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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 393 - Uruguay, 04 de junio del 2010 |
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Días atrás un Inspector General de la Policía en situación de retiro envío una nota que fuera publicada en las cartas del lector de un diario de distribución masiva, en la que citaba que “los políticos no deben jugar a ser policías ni los policías meterse en política”, con respecto a la figura del Presidente de la Republica como Comandante en Jefe de la de las FFAA y por ende de la Policía Nacional. Desde hace años que venimos expresando que si bien la Policía debe estar subordinada al Poder Político, no debe de haber una mimetización entre la Institución Policial y el Poder Político. El Poder Político debe definir las políticas a implementar en materia de seguridad pública y mantenimiento del orden público, y la Policía es la que profesionalmente debe traducir ese lenguaje político en acciones operativas. Sin dudas que los políticos no deben incursionar en la operativa, como tampoco los policías deben incursionar en temas políticos, no es nuestro tema y por sobre todo no estamos preparados para ello. Algunos camaradas, designados como Jefes de Policía sentencian que ahora son políticos. ¡Cuidado! Están ocupando un cargo de particular confianza, político, lo que no implica que hayan sido designados por el poder político con la finalidad de cumplir una administración política, sino como forma de ir cambiando el perfil de esos cargos en profesionales. Además los políticos han aprendido de aquella experiencia del Dr. Batlle de designar a todos los Jefes de Policía del país entre Oficiales de la Policía Nacional en actividad y retiro. Hoy saben que los Jefes de Policía son fusibles baratos y rápida reposición y que ante la menor muestra de disentimiento, rápidamente pueden elegir entre un par de decenas de candidatos para suplir al relevado. También saben que los Jefes de Policía policías, son baratos en términos políticos, ya que no tiene una estructura partidaria detrás, como tenían los Jefes de Policía políticos, que cuando diferían con las autoridades de gobierno se constituían en un factor desequilibrante de la administración. Sin dudas que acceder a esos niveles de poder puede obnubilar y a obligar a bajar la vista hacia el propio ombligo creyendo que allí está el centro del mundo. Nuestra gestión, sea en el ámbito que sea, y en las condiciones que sea, debe ser absolutamente profesional, desprovista de otros aditamentos que solo van a hacernos desviar de nuestra misión y muy probablemente desprestigiar aun mas a nuestra Policía. Solo ocupamos esos cargos por un tiempo y no somos dueños de los mismos, en todo caso son de nuestra profesión, su ocupación y peso político es efímero.
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