Año III - Nº 120 - Uruguay, 04 de marzo del 2005

 

 

 

 

 
Errores y Responsabilidad Médica
2ª parte.
Dr. Fernando Botta

Los errores ocurren en todos los órdenes de la vida: forman parte de la condición humana y por lo tanto los médicos a diario cometemos algunos. Suele confundirse error médico con Iatrogenia (que se define por el daño causado por un acto médico) lo que no es correcto, ya que la iatrogenia puede estar implícita o explícita en el propio acto sin por ello ser un error. Mientras la Iatrogenia es un riesgo conocido o previsible, el error es el hecho fortuito, no siempre generador de daño, resultado del accionar humano.

Vimos en la primera parte de esta nota un conjunto de situaciones que favorecen al error médico; señalaremos ahora solo las inadecuadas condiciones laborales del médico y las crecientes dificultades para su actualización como uno de los factores predisponentes mas comunes y quizá mas fácilmente evitables.

El error puede cometerse por negligencia, imprudencia o impericia y así es sancionado por nuestro código penal. Explicaremos brevemente cada uno de ellos con ejemplos sencillos.

Comete negligencia aquel que sabiendo lo que debe hacer no lo hace, aquel médico que no actúa de acuerdo a lo que dictan sus conocimientos, es decir que sabiendo lo que debe hacer comete la omisión.

La imprudencia médica se produce cuando aun sabiendo que no debe realizar algun acto el médico igual lo hace, aunque no este capacitado para ello, o los riesgos sean menospreciados. Y finalmente, la impericia sucede cuando era necesario saber hacer y se cometió el error, demostrando así, la insuficiencia de conocimientos.

Por Ej.: Si recibo un paciente, hago un correcto diagnóstico de apendicitis, no le interno y consulto al cirujano cometo negligencia; si realizo yo mismo la cirugía, entonces cometo imprudencia (ya que no soy cirujano ni estoy capacitado para ello) y si en lugar de diagnosticar la apendicitis diagnostico ansiedad, evidentemente, estoy cometiendo una impericia.

Este último ejemplo nos lleva a otro aspecto complejo de la medicina como son los diagnósticos diferenciales, que normalmente suele confundirse con error médico. Como lo dice el nombre, diagnóstico diferencial son las distintas enfermedades que pueden tener síntomas y signos similares, quedando la dilucidación diagnóstica a los distintos estudios paraclínicos o a la evolución de la enfermedad. No siempre es fácil discernir entre un error o un diagnóstico diferencial y quizá la clave para poder hacerlo esté en la negligencia, imprudencia o impericia con que actúe el médico.

Frente a un paciente que, luego de un exhaustivo interrogatorio, exámenes físicos negativos, no hay un diagnóstico, entonces se plantea el dilema de hasta donde llegar en los exámenes o en la conducta expectante, sin saber siquiera cual será la evolución del enfermo. Si el enfermo (y su familia) sintieron que el médico estaba capacitado y dedicaba toda su energía al paciente con el esmero y cortesía necesarios, seguramente no habrán reproches de mala praxis si algo malo sucediera, pero, si ese mismo médico tomara las mismas decisiones pero con una mala relación con el paciente, dándole a este la sensación de no ser correctamente atendido, seguramente la acusación de mala praxis se estará gestando.

El paciente a su vez debe brindar al médico todos los medios que éste necesita para su trabajo, comenzando por darle todos los detalles de sus síntomas y enfermedades previas (es increíble como se oculta o se miente al médico por parte de los pacientes) siendo a su vez, en su calidad de usuario, responsable y conciente de todas las limitaciones que las instituciones presentan por diversas causas que no entraremos en detalle hoy. Pero, mas allá de esos elementales requisitos, el paciente debe ser conciente que el médico jamás podrá asegurarle resultados, que siempre podrá ofrecerle el máximo de acuerdo a lo que dicte la ciencia médica y los medios con que se cuente en determinado lugar y tiempo. Solamente de ello debe ser responsabilizado el médico cuando, por no hacerlo, cometa la negligencia, la imprudencia o la impericia, el médico no debe ser responsabilizado por resultados nunca garantidos o por carecer de los medios para el correcto ejercicio profesional.

Mas allá de la sanción que corresponda penal o civilmente ante la justicia el gremio médico debería poder contar (como en todo el mundo civilizado) con un Colegio Médico que pueda regular el ejercicio profesional vigilando por el estricto cumplimiento de las norma éticas y con potestad sancionatoria, lamentablemente hace ya décadas distintos proyectos de ley duermen en el Parlamento cuando no se rechazan atribuyéndole al Colegio Médico potestades corporativistas que para nada están en nuestro gremio. Desde nuestra modesta posición exhortamos a la nueva legislatura a encarar urgentemente el tema.