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Los K, frente a su mayor desafío en cinco años
por Rosendo Fraga
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Los Kirchner se encuentran frente a la crisis política más grave desde que llegaron al poder, casi cinco años atrás, el 25 de mayo de 2003. El conflicto con el agro supera -como crisis política- a las movilizaciones que generó Blumberg cuatro años atrás. La presidente se ve precisada a hablar cuatro veces en una semana. Lo hizo el martes 25, buscando quebrar la protesta del agro con un discurso amenazante y generando el efecto contrario, como lo demostraron los cacerolazos urbanos que emergieron. Volvió a hablar el jueves 27 con un tono más conciliador, pero mostrando el respaldo de todos los gobernadores del PJ con la excepción de uno solo (Schiaretti). Lo hizo junto con el titular de la CGT (Moyano) y el líder de los piqueteros oficialistas (D'Elía), convertidos en fuerza de choque para-oficial en este conflicto. El espacio de diálogo generado por el tono más conciliador fue desperdiciado, y eso lleva al tercer discurso, que tiene lugar el último día de marzo y que volverá a repetirse el martes 1 de abril en la Plaza de Mayo (que el gobierno piensa colmar con más de 100.000 militantes oficialistas reunidos por sindicatos, piqueteros e intendentes justicialistas del Gran Buenos Aires). Que el jefe de Gabinete (Alberto Fernández) haya tenido que suspender el viaje que iba a realizar a Washington y que la Presidente haga lo mismo con los que iba a hacer al Reino Unido, confirman la importancia de la crisis.
La visión del Perón de los cuarenta con la cual el gobierno enfrentó el conflicto del agro, se profundizó en los últimos días. El oficialismo se empeñó en desconocer la creciente de movilización de la emergente clase media rural, insistiendo en presentarla como si fuera sólo la Sociedad Rural Argentina. Frente al cacerolazo urbano, que tuvo lugar en ciudades que en octubre no votaron por Cristina, como Capital -fue su peor porcentaje con sólo 25%-, Rosario y Córdoba, trató de presentarlo como la acción de sectores golpistas, cuando entre el 80 y el 90% de quienes participaron espontáneamente tenían menos de 30 años. Se generó así una convergencia de la clase media rural y urbana sin precedentes. Pero esta situación parece reeditar el enfrentamiento de los años cuarenta y cincuenta, en los cuales los sectores populares eran la base de sustentación del peronismo y los medios lo eran del antiperonismo. La imagen televisiva de los grupos de choque para-oficiales agrediendo -encabezados por Luis D'Elía-, acentuaron la semejanza con lo que sucedía con el primer peronismo. El intento de dar al conflicto un sesgo ideológico entre ricos y pobres, entre derecha e izquierda, fue invalidado por las imágenes de televisión. Además, el gobernador que más ha defendido la posición del agro es el socialista Hermes Binner de Santa Fe, y la entidad del agro más combativa es la FAA, que es el ala izquierda del agro y que públicamente recibió el respaldo de Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz por su defensa de los derechos humanos.
Hacia el futuro, el problema es de difícil solución, porque el gobierno quiere ceder sin que se note y ello no es posible en un conflicto que ha movilizado cientos de miles de personas. El oficialismo desechó la oferta de mediación que realizó la Iglesia y la gestión de buenos oficios del gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli -quien, para diferenciarse, presenta su propia propuesta para el agro-, para no dar la imagen de un empate político. Planteada la negociación, buscó sólo ofrecer subsidios pero sin modificar el reciente aumento de la retenciones. Informes del propio gobierno dieron cuenta al comenzar el conflicto que sólo 3% de las pequeñas empresas -que son cientos de miles- acceden a los subsidios que les ofrece el gobierno. Ello es por las trabas burocráticas que enfrentan para utilizarlos y por esta razón, los pequeños productores rechazan este tipo de propuesta. En cambio, la rebaja de las retenciones se aplica automáticamente para todos. Al comenzar la semana, el paro y los cortes de ruta se han reiniciado y el gobierno está redoblando la apuesta con la convocatoria oficialista a llenar la Plaza de Mayo. Si bien tanto al gobierno como al agro les conviene hoy un empate, no será fácil el acuerdo durante la semana que se inicia. El miércoles la protesta cumple 21 días y los gobernadores oficialistas empiezan a mostrar más fisuras que las cuatro entidades del agro.
Ante el mundo, la Argentina está proyectando una imagen cada vez más similar a la de Venezuela. En ambos países, el conflicto político tiene una base social, siendo los sectores populares el sustento del oficialismo y los sectores medios los de la oposición. Siendo los dos países los de mayor inflación de América Latina -la real en ambos casos supera el 20%- los precios máximos han comenzado a generar desabastecimiento de alimentos, agravado en el caso argentino por el paro del agro. La acción de grupos de choque para-oficiales para romper movilizaciones opositoras, es un dato común, y el ataque por parte de militantes oficialista al ómnibus que transportaba en Rosario a Mario Vargas Llosa, ha tenido repercusión internacional. En los dos países se viven crisis políticas, pese a que los precios de las exportaciones de ambos (petróleo y soja) están muy altos en términos históricos. La corrupción está afectando también a ambos gobiernos, ya sea por la compra de campos por los hermanos de Chávez o la no concreción del retorno de los fondos de Santa Cruz depositados en el exterior, que afecta al ex presidente Kirchner y que siguen sin retornar, pese a los reiterados anuncios.
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