Mi hermano Antonio
Por Helena Arce
En este semanario nosotros no solemos poner avisos necrológicos, y este por cierto no lo es. Son simplemente unas líneas de despedida, despedida física, pues como dice el poema: en algún lugar, algún día, no se donde, ni cuando, volveremos a estar juntos. Antonio Francisco Sparano Misol, fue nuestro hermano del alma, nuestro hermano mayor. Por innumerables razones, que no significan para nada que su madre lo hubiese querido menos, el fue el hijo del alma de mi madre, quien en realidad era su tía, o “la vieja” como el solía decirle, imagino que para no hacer sentir mal a su madre verdadera, mi querida tía Beba, o para que sus hermanos de sangre no se sintieran menos hermanos.
Pero él, fue nuestro hermano del alma, su esposa, es nuestra cuñada, y sus hijos, son nuestros sobrinos. Este día, el jueves pasado, en que debimos acompañarlo a donde descansan sus restos, como suele decirse, a lo que queda físicamente de nosotros, cuando nuestra alma vuela, allí estábamos nosotras, sus hermanas del alma. Por eso hoy les cuento que Helena Arce de Bogorja, Roberto Bogorja, Ana María Arce de Garate, Miguel Garate, Myrians Abreu de Muszwisz y los hijos de los hijos de nuestros padres y sus hijos, despedimos con inmenso dolor a nuestro queridísimo hermano mayor.
El hijo del alma de mi madre, la luz de sus ojos, con quien a los 17 años estrenó sus canciones de cuna, e hizo sus primeras experiencias maternales, sustituyendo a su hermana mayor, que enredada en su nada fácil vida, no pudo hacerse cargo de él. Ella y mi abuela, a quien no conocí, fueron quienes lo acunaron. Mi padre, Aníbal Arce Montini, fue su referente en la vida, pues él, Antonio, lo eligió así, Antonio consideraba a mi padre su padre, y eso nadie podrá jamás quitárselo, ahora menos que nunca.. .
Y así como el los lloró en el momento en que partieron, hoy lo lloramos nosotros. Pero no desesperadamente, querido Antonio, pues tu increíble bondad nos acompañará hasta el día en que nos reencontremos. Pues eso fuiste toda tu vida, un niño grande bueno.
Nos vemos Antonio, como te dije esa última mañana que compartí contigo, tu última mañana en este mundo: “te quiero mucho”, se que estás con los viejos, con nuestros viejos, por eso estoy tranquila. Seguiré pudiendo ver tu cara, en la de mi hijo, que vaya a saber porque sino del destino, salió tan parecido a ti.
Nos vemos Antonio, y ese día cantaremos juntos de nuevo.
Helena
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