Lo que hará Bush con Chávez
Andrés Oppenheimer
WASHINGTON -- A pesar de nuevas evidencias de que Venezuela se ha convertido en una especie de ''Club Mediterranee'' para los grupos violentos de América Latina, lo más probable es que el presidente Bush no comience su segundo mandato haciendo algo dramático para aislar al presidente Hugo Chávez. Sin embargo, eventualmente lo hará.
A juzgar por lo que dijo la inminente secretaria de Estado, Condoleezza Rice, en su audiencia de confirmación en el senado, y por lo que escuché en entrevistas con altos funcionarios y ex-funcionarios, la estrategia del gobierno de Bush será esperar a que Chávez haga algo verdaderamente atroz en algún otro país, lo que muy probablemente hará.
Hay pocas dudas en Washington DC de que Venezuela le está dando albergue y protección a los narco-guerrilleros colombianos, y que está financiando a grupos violentos de otros países latinoamericanos.
En su audiencia de confirmación ante el senado el martes, Rice dijo que Venezuela se ha convertido en ''una fuerza negativa en la región'', y que el gobierno de Bush conoce muy bien ``las dificultades que ese gobierno está causando a sus vecinos''.
Rice no dio detalles, pero el actual conflicto entre Colombia y Venezuela por el secuestro del líder guerrillero colombiano Rodrigo Granda en Venezuela ha puesto en evidencia la continua presencia de grupos violentos de otros países en territorio venezolano, bajo la tutela del gobierno de Chávez.
Granda, mejor conocido como el ''canciller'' de las FARC, participó en el II Congreso Bolivariano financiado por el gobierno de Chávez el 8 y 9 de diciembre pasado en Caracas, Venezuela. Luego de ser secuestrado días después por cazadores de recompensa contratados por Colombia, y entregado a las autoridades colombianas, se supo que Granda viajaba con documentos de identidad venezolanos otorgados por el gobierno de Chávez.
Se trató de apenas el último de varios casos similares. En marzo del 2001, el acusado de piratería aérea José María Ballestas, miembro del Ejército de Liberación Nacional de Colombia, se refugió en Venezuela. En el 2000, otra líder de las FARC, Olga Marín, fue invitada a hablar en la Asamblea Nacional de Venezuela por el grupo de legisladores chavista.
Lo que es más importante, un informe de la revista News and World Report señaló en el 2003 que hay dos grandes campamentos de las FARC en Venezuela, incluyendo uno en las montanas de Perija, cerca del poblado de Resumidero, donde descansan y se entrenan unos 700 combatientes.
Pocos días atrás, le pregunte al general retirado James Hill, que hasta hace pocas semanas fue el jefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, hasta qué punto llega la interferencia de Chávez en otros países.
Hill me dijo que nunca vio datos de inteligencia que mostraran que Chávez personalmente había ordenado el apoyo a grupos violentos, pero que existen pocas dudas de que su gobierno está ''asistiendo a las FARC, aunque más no sea mirando para el otro lado'' cuando los guerrilleros se refugian en Venezuela.
''Están permitiendo que las FARC establezcan campamentos'', me dijo Hill. ``Y está bastante probado que él (Chávez) le dio dinero a (el congresista y líder cocalero) Evo Morales en Bolivia, y sospecho que se lo sigue dando. Y al FMLN en El Salvador''.
Entonces, ¿qué tendría que hacer el gobierno de Bush?, le pregunté. Hill dijo que Estados Unidos ''tendrá que manejarse con Chávez de la misma manera en que nos manejamos con cualquier otro presidente electo'', mientras se busca una forma de hacerle entender que ``habrá consecuencias si continúa interfiriendo a través de grupos violentos''.
¿Qué consecuencias?, le pregunté. ``Serán los otros países de América Latina los que deberán encontrar la forma de hacerlo... si comienza a ser un factor desestabilizador. Hasta ahora, no se ha convertido en un factor de desestabilización, porque no ha hecho nada en grande. Pero ciertamente tiene todo el potencial de convertirse en un factor desestabilizador''.
¿Mi conclusión? El testimonio relativamente suave de Rice en el Senado sugiere que Bush no planea endurecer de inmediato su política hacia Chávez. Más bien corrobora que para la mayoría de los funcionarios claves de Estados Unidos, la ayuda de Chávez a los grupos violentos todavía no ha llegado a ser una amenaza de desestabilización en la región.
Pero Chávez está envalentonado por el aumento de los precios del petróleo de $8 a $45 desde que asumió el poder, y se ha lanzado en una cruzada megalomaniaca para sembrar su ''revolución continental antiimperialista''. Muchos funcionarios de Estados Unidos creen que su borrachera petrolera lo llevará a hacer algo verdaderamente tonto, más allá de sus ''travesuras'' actuales, fuera de sus fronteras.
De manera que lo más probable es que Bush se siente y espere, mientras prepara una ofensiva diplomática para tratar de aislar a Chávez una vez que cruce la línea. La apuesta en Washington es que lo hará.
Material publicado en El Nuevo Herald