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Año IV - Nº 232
Uruguay, 04 de mayo del 2007
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Alvaro Kröger
El criptofascismo
por Alvaro Kröger
 
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            En éstos últimos ocho años de actividad política, el chavismo (en el cual incluimos a Ecuador, Bolivia y Argentina) marcha avasallante hacia la peor desgracia que los cuerpos colectivos de occidente pueden sufrir, el totalitarismo. Slavoj Žižek acuñó la palabra "ultrapolítica" para comprender la absoluta soberanía para el líder absoluto. El Nacional Socialismo alemán fue el más acabado ejemplo de su realización histórica, tomó una guerra mundial para extirparlo y 50 millones de muertos, lo que quedó a su paso por Europa fue destrucción y muerte y la promesa, por parte de los sobrevivientes, de "nunca más". Y de los últimos lugares del mundo donde se pudiera pensar florecería de nuevo esta inhumana concepción del Estado era en Venezuela, Ecuador o Argentina unas democracias, con tradiciones de ideas libertarias que hicieron grande sus gentilicios. Pero la realidad no es otra, la semilla está sembrada y prosperando en buena tierra, lo peor, ante el aplauso y las loas de gente, principalmente de otros gobiernos demócratas, que creen en el disfraz y las mentiras del régimen, entregados en la fiesta de los regalos y dádivas están permitiendo que se enraícen en nuestro continente los demonios ciegos del fascismo.

            Todo empieza con un discurso, con una lógica que dan inicio a la construcción de un aparato estatal basado en la absoluta sumisión al líder, que tienen como fin el control total de la población y del territorio, el surgimiento de un Estado policial y de un agresivo ejército de conquista para culminar en injerencias y agresiones a otros estados, fase inicial de la expansión hegemónica. El caso argentino el ejército se desmanteló, pero aparece la inseguridad en manos de bandas no combatidas por el Poder, sino más bien alentadas por él.

            Desde la Edad Media, el concepto de soberanía surge como dominio sobre un territorio, con la modernidad la soberanía evoluciona como una forma abstracta del poder público, separado de los gobernantes y de los gobernados y dirigido al bien público, pero con el incremento de un poder central, con la aparición de líderes y partidos políticos dominantes aparece la noción del poder popular o soberanía del pueblo, que por medio de una "transferencia" política, llega a residir en los poderes públicos, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

            Carl Schmidt y Martin Heidegger, ambos profesores universitarios y de impecables credenciales académicas, se encargaron de darle los justificativos jurídicos y filosóficos a las agresivas tendencias del movimiento nacionalsocialista y su líder indiscutible Adolfo Hitler. Utilizando el recurso de la lógica circular, confundiendo conceptos y partiendo de una tesis donde se solapa la autoridad como función y la autoridad como persona, plantearon una radicalización del concepto de soberanía, mezclaron en una sola idea la soberanía con la gobernabilidad, de esta manera crearon una tesis que le permitió a Hitler asumir todas las funciones de Estado en su persona.

            La gobernabilidad funciona en un marco normativo y se encarga de controlar las personas en el territorio soberano, Foucault la llama la biopolítica y tiene que ver con el manejo de las variables poblacionales, tales como la mortalidad, la natalidad, las enfermedades, la fertilidad, la vivienda y demás servicios públicos, la productividad, el trabajo, etc. La función de la gobernabilidad ha sido hasta los momentos el "normalizar el cuerpo social", es decir, eliminar las incidencias no deseadas y estimular las consideradas óptimas, pero cuando se confunden gobernabilidad con soberanía, aparecen nuevos poderes y funciones, que le atribuyen a un Estado el poder de intervenir, sin oposición, en los esferas privadas de los ciudadanos, disponer de sus vidas y bienes y hasta en la forma en que han de morir.

            El concepto que utilizaron Schmidt y Heidegger de soberanía era el mismo de Bodín y Hobbes, el más primitivo y absoluto de las soberanías, el que no está supeditado a ningún otro poder, para ajustarlo a la institucionalidad, se valieron del concepto de soberanía del pueblo, representada en su líder, pero aquí se encontraron con otro problema, la soberanía absoluta no podía ser legitimada, pero si el líder encarnaba la nacionalidad alemana, si no sólo ejercía la autoridad sino que era la autoridad misma, entonces el Führer se convertía en el dador de las leyes, concentrando en su persona las funciones legislativas, judiciales y ejecutivas,  fue así como Alemania regresó a la autoridad absoluta de los reyes de la Edad Media, disfrazada de ropaje constitucional, de esta manera Hitler quedó fuera de todo control y sujeción, en pocas palabras podía hacer con su pueblo lo que le diera la gana, y por extensión con sus vecinos y con el mundo, cosa que intentó.

            Hitler gobernó en Alemania bajo la pretensión que "normalizaba" a la sociedad, la hacía única en pensamiento y acción, sin contradicciones, sin oposiciones, con un solo partido.

            Chávez, Kirchner, Morales y el crápula de duodeno perforado, a sus maneras, están siguiendo el mismo plan de ruta, controlar los países, sin oposición, sin libertad de expresión, con absoluto dominio de todas las maneras de mediación política, anulando las instituciones intermedias, con férreo dominio del aparato electoral, judicial, legislativo, militar, y pronto, de la opinión pública, de la educación, del comercio y la industria,  de la banca, las telecomunicaciones, de los bienes y vidas de los ciudadanos. La insistente idea de formar un partido único, un frente común para adelantar la revolución no es otra cosa que la concreción fascista de un solo poder, en Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador y Cuba, donde los "chavistas" confunden el Estado con el partido político que los une, tiene el atractivo de un acceso ilimitado a los dineros del Estado para financiar campañas políticas  y del acceso a puestos burocráticos que serían repartidos entre políticos sin alma y sin pueblo. Los partidos socialistas y comunistas que renuncien a sus ideales e ideas para formar parte de una corporación antidemocrática y militarista latinoamericana como la planteada por el dictador Chávez, lo harán sólo por ánimo de lucro o por miedo.

            El Nacional Socialismo, convertía los crímenes en actos de Estado, sus líderes hacían la ley y la presentaban para que fuera obedecida en nombre de la soberanía y la voluntad del pueblo alemán. El partido nazi, partido único en Alemania, por medio de técnicas doctrinarias y el abuso del poder logró implantar una organización que penetró en toda la fibra social del país, para finalmente, como un cáncer, destruir a su portador.


Referencias: Slavoj Žižek, C.Schmidt, M.Heidegger, Foucault, Th.Hobbes.
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