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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 393 - Uruguay, 04 de junio del 2010 |
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José Serra, candidato favorito a la presidencia del Brasil en las próximas elecciones de Octubre por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), acusó al gobierno de Evo Morales de complicidad en el tráfico de cocaína. El ex gobernador de Sao Paulo dijo que entre 80 y 90 por ciento del narcótico ingresa a su país desde Bolivia y agregó: "¿Usted cree que podría entrar toda esa cocaína a Brasil sin que el gobierno boliviano haga al menos la vista gorda?" El experimentado político tiene absolutamente toda la razón. La mayoría de la droga, cuya producción ha llegado a niveles nunca vistos desde que Morales gobierna, es transportada en camiones y barcazas repletas, a través de miles de kilómetros de carreteras y ríos hasta llegar a la frontera, sin que nada la detenga. Son centenares de toneladas que se envían, pero en Bolivia este año se incautaron apenas 13,8 toneladas pertenecientes a narcos independientes que no están asociados con el gobierno.
Serra es el primer político de renombre que se atreve a denunciar a Evo Morales por su asociación en el tráfico de cocaína. También ha sido el único latinoamericano que ha comparado cabalmente a Mahmoud Ahmadinejad con Adolf Hitler. Es gente de este calibre que necesita el mundo y especialmente América Latina, para enderezarse y retomar el rumbo hacia la prudencia, el respeto a las leyes y la auténtica democracia. Serra es la antítesis de su opositora Dilma Rousseff. El candidato brasileño es la figura más importante para definir el futuro latinoamericano. Si gana las elecciones, se acabará el idilio del Brasil con Irán, e Itamaraty volverá a su cauce. No tendremos que temer la penetración musulmana en el continente, ni el traspaso de la guerra del Medio Oriente a América del Sur. Si sube Rousseff, sucederá lo opuesto. Si Brasil se ubica del lado de la razón y la decencia política, logrará su sueño de convertirse en una de las cinco potencias económicas del planeta, con posibilidades de sacar a su gente de las miserias del tercer mundo. Por el contrario, si continúa con su denigrante juego populista, juntándose con la escoria de la política mundial, como son los nada confiables gobernantes de Irán y Turquía, cuyos intereses religiosos para imponer el islam sobre la tierra superan a todos los demás. Se verá en medio de una batalla que lo destruirá. Nadie que tenga amistad con Irán saldrá bien parado de la guerra que se avecina. Europa, Estados Unidos e Israel, tomarán muy en cuenta a los aliados del Hitler persa.
Serra es la única opción para retomar la sensatez, y poner a los bolivarianos en su sitio. La advertencia a Morales es digna de un hombre de principios sólidos y pensamientos elevados. Una denuncia de esta magnitud en vísperas electorales, que puede dañar su imagen frente a la chusma y los medios progresistas, es solamente meritoria de un líder de carácter, que no se rebaja a los niveles demagógicos de su contrincante del Partido de los Trabajadores. La cocaína está haciendo estragos en Brasil y Bolivia. Aparte de la descomposición social que conlleva su elaboración y tráfico, que convierte en millonarios instantáneos a individuos capaces de asesinar a cualquiera por su dominio del negocio; es una droga vorazmente adictiva, que ocasiona severos daños psicológicos. Evo Morales y su gobierno están directamente involucrados en el narcotráfico. No debe quedar duda alguna de este hecho irrefutable. Mencionar su ascenso al poder a través de los productores de coca, de quienes Morales sigue siendo su jefe, o referirse a los poblados bajo su protección que se dedican exclusivamente a la fabricación de cocaína, es repetitivo pero necesario. Ha llegado el momento en que el Parlamento Europeo, las Naciones Unidas, la OEA, y otras organizaciones internacionales, envíen emisarios a Bolivia para corroborar las acusaciones vertidas por Serra, y pongan a Morales y sus socios en el banquillo. Compartir este artículo en Facebook © José Brechner
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