subjetiva por ser escrita desde el enfoque de un militante y no desde la academia.
En el inicio la izquierda era una dispersión de partidos y movimientos de carácter testimonial en el sistema político uruguayo. Intentaron acumular cada cual por su lado, tales como lo realizaron el Fidel y la UP; entretanto llegó para quedarse la Convención Nacional de Trabajadores dando su fruto en el Congreso del Pueblo: la Central Única. A partir de ahí, la creación del Frente Amplio fue un breve paso en términos históricos.
La característica más importante de esa etapa fue la capacidad de los dirigentes políticos de sintonizar con los movimientos sociales, sindicales y estudiantiles para salir de sus reductos y crear un espacio político común que albergase el sentimiento popular, con una simbología muy simple y precisa: una fuerza política, un programa y un candidato. Con una diagramación compleja pero transparente, coalición y movimiento. Con un eje central unánime, el General Líber Seregni. Así transcurrieron los breves años fundacionales hasta el golpe de estado del 73, ya en plena recuperación democrática y con sus líderes proscriptos y otros asesinados, muestra en la elección del 84 que la estrategia delineada resultó la correcta [1]. La participación en cinco entes del estado comenzó a dar madurez a su accionar y formar cuadros para el futuro gobierno. Lamentablemente ese proceso se interrumpió y hubo que esperar veinte años para llegar al gobierno. En el proceso, Batalla y el Partido Demócrata Cristiano se fueron a otras tiendas, comenzó el debilitamiento del movimiento y Seregni fue dejado por el camino aferrado a sus principios fundacionales.
Su lugar es ocupado por el Dr. Tabaré Vázquez, con la misma doble función Presidente de la coalición y candidato indiscutible. Como en su génesis toda la fuerza política atrás del eje.
Las sucesivas derrotas impulsaron a la Presidencia del Frente Amplio -el Dr. Vázquez y su entorno- a producir nuevas variables de acumulación, primero fue el Encuentro Progresista, donde juntos con blancos volvieron muchos dirigentes que habían abandonado el Frente Amplio y luego fue la Nueva Mayoría. Ese lema fue la que en el 2004 conquistó la elección nacional en el primer turno.
Vale la pena detenerse un momento en esta nueva estrategia acumulativa y la última hasta la fecha. Por un lado el Frente Amplio abdica de muchos postulados organizativos transfiriendo el poder de decisión al Dr. Vázquez que se convierte ya no solo en el eje del FA sino en el del nuevo conglomerado. Los aliados no ingresan al FA sino que articulan en las otras siglas de un modo mucho más laxo que las organizaciones fundacionales. Estas variables otorgan a la Presidencia del FA un poder aún mayor que en la época del General Seregni, transformándose en un impulso que llevó a la diagramación de una campaña electoral que culmina con total éxito. Hubo una transferencia de confianza desde las dirigencias hasta las bases, que trasmitió una fe en el accionar del candidato como pocas veces se ha dado en la historia nacional.
El 2009 presenta otras características, el FA absorbió la extensa sigla y sin embargo no fue capaz de procesar las diferencias implícitas en el ejercicio del gobierno, menos aún consiguió trasmitir que el progresismo debería ser una etapa para llegar al frenteamplismo.
La correcta priorización del ejercicio de un gobierno para todos los ciudadanos sin distinción partidaria y sobre todo para los más desfavorecidos por parte de los triunfadores en desmedro de la acción de su partido político, trae como consecuencia inevitable la imposibilidad de en el poco tiempo que queda hasta las elecciones nacionales pueda revertir el proceso de desmovilización permanente que implicó esta actitud. Dos caras de la misma moneda que no se pudo resolver adecuadamente: gobernabilidad interna-movilización permanente [2].
En primer lugar, llegar al gobierno con un tan amplio abanico de visiones del país, con tan escasa discusión del significado profundo de los cambios programáticos, el abrupto corte entre el enorme esfuerzo de octubre de 2004 y mayo de 2005 y la formación del gobierno entre pocos, determinó de forma definitiva un alejamiento de la militancia del centro de actividad política del partido. La sensación de que “ya los pusimos en el gobierno, no nos gusta mucho lo que hacen, pero es lo mejor que tenemos” fue la constante para un amplio núcleo de dirigentes barriales, departamentales y locales. El amplio lema que en los hechos funcionó para conquistar el gobierno, de forma absolutamente diferente, de cómo fue creado y organizado, vaciado de discusión política, programática e ideológica con el único acicate de conquistar el gobierno, matrizó de alguna manera, la realidad sobreviviente durante el periodo de gobierno. Otras actitudes también influyeron. Una no menor fue la decisión del Presidente de la República de conformar el gobierno con dos grupos, por un lado su gente de confianza -construida ésta, en el ejercicio del gobierno municipal- y por el otro con los principales referentes sectoriales. Actitud de gran sabiduría en la cohesión del frente interno, en el interés supremo de trabajar los cinco años priorizando la nación sobre el partido, pero al costo previsible de la desmovilización que en algunos casos llega al desencanto.
Se está dando algo nunca visto en el Frente Amplio, lo inorgánico es más importante que lo orgánico, por primera vez además, los candidatos nunca fueron presidentes de la Mesa Nacional, ni siquiera fueron miembros de ella en nombre de sus sectores; además el Congreso llevó cinco candidatos, aunque finalmente quedaron en carrera tan solo tres; ninguno de los dos candidatos que suman casi el 90% de las intenciones de votos representan el mismo proyecto, es más cada praxis política personal responde a visiones antagónicas que se han equilibrado por la contención otorgada en el ejercicio gubernamental bajo la batuta del dr. Vázquez, pero que no poseen la capacidad de liderar sin tensiones, un proyecto de la dimensión del propuesto en el último congreso.
Los dos polos existentes son absolutamente negativos para el futuro del Frente Amplio porque excluyen el consenso, pasando a dirimir la candidatura a la Presidencia del país, no en el debate de ideas sino en reduccionismo de consignas, poderes y abstracciones, actos y emociones, desvirtuando así una de las características más caras al frenteamplismo.
El triunfo o la derrota en octubre de 2009 es desde el punto de vista partidario casi lo mismo y para el país también. Esta etapa pos seregnista desembocó en la antítesis de lo esperado: unidad, consenso y acumulación permanente, donde la ausencia de estas características convierte al Frente Amplio en un partido más.
Los logros incuestionables del Gobierno no son lo suficiente poderosos como para asegurar que se puedan ganar las elecciones en la primera vuelta, la inercia resultante de la poca capacidad de movilización de las estructuras se verá agravada además por la crisis económica mundial, un ingrediente no menor cuando hablamos de política electoral. Inercia que se está volviendo retroceso acumulativo cuando se critica la tercera candidatura desde la perspectiva de los votos y no desde la óptica de la contribución que supone no excluir ideas y compañeros. Debemos pasar rápidamente de los gritos desafinados de los líderes a escuchar la voz de la gente, la organizada y también la atenta, la poco informada y más que nada los distraídos.
Por eso la contribución de la tercera candidatura, además de incluir compañeros deberá ser lo suficientemente poderosa como para que no dejar atrapado el FA entre tan solo dos visiones individuales, independientemente de las capacidades y voluntades de estos. El FA deberá pasar necesariamente por una reconstrucción de sus estructuras, su modo de hacer política, la jerarquización de sus órganos de conducción, la capacidad propositiva y sobre todo mantener la actividad política en forma permanente y no apelar a los compañeros en el año electoral.
Porque si observamos desapasionadamente los sucesos políticos, el Partido Nacional, hace dos años que comenzó su estructuración partidaria, con la magnífica campaña de la elección de los jóvenes, donde movilizó y comprometió un vasto espectro de la ciudadanía, mientras nosotros no realizábamos ningún tipo de acción que no fueran las gubernamentales.
Necesitamos realizar una profunda autocrítica interna que consiga templar el frenteamplismo para que tanto desde el gobierno o desde la oposición, contribuya a democratizar su estructura, generar un amplio y profundo debate ideológico que pueda colocarlo a la altura de los desafíos que el mundo posterior a esta brutal crisis global demandará. El legado lo exige y también el futuro.
Y para la construcción del futuro, lo único novedoso ha sido la tercera candidatura, de su éxito depende el Frente Amplio, sobre todo de los frenteamplistas que no votan a ganador -porque ya existe- si no que votan por salir del corral en que nos dejamos embretar por falta de experiencia en todo el proceso que hemos transitado desde que la izquierda asumió el gobierno.
A ganar y a cambiar.
[1] Teoría del voto en blanco elaborada desde la cárcel por el General Seregni y cuestionada duramente por algunos sectores de la izquierda.
[2] En el sentido seregnista del término, no actismo sino movilizar neuronas.
© Ernesto Morales Souza para Informe Uruguay
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