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Año V Nro. 367 - Uruguay, 04 de diciembre del 2009
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El pasado lunes 23 de noviembre, Armando de la Torre me envió por mail un artículo titulado «¿Quiénes son los “oligarcas”?», añadiendo, al final del mismo, una breve frase: «quedo a la espera de sus comentarios»… Y casi de inmediato se lo contesté, por supuesto. Después de hacerlo, consideré que tanto el artículo de Armando —de muy elevados conceptos, como es costumbre— como las reflexiones implícitas en mi contestación, contenían elementos que podían ser de interés para los lectores de «Informe Uruguay». En consecuencia, aquí está mi respuesta, que pretende ser más que nada una reflexión y que tiene, por desgracia, cierta validez universal: Los grandes economistas tenían razón. David Ricardo, Thomas Malthus, Adam Smith, David Hume, Frédéric Bastiat, Friedrich Hayek, Ludwig von Mises y, en cierta medida, también Karl Marx… En cualquier ámbito social, el dinero (es decir: la economía, las finanzas) es lo que en realidad mueve y motiva todo, porque, para decir una entre tantas verdades que son tan grandes como catedrales góticas, los idealistas siempre han sido una minoría, y exigua para colmo. En consecuencia, el motor que mueve a todos estos «idealistas» de izquierda desde siempre ha sido y por siempre lo será uno con remarcado signo monetario, ya sea de euros como de dólares, o de la divisa que se quiera mencionar. En nuestros desafortunados países latinoamericanos, que con tanto ahínco se esfuerzan por hacer honor a la definición que en 1987 dio sobre ellos el extraordinario novelista americano James A. Michener —«un continente de segunda, habitado por gente de tercera»—, ese fenómeno se torna mucho más evidente que en algunas otras regiones del mundo bastante más civilizadas, o más desarrolladas… ¡O más favorecidas! Aquí, las motivaciones financieras y económicas de la izquierda son, de tan evidentes, impúdicamente exhibidas y cotidianamente y expuestas (sin disimulos ni cortapisas), mucho más que groseras: grotescas. Los derechos humanos, las ONGs de cualquier índole o color, las organizaciones especializadas en temas de «seguridad», las pateras políticas de la ex guerrilla, la «Nobel» Rigoberta Menchú con su séquito, los partidos políticos «de izquierda», los infames sindicalistas, y toda una confusa fauna de malvivientes por el estilo, viven a la caza del dinero fácil que les permita alargar sus inútiles existencias, en todo y por todo estériles, dentro de un estilo de vida que es, ¡Oh, sorpresa!, en todo una réplica de lo que apetece al burgués tradicional de paladar negro y remarcada tendencia sibarítica… ¡Y no nos olvidemos, dentro de esta misma caterva mencionada, a todos los «geniales», «probos», «profundos» e «iluminados» esperpentos que integran esa abigarrada falange de vividores a sueldo y comisión de los organismos internacionales (multiplicados hasta el grado de plaga), tales como la ONU, la OEA, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y tantas otras inmundicias por el estilo. En resumen… voy a terminar, porque usted no tiene todo el tiempo de mundo para leer esto. La economía mundial se ve seriamente gravada por el peso muerto de toda esa morralla infame que le he enumerado. Y digo «infame» porque, más allá de ser absolutamente parásitos y conmovedoramente improductivos (un eufemismo más para remarcar la notoria condición de «inútiles»), para colmo son depredadores en extremo malignos, dañinos y destructivos. Porque no les basta con vivir mercando con altos conceptos en apariencia ideales. Para agregar a la infamia el escarnio, toda esta colección de trasgos se empeña, por cada día de sus lamentables e inútiles existencias, en hacer daño. Le envío un fuerte abrazo.
© Fernando Pintos para Informe Uruguay
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