Domingo López Delgado
Pasó por la guerra
buscando la paz |
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Nuestro joven departamento que por tantas razones nos duele en algunas oportunidades, ha tenido en su corta historia algunos hijos que se ganaron un lugar destacado en el concierto nacional.
Entre varios, queremos evocar hoy a Domingo López Delgado, que si bien no tuvo ejércitos a su cargo, ni ocupó las dignidades que mereció en la política nacional, ha sido por sobre todas las cosas un soldado de la democracia, pensador liberal y portador de una rica personalidad.
Por ese motivo aplaudimos el justiciero homenaje que le ha tributado la Junta Departamental y como lo dijera EL ESTE en sus ultimas ediciones por su actuación como combatiente en la 2da. Guerra Mundial, resaltando además su condición de político polémico defendiendo siempre sus principios democráticos.
Resulta muy difícil bosquejar la figura de este HOMBRE que participo en el conflicto armado más importante del mundo a través de la Legión Extranjera.
Hace 20 años un encuentro casual nos permitió conocer de primera mano los hechos más significativos que signaron la vida de este rochense a partir del momento en que se alistó en la Legión.
Durante los primeros años de la década del 40 la pequeña ciudad de Rocha estaba pendiente de las noticias que procedentes de lejanos países iban informando con algún atraso sobre el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.
Al margen del interés natural por la marcha del conflicto, existía un motivo extra para que la población rochense acompañara su desarrollo. Un joven de la sociedad rochense, Domingo López Delgado de tan solo 24 años estaba participando de la guerra.
Desde septiembre de 1939 las informaciones señalaban que las fuerzas alemanas habían invadido Polonia y que Gran Bretaña y Francia a los pocos días le declararon la guerra a los alemanes. Era el comienzo de la Segunda Guerra mundial con luchas interminables y torrentes de sangre cubriendo los cuerpos de millares de soldados y civiles.
A partir de 1941 Rocha acompañó a la distancia el sacrificio del joven López Delgado que no quiso permanecer indiferente y se metió de lleno durante 5 años en el horror de la guerra tras haberse alistado en la Legión Extranjera. La historia de esta institución se remonta al 10 de marzo de 1831 cuando fue creada por el Rey Luis Felipe. Hasta el momento este ejército se ha mantenido con su enorme carga de leyenda y misterio, borrando la identidad de sus legionarios entre los que se encuentran políticos, príncipes, poetas y algún prófugo de la ley.
Al comenzar la nota nos señaló que todavía no sabía si había sido una idea o un estado espiritual lo que lo había llevado a la Legión “siempre admiré a Francia , pero no fui a la guerra solo por una ideología , sino por creer en una causa y tener espíritu aventurero, pues aún hoy disfruto con el riego. Desde que estalló la guerra quise ir a luchar con los aliados pero no tuve suerte. Un día leyendo un diario me entero que hay jóvenes uruguayos que se embarcan con la Francia Libre. Me presenté de inmediato, me hicieron una ficha y luego tuve que esperar cierto tiempo, que hoy después de lo vivido, me doy cuenta que era el tiempo que necesitaban para conocer los antecedentes de los que ingresábamos. En la navidad del 41, llegamos a un edificio londinense por donde pasaban todos los legionarios. Algunos de los que fuimos juntos fueron repatriados y nunca se supo el motivo. La Legión tenía en esos momentos 52 nacionalidades, solamente no habían japoneses. Hacíamos un contrato por 5 años en la Legión y aunque fuera la policía no se le proporcionaban datos de ningún integrante. Luego de firmar el contrato nos mandaban al África y ya nadie podía identificarnos. Fueron 5 años muy difíciles – comentaba emocionado el ex combatiente- pero era un grupo muy unido, por algo los infantes de la marina americana decían que después de ellos, “el mejor soldado del mundo era el de la Legión, lo demás es basura”. Se dice que cuando un legionario va al hospital, no va a curarse sino a morir. A pesar de todo fue el lugar donde aprendí el verdadero significado de la palabra “compañero”. Un legionario nunca está solo, es pendenciero, pero en Paris lo adoran. Había momentos de mucha nostalgia, pero después de estar en el baile hay que bailar. La guerra da un miedo tremendo, pues en ella se lucha contra dos enemigos; el de afuera y el que viene de adentro. Si se avanza te matan, si retrocedes te fusilan y si te quedas quieto tal vez te maten. Es la lucha del hombre con su propio miedo. Se podía pedir la desmovilización y entonces eras repatriado, pero uno tiene su amor propio, su dignidad, no podía volverme antes de terminar el contrato. Hubieron muchos momentos difíciles, a mi me tocó debutar en un lugar denominado El Pozo del Diablo en pleno desierto. Era un fuerte con 5000 hombres y fue realmente un bautismo de fuego. Me afectaron al sector de los cañones antitanques y cuando comenzó el bombardeo oficiaba de primer proveedor. Era un cañón antiguo que se movía por la cola y la instrucción que teníamos era mínima. Los proveedores estábamos en una trinchera y desde allí alcanzábamos los obuses al que cargaba el cañón .De pronto me llaman a cargar el cañón; habían matado al que lo estaba haciendo y me tocaba sustituirlo. Fui pero no acertaba la recámara del cañón, lo hizo mi jefe y cuando disparó me dio un culatazo y empecé a gritar que estaba herido. No tenía nada, era simplemente el miedo y ese ridículo fue el primer paso para dominarme durante el resto de la guerra”.
Este es el rochense que un día abandonó su ciudad natal para embarcarse en una aventura de muerte y horror pero que sigue pensando como en 1941: “Si pudiera volver a tener 24 años regresaría a la Legión. Si tuviera que dejar un mensaje a los jóvenes que cuando van al cine y creen ver la guerra; les diría que la guerra es la peor estupidez que puede cometer el ser humano”.
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