Año III - Nº 116 - Uruguay, 04 de febrero del 2005

 

 

 

 

 

Sin mucho tiempo pa'l resto
Por: Walter Amaro - Sydney/Australia

Dicen que a veces, los silencios son elocuentes. El asunto es de qué. Y mire que como quien no quiere, nuestro pequeño mutis se debió simplemente a un corto período de vacaciones, y nada más. Pero, en el entretiempo, la cosa ha cambiado de color. Ya no son los dueños de la pelota ni "blancos" ni "colorados" en Uruguay, y ni siquiera la grotesca fórmula rosa pudo asomar la "pinta" en este envite con el electorado. Hoy por hoy, como dice la canción, anida una "verde esperanza" en el pecho de la diáspora que vive por estos pagos. Y ese sentimiento nos recuerda que no nos queda mucho "resto" para ver el cambio, aunque si, la fortuna de ver el nacimiento de un nuevo Uruguay. Eso por lo menos, es el pálpito que nos acomete.

Decía, acerca de los silencios, que es "jodido" si se me permite el exabrupto, verter opiniones o pareceres, cuando en el continente, otros son los que aguantan el chapuzón o corren la coneja. Y no es por falta de experiencia. Eso si que no. Estimo que cada uno de los que manoteó la valija y se largó a la aventura, conoce de esas cosas. El punto es la ubicación y el respeto por quienes desde su precaria trinchera, la pelean cada día para sacar su familia adelante. Uruguay también fue y es "eso": un levantarse cada mañana a yugarla en lo que se puede para parar el puchero, o acostarse con la angustia de no saber que le esperará al día siguiente.

Un gran amigo me señaló que aguardó 30 años este momento; tantos o casi más de los que lleva la comunidad uruguaya residiendo en tierras del canguro y el koala. Tantos, que se nos cortaron un poco las alas en el entretanto, y el vuelo es, a estas alturas, sólo de entrecasa, y más lleno de intenciones que de otra cosa. De todas formas, volvemos a hacer planes, desempolvar los viejos sueños del ayer y, de paso, alentar la promesa del retorno.

El tiempo pudo haber encorvado nuestra espalda y poblar de cabellos canos nuestras sienes, sin embargo, no pudo doblegar nuestra esperanza. Por ello nos empeñamos con más fuerza y optimismo en la divulgación de las "nuevas" a través de nuestro programa radial, acercando a la diáspora, cada información que llega a nuestra mesa de redacción, a fines de enterarles de lo que sucede en el país. Y porque no, cada propuesta que baraja el futuro gobierno, mientras nos preparamos para el cambio.

En este punto, es importante recordarle a los amigos de Informe Uruguay, que prácticamente son muy limitados los espacios de la prensa oral y escrita de habla hispana que llegan a nuestros compatriotas con noticias del Uruguay.

Si bien es cierto que tenemos cuatro periódicos de habla hispana, la información se limita a pequeñas y parciales notas que, en muchos casos, no son muy "interesantes" que digamos. Además, su publicación no despierta el interés del lector porque arman sus páginas con cierta anticipación y cuando se imprime, siempre llegan tarde porque ya alguien divulgó el hecho.

Las radios no les van en zaga, puesto que una de ellas, de amplia cobertura nacional, sólo tiene tiempos parciales en idioma español y no siempre nos cuentan cosas del país debido a la diversidad de naciones de habla hispana que habitan estas tierras.

Mientras que otras son prisioneras de los caprichos de sus propietarios y funcionan a impulsos que, lamentablemente, nunca nos favorecen, e inclusive, pueden pasar semanas hasta que alguna "suelta" algo por ahí, por lo general más insulso que sopa de hospital, o tratan esporádicamente de quedar bien con la comunidad uruguaya con acontecimientos como las elecciones del 31de octubre, o algún partido de Nacional-Peñarol. En otras palabras, pura demagogia.

Por suerte, todavía quedamos algunos uruguayos que, desde nuestros programas radiales, seguimos en la porfiada de enterar a cada "yorugua" de lo que pasa "en casa", gracias a nuestros contactos con periodistas, figuras y personalidades de nuestro país, el diálogo sincero y fraterno con nuestros representantes diplomáticos en Australia, la magia de internet que nos permite "estar al día" con lo que pasa en nuestra casa grande y principalmente con la dirección de la emisora que nos permite funcionar sin ningún tipo de censuras.

Por eso, estos portales como Informe Uruguay son muy importantes, puesto que no sólo acercan la noticia de lo que pasa en Uruguay, sino que además nos brinda la oportunidad de saber y enterarnos de lo que piensan los uruguayos en el exterior e inclusive lo que por ahí pasa. Porque, bueno, como decía mi abuelita, uno saca provecho hasta de un marlo.

Dijimos en cierta oportunidad, que cada uruguayo en el exterior hecho raíces en la tierra que le tocó en suerte, si es que la cosa le fue mas o menos. Sin embargo, debemos destacar que en ningún momento la diáspora echó al olvido su cultura, tradición y cariño por la orientalidad de la que tanto nos ufanamos. Desde lejos físicamente, pero mucho más cerca en la solidaridad, no nos conformamos por enviar remesas de dinero a comedores y merenderos. Tratamos siempre de estar vinculados en todos los tópicos que hacen al acontecer nacional. Por ello, nuestras organizaciones domésticas son sumamente efectivas en la colaboración con entes estatales, hospitales, diferentes ONG, escuelas etc.

Inclusive desde Sydney se enviaron sumas de dinero para apoyar la campaña electoral del hoy presidente electo de los uruguayos Tabaré Vázquez. Esfuerzo que manó del sacrificio y voluntad de una pequeña colonia de uruguayos que en todo el país, no supera la cifra de 9.000 residentes.
Sabemos de ancianos que apenas sobreviven con su jubilación, pero que a cambio, cada mes y puntualmente, asignan una parte de sus magros haberes para llegar en auxilio de un sector de marginados de nuestro querido país.

Y así podríamos enumerar cientos de casos. Gente que llora a través del contacto telefónico con nuestra emisora, cuando se entera de las cosas tristes que pasan en el Uruguay; y son muchas. Son los mismos que siempre han pensado en volver; no como la metáfora del tango que siempre tarareamos, sino de una forma sufrida y hermana, conocedores de los apremios y necesidades de un país que, sin embargo, parece olvidar sus angustias para recibir cada Carnaval aunque se lo cambien de fecha.

En un jugoso reportaje que pusimos en el aire junto a un gran amigo y compañero de radio, un experiente historiador uruguayo señalaba que antes que educar, hay que mitigar el hambre de la gente. Señores, esto da la pauta de las necesidades que acucian al uruguayo, y que aún hoy día, la diáspora se imagina pero desconoce, y ahí, justamente, es donde el futuro gobierno piensa atacar en primera medida con su Plan de Emergencia.

Esa y otra serie de medidas que se han dado a conocer, nos permite alentar esa vieja esperanza a la que hacía referencia al principio. La misma que volvió a encender nuestras viejas pasiones y alienta a intentar un regreso, aunque somos sabedores que la tarea es larga y nada fácil.

El punto es que, en el camino hacia la cita con nuestro destino, tal vez no nos quede mucho tiempo. Y la pucha que eso es triste: esperar prácticamente toda una vida con el pensamiento de un Uruguay distinto; mejor, donde prive la igualdad de prósperas oportunidades y se nos ofrezca con paisajes nunca vistos y esperanzas renovadas, y encontrarse que uno ya esta medio pasadito y no le queda mucho rollo, vaya con que es triste.

De todas formas, seguimos abogando por un Uruguay como el que soñaron nuestros abuelos, nuestros viejos y nosotros. Un país sin violencia, sin niños mendigando por la calle ni pobres hurgando en la basura. Un país económicamente sólido, próspero y respetable.

Y para finalizar, y volviendo a los comentarios de mi amigo, recuerdo que en un pasaje de su conversación me dijo: "¿Sabés una cosa Walter? Cuando la muchedumbre que estaba agolpada en los alrededores del Hotel Presidente se enteró en la madrugada del primero de noviembre del virtual triunfo de Tabaré Vázquez, brotó un grito espontáneo de Uruguay, Uruguay! Porque la gente entendió que el ganador había sido el país todo. ¿Entendés?"

Crea mi amigo que recuerdo aún que alegría tenía Víctor ese día. Y no es para menos, él es uno de los tantos que esperaron 30 años este momento y hasta tuvo la fortuna de ser testigo presencial del hecho puesto que viajó para verlo.

Sólo se me ocurrió sacudir la cabeza afirmativamente mientras se me planteaba una simple duda: ¿tendrá ese país de poco mas de tres millones de habitantes la capacidad de asimilar lo que han logrado y, se me ocurre, tendrán la paciencia para aguardar los cambios que se avecinan? Ojalá que así sea!

Nos encontramos en siete días si usted lo cree conveniente. Hasta entonces...