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Año V Nro. 354 - Uruguay, 04 de setiembre del 2009   
 
 
 
 
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Visión Marítima

 
Helena Arce

Llevo tu nombre
por Helena Arce

 
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         Preciosa muchacha, demasiado huraña se presentó la felicidad en   tu corta existencia. Cargabas contigo una dura enfermedad  para tu época, dolencia a la que se temía. Hoy, más de un siglo después,  el tener epilepsia de nada te  inhibiría. Naciste con el siglo XX, por ello no existían medicinas, ni tratamientos que te permitieran disfrutar la vida a la que tenías derecho.  Cada vez que tu belleza y bondad tocaban el corazón de un joven, era tu madre quien lo alertaba con honestidad: “No,  mi hermosa hija no puede llevar una vida normal, afrontar un hogar, ser responsable de hijos, es que está enferma”.

         Por ello cuando a tus 21 años te quedaste sin madre, volcaste todo tu amor  a tus hermanos,  en especial en ese pequeño de tan solo 5 añitos, que te idolatraba, mi padre, mi inolvidable Mr. A.

         No aceptaste partir con tu tía a otro país, este era tu hogar, tu familia, y por sobre todo estaban tus hermanitos. También, es probable  que aquella tía no haya insistido en demasía, ella amaba a los hijos de su hermana, pero eran unos cuantos, por suerte los pequeños conservaban a su padre, ofreció ocuparse de  los mayores, los del primer matrimonio de su hermana, imagino que sintió innecesario insistir cuando expresaste  tu deseo de permanecer aquí, solo partió así con un sobrino, no quiero atribuirle un cierto alivio al no tener que cargar contigo y tu “enfermedad”.  

         De forma inaudita, tras unos años de paz y sosiego, sobrellevando juntos  el dolor ante la temprana orfandad, otra vez la tragedia golpeó la puerta, y se llevó al padre de tus hermanitos. Una querida amiga materna se hizo cargo de los más chicos, los ayudó a estudiar, a prepararse para afrontar por sí mismos,  la vida. Pero a ti te internó, imagino tu estado ante tantas angustias, sin los adelantos  de hoy, que tornarían  tu “enfermedad” anecdótica. Entonces con todo su amor y buena voluntad,  tomó la medida que sintió era mejor.

         Basta ver el acta donde te derivaron a la Colonia Etchepare en el año 1926, allí se atestigua que te derivaron del Hospital Vilardebó, “no corresponde su internación en este hospital,  epilepsia”,  sostiene el informe del médico que te recibió. El acta de defunción en 1928,  dice que falleciste por  un ataque epiléptico. Solo tenías 28 años, y habías perdido todo, tu madre, tus hermanos, tu hogar. Cuando tu hermana, se casó, lo primero que hizo fue ir por ti, fue desesperante descubrir  que habías fallecido, solo  unos meses antes.

         Durante mi infancia, tuve varias versiones del origen de mi nombre, todas ellas derivaban en un antojo de mi padre, que ante la presión de mi hermana mayor, aceptó agregarle una “H”,  al inicio.

         Mi padre sonreía, y solía decirme que todas las mujeres que llevaban mi nombre eran hermosas, desde la primera, aquella robada por Paris.

         Únicamente, unos meses antes de su partida de este mundo, me dijo: “Yo tenía una hermana, que se llamaba como vos, se murió  muy joven” Como sus ojos se llenaron de lágrimas, no practiqué la insistencia habitual que solía utilizar,  cuando quería  que él me contase algo.

         Después mis tías me ayudaron a conocer la historia:

         Mi padre amaba a todos sus hermanos, pero por sobre todo adoraba a su hermana mayor,  Elena, cuando  perdieron  a su madre, solía dormirse únicamente,  cuando ella lo llevaba a su cama y le cantaba canciones. Y ella sentía la misma infinita ternura, por su hermanito menor.

         Por ello querida tía, si bien únicamente dos fotos documentan tu vida, no fue en vano tu paso por este mundo. No pudiste realizar en plenitud tu vida, ni hacerte cargo al quedar solos, de tus hermanitos,  tuviste que afrontar irte de este mundo en soledad y entre  extraños, sin embargo estuviste presente en el amor por siempre, por el amor que brindaste, por el amor que conquistaste. Prueba irrefutable de ello, es que habiendo nacido a 28 años de tu ida, los mismos que abarcaron tu existencia,  por ti  llevo tu nombre.

© Helena Arce para Informe Uruguay

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