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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 376 - Uruguay, 05 de febrero del 2010 |
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Se cumplió el sexagésimo primer aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos, vigentes desde 1948. Este insigne documento, un decálogo moral del ser humano para la posmodernidad, enuncia principios y valores de carácter ético, político y jurídico que promueven y protegen un orden normativo internacional. Pasados 61 años y a pesar de las nobles aspiraciones de la Declaración Universal, las condiciones de vida de la mayoría de los seres humanos están lejos de representar una realización satisfactoria de los ideales enmarcados en dicho documento. Una avalancha de tragedias y miserias políticas, económicas y socioculturales afectan a la humanidad. Ante tal situación, resulta natural que los cínicos y pesimistas sobre la temática de los derechos humanos sean confirmados en sus posturas. Los cínicos (a los que no les importa ni persiguen ningún valor o ideal) y los pesimistas (para quienes las cosas siempre van de mal en peor) parecen acertar en su visión, visto el panorama mundial de los derechos humanos. Lo anterior, no obstante, es sólo parte de la historia. A pesar de estancamientos y retrocesos en el proceso histórico de los derechos humanos, no se puede negar que ha habido un significativo progreso. Se podría pensar que estoy manejando la teoría del vaso medio vacío o medio lleno, según con el cristal con que se mire. Pero hagamos un somero análisis. Desde los principios de la modernidad, pasando por distinguidos hitos históricos como la Independencia de los Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789), es innegable un progreso en la conciencia y libertad humana en torno a sus derechos y deberes universales. Este progreso, aún, parcial y limitado, se ha establecido y consolidado con firmeza en distintas regiones del planeta. En gran medida, lo hallamos más firme en los países desarrollados. Aunque en algunos de ellos se ven cada vez más seguido casos de racismo y xenofobia, por citar un ejemplo. Hoy encontramos sociedades y Estados que cosechan con satisfacción los ideales y valores que enuncian los derechos humanos. Otros entonces, sin embargo, están rezagados en cuanto a la realización efectiva de los derechos humanos. No obstante, no tengo dudas que estos también aspiran sin excepción a hacer realidad lo que otros pueblos y naciones han venido realizando y disfrutando. A pesar del cinismo y pesimismo, los derechos humanos siguen su marcha. Pero, como bien señalan sus críticos, y más aún, la experiencia histórica, los logros alcanzados en esta materia pueden debilitarse y aún desvanecerse. Por eso, nos corresponde a los ciudadanos, siempre renovar nuestro interés por ellos, promoviéndolos y protegiéndolos cuando resulte oportuno. Solo hay una manera de refutar la burla del cínico y el desdén del pesimista sobre los ideales y valores que significan los derechos humanos. Esta se da en nuestra diaria ocupación y preocupación por los mismos, velando y trabajando por ellos. Únicamente así podremos hacerlos realidad en nuestras vidas y en las de las generaciones futuras. ¡Hasta el próximo encuentro…!
© Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez para Informe Uruguay
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