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T.L.C. y Mercosur
¿Incompatibilidad o Política? por Alvaro Kröger |
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Se observa un fuerte debate en el Uruguay sobre un eventual acuerdo comercial con los Estados Unidos. Tiene algunos aspectos confusos. Pueden ellos reflejar diferencias internas y también un dilema: cómo acordar con los Estados Unidos sin aparecer apartándose de un Mercosur que se valora, pero que hoy no se percibe que sea eficaz para sus intereses nacionales.
El tema del acuerdo comercial ya se había instalado antes. Pero es en la entrevista de los presidentes Vázquez y Bush en mayo último, donde se decide "conformar un grupo de trabajo para explorar... las posibilidades y los mecanismos que permitan incrementar y profundizar el intercambio comercial entre nuestros dos países" -según señaló el presidente uruguayo al hablar el 9 de agosto en una reunión del Consejo de las Américas-. Fue el tema de la reciente visita a Montevideo de Everett Eissenstatt, Representante Comercial Adjunto de los EE.UU. Será tratado en la próxima reunión de la Comisión Bilateral de Comercio Uruguay-EE.UU., a realizarse en Montevideo en marzo. Tal Comisión fue creada en el año 2002 pero estuvo desde entonces sin funcionar.
Dos aspectos están confusos. El primero es sobre si ya se han iniciado las negociaciones. Si bien se ha puesto énfasis en la palabra "conversaciones", en un comunicado el 14 de agosto del propio presidente Vázquez, éste utiliza la expresión "negociaciones exploratorias". El segundo es en cuanto al alcance del eventual acuerdo. El Presidente no ha utilizado la expresión "acuerdo de libre comercio". Pero en su intervención el día 9, además de brindar argumentos a favor del camino elegido, dijo que para aumentar el intercambio con los EE.UU. estaba dispuesto a ir "tan lejos como sea posible". Es decir que no ha excluido el formato de un tratado de libre comercio (TLC) en las líneas, aunque no necesariamente con el mismo alcance y contenido, que los que los EE.UU. han celebrado con varios otros países de la región. Por el momento, no hay señales públicas de que Washington esté dispuesto a ir tan lejos en el caso del Uruguay.
Al menos en lo formal, si el acuerdo tuviera el formato de un TLC entraría en colisión no con el Tratado de Asunción, pero sí con la Decisión Nº 32 del año 2000 del Consejo del Mercosur. En sustancia, ella establece el compromiso de los socios de negociar conjuntamente acuerdos que contengan preferencias arancelarias. Si se tratara de un TLC, se requeriría entonces de un waiver o autorización explícita y por consenso de los otros socios.
Por el contrario, si fuera un acuerdo comercial sin preferencias arancelarias, orientado a estimular el comercio y las inversiones, no se requeriría formalmente de una autorización. Brasil está recorriendo también un camino en tal dirección, tras la entrevista de los presidentes Lula y Bush de noviembre pasado y un acuerdo interministerial celebrado en junio, el que dará lugar a una reunión bilateral próxima.
Podría argumentarse que los temas tratados en los canales bilaterales no preferenciales, son los previstos en el acuerdo "4+1" entre el Mercosur y los EE.UU., de junio de 1991 -que, sigue vigente. Pero tras el ingreso de Venezuela al Mercosur, no parece políticamente realista que se pueda utilizar tal canal.
Y aquí reside precisamente la esencia del dilema uruguayo: entendemos conveniente a nuestros intereses negociar con los EE.UU., pero hacerlo junto con el Mercosur sería hoy una posibilidad bloqueada.
La posición oficial predominante en Uruguay es que el eventual acuerdo comercial con los EE.UU. no afecta su interés en fortalecer el Mercosur. Por el contrario, se argumenta que se procura tal acuerdo precisamente por las debilidades e ineficacias que el Mercosur arrastra. Sobre ellas los socios parecerían estar de acuerdo. Pero no está claro aún cómo lograrán superarlas en forma tal que el Mercosur vuelva a ser atractivo, relevante y eficaz, y no sólo para Uruguay.
El Canciller del Brasil, en reciente visita a Montevideo, señaló que un acuerdo de libre comercio entre Uruguay y los EE.UU. sería contrario al Mercosur. A su vez, el presidente Kirchner, el 19 de enero pasado, ante una pregunta sobre un eventual TLC, dijo a la prensa en Brasilia que "si Tabaré puede hacer un buen acuerdo no se lo podemos impedir; de lo contrario, sería atroz". Más recientemente fuentes gubernamentales señalaron que en tal caso se requeriría de una autorización explícita de los otros socios.
El debate instalado por el Uruguay, pone a prueba la capacidad del Mercosur de lograr un grado de flexibilidad compatible con una preferencia económica efectiva entre sus miembros. En lo técnico es posible imaginar fórmulas al respecto. Se requiere entonces la voluntad política de los socios. La cuestión es encontrar una fórmula que concilie el objetivo de una inserción comercial múltiple de cada país miembro, con un mínimo de disciplinas colectivas que preserven la identidad y la eficacia del Mercosur.
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