EL INSTITUTO PASTEUR
EN URUGUAY
Escribe: Ernesto Martínez Battaglino
Por vinculaciones y contactos directos y por otros logrados por personas amigas, he tenido la oportunidad y la suerte de apreciar en varias oportunidades y muy de cerca la acción y el pensamiento del Dr. Jorge Batlle, en el momento de desarrollar su campaña pre-electoral en el año 1999. No solo me permitió el conocer aquellas ideas suyas que habitualmente se desarrollaban desde una tribuna pública, como las que se podían tratar más minuciosamente, pero no por eso en forma menos entusiasta, cuando en forma incansable y convencida, explicaba su posible plan de gobierno en una charla casi que personal, entre media docena de personas en una casa de familia. Ni la cantidad, ni la calidad de su auditorio le hacían variar su entusiasmo y su juvenil campechanía, si en el momento podía estar transmitiendo ideas renovadoras que fueran comprendidas por los más y así explicar cosas que las veía factibles e importantes realizar, por bien del Uruguay y de su pueblo.
En esas charlas, que más que charlas se convertían en diálogos e intercambios de ideas y opiniones que tan frecuentemente gustaba hacer, entusiasmándose él y entusiasmando a su audiencia, dejaba caer casi que desordenadamente una serie de proyectos que venía masticando desde hace años y que sin duda engrandecerían al país al pensar poder impulsarlos en forma agresiva y rápida, aprovechando aquel momento de auge que el país -en paz y en democracia- venía teniendo con un casi pleno empleo, con una sostenida baja de la inflación, con una exportación creciente y donde también, crecía la industria, el comercio, la agropecuaria, los servicios y fundamentalmente la tecnología, donde la computación y las telecomunicaciones iban marcando un ritmo que enorgullecía a este pequeño país, pionero y hasta con ventajas en nuestra Latinoamérica en esos campos, por lo que bien era el mejor momento como para poder dar el gran salto.
Por eso, opinaba que se estaría dando la gran oportunidad como para ejecutar sin obstáculos sus ambiciosos planes, que fundamentalmente se basaban en poder usar y desarrollar la actual tecnología mundial en el país, tanto para su mejor cambio estructural, como para poder convertirlo en un centro de distribución tecnológico, industrial, productor y comercial del Continente, aprovechando su estratégica posición geográfica y de ser uno de los puntos fundamentales y naturales por sus estructuras portuarios de aguas profundas, donde mejor y en forma más económicamente conveniente podían dar cabida al ingreso y a la salida de las mercaderías, del y para el MERCOSUR, y del resto del Cono Sur de América.
Con esas metas, pensaba el poder utilizar los grandes cerebros uruguayos que tuvieron que ir a buscar otros horizontes para su desarrollo, y que allí, estudiando y aprendiendo con la facilidad que les permitían esos avanzados medios, habían triunfado por su tesón e inteligencia. Ya, desde mucho antes, Batlle se venía contactando con muchos de ellos, técnicos en varias disciplinas, como para que fueran sus colaboradores, aunque sea a la distancia o temporalmente, ya que él mismo sostenía que el país, por ahora, no estaba en condiciones de pedirles que se vinieran definitivamente al país, dado que no estaba en condiciones económicas como para poder pagar, con sueldos acordes, a tales inteligencias que sí estaban triunfando en Europa o EE.UU., ganando importantes sumas de dinero.
Claro que en aquel momento lejos estaba de pensar con las catástrofes que el destino y determinadas malas actitudes de otros le harían al país y a su gestión, la cual fue en muchos aspectos cercenada o demorada en más de los casos, haciendo transcurrir su período de gobierno inmerso en la peor crisis económica y financiera que el Uruguay conoce.
No obstante eso, siempre mantuvo el optimismo y así fue como, bajo su tesón por dejar caminos abiertos al desarrollo y a la tecnología, como únicos medios posibles para un país chico como el nuestro el poder alcanzar la prosperidad y el pleno empleo, nunca dejó de mantener su esfuerzo para alcanzar, por lo menos, ciertas metas tan largamente pensadas. El Uruguay, por su pequeñez territorial y por su insignificante demografía, jamás podría planificar una economía masiva. Su posibilidad estaba en lo selectivo, que solo se podía alcanzar con mayor impulso a la enseñanza, a la ciencia, a la investigación y a la explotación de lo que realmente tenemos, que es el de contar con un pueblo culto y proclive a aprender fácilmente lo que aún no hemos alcanzado.
La crisis estaba en la cresta de la ola, la deuda pública interna y externa nos agobiaba, mientras los medios de producción se habían venido al suelo gracias a la aftosa ganadera, a las devaluaciones de nuestros vecinos Brasil y Argentina y a una corrida bancaria jamás vista que desestabilizó todo el sistema de pagos, ayudado por situaciones externas y por malversaciones internas llevadas a cabo en determinados bancos privados por sus propios dueños-directores. Vislumbrándose una luz en el horizonte, donde se empezaba a afianzar una recuperación lenta y costosa, Batlle volvió a tratar de buscar soluciones estables que sirvieran al Uruguay de hoy, pero, fundamentalmente, al Uruguay del mañana.
Saliendo entonces de aquella gran crisis, Jorge Batlle le envió una carta al presidente francés Jacques Chirac, proponiéndole reestructurar la deuda pública que Uruguay mantenía con ese país, a través de una vieja idea, que era el de la construcción de una filial del Instituto Pasteur en Montevideo. Tal propuesta cayó muy bien en opinión de Chirac, que en un principio veía como difícil la renegociación de la deuda, visto la situación financiera de la propia Francia. El tema de crear un Instituto Pasteur en el Uruguay, entonces, fue determinante para que el gobierno galo la aceptara hasta con alegría.
Esta idea, nació por el año 1996 bajo propuestas de dos científicos uruguayos diplomados en el país, uno radicado en Uruguay y el otro en Francia. Ellos fueron el actual Decano de la Facultad de Ciencias Ricardo Erlich y el médico Guillermo Dighiero, investigador director de la Unidad de Inmunopatología del Pasteur Francia. La inversión llevará aproximadamente 28 millones de dólares, donde 3 millones costará el edificio que se iniciará en los primeros meses de 2005, quedando pronto a fines de ese mismo año, donde empezará a funcionar. En Uruguay hay unos 1400 investigadores con dedicación total, pero con este emprendimiento, se alcanzará la cifra ideal, que rondaría la cantidad de 5600.
Sobre este emprendimiento es importante lo que expresaron tanto el Decano Ricardo Erlich como el Embajador francés en Uruguay Laurent Joseph Rapin: "Lo más destacable del proceso -además de la instalación definitiva de un complejo de punta- es la rapidez con que se dieron todos los pasos. Es algo muy raro en negociaciones de este nivel", señaló Rapin. En comentarios periodísticos, se añade: "La colaboración había comenzado en 2001, cuando empezó a funcionar el programa Amsud Pasteur, una iniciativa que nuclea a más de 20 centros de investigaciones del Cono Sur y pone su énfasis en la biotecnología. Sin embargo, la vieja idea de tener en Uruguay una filial del famoso Instituto Pasteur -un centro privado que tiene apoyo financiero del gobierno francés- no tomó visos de realidad hasta bien entrado el 2004. En cuestión de 6 meses, y para asombro de franceses y uruguayos, se aprobó por unanimidad una ley -que permite la instalación y da facilidades impositivas-, llegó hasta Uruguay un equipo del Ministerio de Economía francés que estudió la factibilidad del proyecto y por fin se firmó el lunes 22 de noviembre el acuerdo definitivo de creación". Dijo Rapin: "Llevo años en la diplomacia, y nunca había visto algo así", quien considera que Uruguay reaccionó como lo hizo, gracias a una unanimidad política "sin precedentes, sobre todo cuando ya se percibía un cambio como el que se dio en las elecciones".
Para el Embajador Laurent Joseph Rapin opina que fue fundamental la capacidad de Uruguay de mantener la "confianza del exterior", algo que volvió a quedar en evidencia en la última crisis cuando el país no aceptó el "default", además de la cercana relación de la medicina francesa con la uruguaya a partir del Siglo XX. El nuevo Instituto será dirigido por una fundación y por una directiva, pero manteniendo características particulares. En él trabajarán equipos rotativos de científicos durante cinco años, fundamentalmente en tres plataformas de investigación, que incluyen el cáncer, la degeneración de las células y los procesos de envejecimiento humanos. Tal lo que se desprende de un artículo tratando el tema por parte del diario El País de Montevideo.
Es destacable transcribir lo expresado por el Embajador Rapin y recogido por el diario El País en alusión a este acontecimiento: "Los gobiernos uruguayos, desde la Segunda Guerra Mundial, han sido capaces -de una manera muy inteligente- de aprovechar dentro del marco de las Naciones Unidas la oposición tradicional entre Brasil y Argentina para proponer personalidades del más alto nivel para ocupar posiciones importantes. Allí están nombres como el de Enrique Iglesias en el BID, el de Eduardo Gimenes de Aréchaga en la Corte Internacional de Justicia de la Haya o el de Carlos Pérez del Castillo como director del Consejo General de la Organización Mundial de Comercio y candidato a la presidencia de este organismo, lo que es la punta del iceberg que demuestra la 'sobrerepresentación' de Uruguay. Este país no es sólo los 3.300.000 habitantes que tiene", dijo Rapin. Y agrega: "El estado uruguayo se logró consolidar a fines del siglo XIX gracias a una diplomacia 'de primer nivel' que luego se hizo tradición en el país y que, al menos, continuará durante 10 años, mientras que la actual generación de diplomáticos se mantenga al frente", fue lo que expresó Rapin en forma contundente.
El Decano de la Facultad de Ciencias Ricardo Erlich finaliza el reportaje aludido, diciendo: "El objetivo no es solo generar más investigación en Uruguay, sino también atraer a científicos uruguayos -muchos de ellos jóvenes- que debieron emigrar ante la falta de oportunidades laborales en el país. Se estima que en el centro trabajarán unas 80 personas, 50 de las cuales serán investigadores. El Pasteur es un gran logro, pero en todo caso será el comienzo de un camino que puede marcar el destino de la ciencia en Uruguay: 'combinar las potencialidades y capacidades rompiendo con la lógica de las instituciones amuralladas en un pequeño país."
Este es uno de los eslabones que esta Administración que se va, luchó para dejárselo como herramienta de progreso al futuro del país. Otros más también se hicieron a pesar de las múltiples dificultades vividas... mientras otros proyectos fueron quedando por el camino ante las dificultades económicas y las dificultades políticas sufridas. Al próximo gobierno le tocará tomar la bandera y tratar de mantenerla en alto, por bien de todos.