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Que lo explique Copetti por Javier García
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Se corre el velo y vamos descubriendo las diferencias entre lo que se promete y lo que se cumple. En la campaña, el Frente se comprometió a que de ser gobierno la prioridad sería llegar al 4,5% del PBI para la educación. Es la bandera histórica de los gremios de la enseñanza.
A poco de comenzar este gobierno el ministro Brovetto fue un poco más lejos en sus promesas y habló de que debería tenerse como meta no el 4,5, sino el 6% destinado a ese fin. Hace 48 horas el vicepresidente, a la salida del Consejo de Ministros, confirmó que no se podrá llegar a ese guarismo. Justificó, con una gran pirueta matemática, que "como el PBI del país ha crecido eso compensaría el no llegar al porcentaje al cual el gobierno se había comprometido en la campaña electoral". Queda claro que la matemática de Copetti no era la lectura favorita de Nin.
Relató que "cierta presión inflacionaria" le hace prender una luz amarilla al gobierno a pesar de "que el país está encaminado en una senda de progreso y crecimiento constante". La frase es de estricta verdad, y más lo sería si agregara que todo ello es "a pesar del gobierno". Nadie, a cuenta de ser deshonesto intelectual, para usar términos de moda, puede desconocer esta realidad y además alegrarse de que así sea. También para ser sinceros hay que decir que sólo con gobiernos muy incapaces se puede dejar de crecer con los precios a los cuales se están vendiendo nuestros productos primarios. Ojalá esto fuera así siempre.
En la abundancia es más fácil gobernar. A este gobierno le tocó un período expansivo, como al pasado le toco la lepra. Hay que ser honestos y reconocerlo todo. Sin embargo esta semana, en el consejo de ministros, algunos de ellos plantearon temores por futuras inestabilidades en la región y por lo tanto se alinearon con la no expansión del gasto público.
Es exactamente lo mismo que otros gobiernos argumentaban para explicar las restricciones presupuestales.
Desde la bancada opositora que lideraba el FA cuando se discutían las rendiciones de cuenta se llegaron a presentar centenares de aditivos que aumentaban el gasto público. Desde las bancadas oficialistas respectivas a los anteriores gobiernos se decía lo mismo que dicen ahora desde el FA: no es que no se quiera, es que no se puede.
Es la diferencia entre la realidad y la magia.
Los ministros están en una lucha política interna y han entrado en la dinámica de pedir lo que ya saben no les darán para quedar bien, y de paso juegan al oficialismo y la oposición desde el propio seno del gabinete. Pero más tarde firmarán todos, solidarizándose, la Rendición de Cuentas, como corresponde a un gobierno que por definición es siempre oficialista. El que no está de acuerdo con lo que le dan a su cartera, si cree que es grave, se va y punto. Eso sí sería un mensaje comprometido.
De a poco el discurso mágico, que todo lo prometía y todo lo podía y que desprestigiaba a quien intentaba justificar sus imposibilidades, va desapareciendo.
Imaginemos que se hubiera aprobado el referéndum que en 1999 los gremios de la enseñanza impulsaron para establecer en la Constitución de la República un porcentaje fijo del presupuesto para la educación, el 27%. Hoy a la promesa incumplida se sumaría una violación constitucional. Menudo problema.
Se acabaron los buenos que todo lo pedían y los malos que todo lo negaban.
Se acabaron los magos en la política.
"Los ministros están en una lucha política interna y han entrado en la dinámica de pedir lo que ya saben no les darán para quedar bien"
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