¿A qué le temen?
por Aquiles Diggo
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Sra. Ministra, ¡por favor… ¡
Ayer, como todas las tardecitas estaba tranquilamente tomando mate, y mirando los noticiosos capitalinos. Hete aquí que de pronto se me atoró la media luna con el buche de mate y estuve a punto de ahogarme ¡DE RISA!
Sabía que la ministra del interior, campechana ella, era afecta a los espectáculos carnavaleros y al alegre discurrir en apacible calma de la sociedad uruguaya actual, pero no la creía capaz de incursionar en el difícil arte de hacer reir, porque de verdad, me hizo estallar en carcajadas justo cuando estaba por tragar.
¡Me mató ministra! ¡Me mató!!!
Mis felicitaciones, su chiste fue tan original como efectivo. Estoy seguro que la mayoría de los televidentes que no tuvieron tiempo de cambiar de canal, gozaron como yo de su broma. ¡Qué natural prodigación en difícil arte de hacer reír. !
Yo no tengo gracia ninguna para repetir chistes, pero por si alguien no tuvo la oportunidad de verla trataré de contarlo lo mejor posible.
Es tan gracioso lo que dijo que hasta los cuadrapléjicos se retorcerán de la risa. Con un tono bajito, casi de confidente dijo, más o menos esto:
-Es que los efectivos policiales son muy escasos, no alcanzan… Lo que ocurre es que la policía tiene mala fama. Como fue colaboradora en la dictadura y militares y policías reprimían… y eso… por eso nadie quiere ahora ser policía!
Señora, le aseguro que si no fuera porque de ahora en más, tendrá usted segura la economía para el resto de su vida, (como cualquier político que llega a su posición) le garantizo que no le faltaría oportunidad para integrar en forma vitalicia, alguno de esos grupos carnavaleros que tanto gusta, o incluso en alguna hora pico, programas televisivos tipo Susana, o Tinelli.
El canal que la contratara tendría el ratting asegurado.
Me causó mucha gracia.
Pero estoy seguro que los que más disfrutaron de su chiste, han sido sus subalternos.
También estoy seguro que ninguno se atoró con nada, pues a esa hora ya su mujer y sus hijos no le habrán dejado ni las migas de la única comida que diariamente llevan a su mesa.
…Estoy seguro que le perdonaran ese humor negro…
Estoy seguro que el agente cuya esposa también policía se suicidó hace meses porque por dos veces la descubrieron colgándose del cable de la Ute, porque con dos sueldos, no les daba para pagar las cuentas.
O el que murió custodiando en soledad al remesero… o tantos anónimos más…
Ellos también la perdonarán.
Quizás usted ignora lo que le paga a sus subalternos.
Seguro que ignora que con esos sueldos casi de “emergencia” el incentivo para arriesgarse a ostentar otro orificio en la humanidad que los que la naturaleza les dio, no sea suficiente.
Con ese sueldo, usted no podría ni soñar en pagarse las entradas para el teatro de verano.
¿Por qué en lugar de dar las limosnas que orgullosamente da su colega, no duplica el sueldo de los agentes policiales?
¡Haga la prueba! Estoy seguro que las fábricas de uniformes no darían abasto, y tendríamos al día siguiente un ejército de policías.
¿O les infunde temor eso?
Los que reciben los sueldos de emergencia y hasta los mismos que hoy salen a robar, estarían haciendo cola para anotarse.
Y matarían dos pájaros de un tiro.
Crearían (o realmente estimularían) verdaderas y necesarias fuentes de trabajo, y se pondría freno legal a la delincuencia antes que el pueblo se canse.
Y lo más importante: usted no necesitaría decir chistes.
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