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Año V - Nº 267
Uruguay,  04 de enero del 2008
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Pepe Eliaschev

Con Chávez y contra EE.UU

por Pepe Eliaschev
 
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            El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, está convencido de que los Estados Unidos realizaron "una "operación de inteligencia asombrosa" contra el gobierno de Cristina Kirchner por el caso del venezolano Guido Antonini Wilson, pescado cuando quería entrar a la Argentina una valija con 800.000 dólares.

            Esa operación, dice Fernández, cuyo historial de firme militancia antiimperialista es ignorado porque no existe, "ofende al sentido común y la lógica de todo lo que ha ocurrido".

            Es oficial: para la Casa Rosada, los Estados Unidos conspiran contra la Argentina.

            Entretanto, en Pakistán el magnicidio que tuvo como nueva víctima a Benazir Bhutto, puso en jaque mortal al régimen del dictador Pervez Musharraf.

            Musharraf había recibido oportunamente el apoyo de Néstor Kirchner: la Argentina se alineaba con los paquistanos en su litigio con la India, mientras que la Casa Rosada recibiría el apoyo de ese país islámico en la puja de Buenos Aires con Brasil.

            Además, al jugar su ficha principal, el propio Kirchner, en apoyo al audaz operativo de Hugo Chávez dentro de Colombia, la Presidenta lo hizo más claro todo: hay una alianza amorosamente fecundada entre ambos gobiernos.

            El Gobierno decidió subir los decibeles de su pelea con los Estados Unidos, mientras el "presidente Kirchner", como lo llama en público la Presidenta, se aprestaba a jugar fuerte en la ambiciosa operación chavista, en sociedad con las narco-guerrillas de las FARC.

            El dispositivo para lograr que personas secuestradas por irregulares recuperen su libertad, ilustra la voracidad geopolítica de Chávez quien, con el argumento de las razones "humanitarias", legitima a la guerrilla como parte beligerante reconocida a nivel mundial, además de consolidar el vínculo entre insurgentes y régimen de Caracas, con anuencia activa de uno de los países considerables, la Argentina.

            Todo esto, es menester subrayarlo, mientras Buenos Aires le escupe el asado a Washington, convencida la Casa Rosada de que George W. Bush es hombre muerto.

            Aún en un desenlace positivo a la saga de los rehenes de las FARC, la participación argentina es de gravedad notable, comenzando por el hecho de que Kirchner es el más importante de los miembros de la delegación de "garantes" armadas entre Chávez y las FARC, para con quienes tiene una simpatía difícil de disimular.

            ¿Evaluó el matrimonio Kirchner los riesgos geopolíticos y diplomáticos de esta apuesta? ¿No está la Argentina metiéndose en un nuevo y resbaladizo atajo mundial, que profundice un aislamiento al que el país retorna recurrentemente? Las compadradas argentinas son legendarias.

            Hay que recordar 1978, con los chilenos, y 1982, con la OTAN.

            Pero, ahora que se pretende activar un solidarismo intenso en el caso de Colombia, resulta funcional recordar que hace apenas tres años, el 1º de diciembre de 2004, Kirchner se unió a Musharraf para pedir una "reforma" de las Naciones Unidas, para hacer "más democrático, transparente y eficiente el accionar del Consejo de Seguridad".

            En Buenos Aires, el mandamás paquistano venía a pedir apoyo en un asunto espinoso y donde suele ser recomendable manejarse con suma prudencia.

            Brasil, India y Sudáfrica son tres grandes potencias del mundo emergente que aspiran a ingresar al Consejo de Seguridad de las Naciones como miembros permanentes, con capacidad de veto.

            Eso los pondría en el nivel de los Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia.

            Paquistán objeta que la India sea promovida y encontró en Kirchner un socio potencial, ya que para la Argentina la incorporación de Brasil patentizaría una supremacía ya irreversible.

            Kirchner coincidió con Musharraf "en la necesidad de promover una reforma de las Naciones Unidas que haga más democrático, transparente y eficiente el accionar del Consejo de Seguridad.

            Paquistán apoya el principio de no aumentar los centros de poder o de privilegio expandiendo el número de miembros del Consejo de Seguridad porque va en contra del principio de igualdad soberana de las naciones consagrada por las Naciones Unidas".

            Cuando vino a Buenos Aires, Musharraf declaró que "Paquistán es un país islámico moderado y progresista, pero hay una pequeña minoría extremista, que trata, por medio de la militancia, de dominar a la mayoría". Pero admitió que su país "fue creado en nombre del Islam".

            Kirchner lo apoyó en su litigio con la India, lo cual no puede haber sido buena señal para Brasil: "con la Argentina tenemos varios entendimientos, sobre todo en las Naciones Unidas", reveló Musharraf.

            El 3 de diciembre de 2005, la corresponsal de la "Folha de Sao Paulo", Silvana Arantes, despachó desde la capital argentina, y bajo el título "La Argentina y Paquistán unen fuerzas en la ONU", una crónica en la cual certificaba que "El presidente de la Argentina, Néstor Kirchner, y el dictador de Paquistán, Pervez Musharraf, afirmaron, en un comunicado conjunto, que ‘el aumento de los miembros no permanentes es la única alternativa viable para una reforma exitosa del Consejo de Seguridad de la ONU’".

            Y subrayó, para que se entendiera bien en Brasil: "esta valoración contraría las pretensiones de sus vecinos --la India, en el caso de Paquistán, y Brasil, en el caso de la Argentina-- de obtener una banca permanente en el Consejo de Seguridad".

            Al alinearse de modo tan irreflexivo con Musharraf en 2004, Kirchner volvió a molestar a Brasil.

            Ahora, en la pintoresca jornada "humanitaria" pergeñada por Chávez, Brasil solo mandó el asesor Marco Aurelio García, mientras que la Argentina, como es habitual, puso toda la carne al asador.

            En Buenos Aires, Fernández embistió contra la administración Bush. Calificó de "insólito el planteo que hizo la Secretaria de Justicia planteando el caso como lo hizo" y, lo más grave, comparó al gobierno argentino con los de Venezuela y Cuba, porque la investigación en curso en los tribunales de Miami "es un modus operandi bastante repetido en La Florida que se ejerce sobre cubanos y venezolanos".

            El presidente venezolano aspira a marginar al sistema político colombiano, en alianza con las FARC, grupo al que respeta y jamás critica.

            Este es el berenjenal en el que hoy se mueve la Argentina, itinerario de imprudencias e imprevisibilidad, rasgos que quedan ratificados con una asombrosa e inaceptable frase que según un columnista, pronunció Néstor Kirchner al embarcarse rumbo a la selva: "Tenemos que tratar con venezolanos y con colombianos, son todos caribeños, gente mucho menos previsible que nosotros". La Argentina de hoy, siempre lista para ganarse nuevas amistades. Eso sí, con una audacia que asombra.

 
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