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Año V Nro. 367 - Uruguay, 04 de diciembre del 2009
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Yo perdí muchas veces y muchas cosas en mi vida..., pero junto a ese perder hoy intento ganar. Quiero que el gobierno me regale una casa, un auto, me pague una maestría, deje de cobrarme el IRPF, el agua y la luz, baje el costo país…, eso me convencería de que estamos cada vez mejor. Por qué no hacerlo si el gobierno es todo poderoso; sólo tiene que dar una orden para que las cosas sucedan. Lamentablemente aún hay muchos compatriotas que piensa así y en consecuencia le darán su voto a los candidatos que más cosas hayan prometido en su campaña. La herencia frentista es terrible: nos deja acostumbrados a estirar la mano y esperar, esperar mientras otros trabajan. De ganar nuevamente, tendremos un país con apariencia de bienestar, impresionante, con muchas comodidades y sin ningún futuro. Muchos uruguayos quieren riqueza, pero no quieren producirla; quieren simplemente recibirla. No debemos reinventar el país en cada elección sin pensar en el futuro. Su visión a corto plazo, busca ventajas y los beneficios para mañana sin pensar en el futuro. La única manera de que un país se acerque al progreso y al bienestar económico es que la sociedad sea una sola, que perduren en el tiempo las políticas de Estado, y que trabajemos TODOS los uruguayos para producir riqueza. ¿Habrá esperanza de que se iluminen con esta idea? En una sociedad dividida por clases como pretenden mostrarnos el Partido Comunista, el Pit-CNT, etc; el interés de las élites dominantes del partido de gobierno es el hacer aparecer su dominación -su violencia hacia los demás- como algo natural y hasta transparente. La sociedad que queremos construir es una sociedad no violenta, una sociedad solidaria, libre. A estas élites va a ser muy difícil, por no decir imposible que las vayamos a convencer de lo equivocado de sus ideas, y aunque algunos piensen que sí, la historia reciente nos demuestra lo contrario. Estas élites, cuando se ven amenazadas, responden de la manera más atroz entre más frágil es su dominación. Son personas inteligentes, algunos intelectuales, que defienden su verdad de manera absoluta, y con frecuencia se les nubla su capacidad comprensiva ante cuestionamientos a sus posiciones o ante el hecho de que no todo el mundo percibe las cosas de la misma manera. La tolerancia y la empatía no la conocen. Prefieren volcar, sobre quien difiera de sus argumentaciones, toneladas de trabajos de campo, conferencias dictadas, informes de asesores, etc. Son los sabihondos, tendientes a crear élites, de mucho hablar y gesticular y defender cosas honorables (libertad, tolerancia, participación, igualdad, solidaridad…) para no confesar sus propias ideas discriminatorias que están en lo más hondo y verdadero de su propio ser. Prefieren no ver la realidad, carente de certezas, que nos rodea día a día para montarse en una fantasía de lucha de clases, de la colectivización de la propiedad creyéndose los dueños de una verdad innegable. Están atrapados en sus propios convencimientos. La diferencia es que ellos padecen de una rígida fe en su lectura del mundo y actúan de manera agresiva, sutil o abiertamente, contra quien cuestione sus argumentos. Son totalitarios. Cuidado con ellos!!! © Cr. Ricardo Puglia para Informe Uruguay
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