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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 376 - Uruguay, 05 de febrero del 2010 |
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El presidente electo es un hombre popular en extremo. El estado de ánimo de la gente con respecto a sus gestos y sus dichos en días previos a su asunción, se parece mucho a las simpatías que generaba el Dr. Batlle cuando también estaba por asumir. Batlle hablaba de la estación Carnelli, como su destino y Mujica de plantar acelgas. El ex presidente colorado se fue en taxi el día que juró la presidencia, y Mujica quiere un auto de frontera de "repuestos baratos". Los gestos populares de los gobernantes, los de cualquier uruguayo medio, son siempre bien recibidos por la gente. Hace a los políticos más "humanos" y menos diferentes. El presidente Vázquez, en ese populismo discursivo que suele caracterizar los días previos a la asunción de los gobernantes, anunció que la casa presidencial de Punta del Este iba a ser destinada para colonia de vacaciones de niños de escuelas del interior que nunca conocieron una playa. La realidad fue que ningún niño pisó el chalet de la Avda. Roosevelt en estos cinco años y sí el presidente en algún fin de semana de pesca. Mujica abunda en estas horas en esos anuncios de aplauso fácil. Primero que no habría desfile militar en su asunción para ahorrar dinero. El argumento era insostenible y además era excusa de cosas más profundas que se escondían en la decisión. Debió, días después, recapacitar y dar marcha atrás. Luego adelantó que la ceremonia de asunción la iban a pagar unos empresarios amigos, en un ejemplo de privatización inédita. Ahora corrigió y la fiesta de 150.000 dólares (¿austera?) será financiada por el MPP confundiendo una actividad institucional y del Estado con una partidaria. En el extremo de decir cosas rápidas, lo invita a Maradona a protagonizar una campaña anti-drogas. Se lo podría invitar a Frankestein a organizar fiestas infantiles, ya que estamos. Ni el supuesto ahorro de un desfile militar, ni los repuestos del auto del presidente, ni quien paga los parlantes el 1° de marzo hace a la austeridad real de un gobierno y menos a la probidad, que en todo caso se verá en otros hechos. Eso son gestos para la tribuna, que podrá aplaudir, pero nadie sensatamente puede comerse la pastilla que el precio de unas tuercas de auto hace al ahorro del gasto público. Un poco más inciden catorce mil cargos públicos, contratos y cargos de particular confianza nombrados por el oficialismo en este período que el ahorro en suela de bota de soldado el 1° de marzo. Días pasados los canales mostraban a un enojado conductor de un carrito de caballo ir a reprochar a la chacra de Mujica que éste, conduciendo su auto, casi lo atropella. Es simpático ver un presidente manejando su fusca, pero menudo lío tendríamos si el presidente electo embiste a una persona. Mientras la economía marche bien, el aplauso por estas viñetas simpáticas existirá. Cuando el viento cambie, y sucederá aunque no lo queramos, se acallarán las sonrisas, aparecerán las críticas y nadie se acordará del origen de los repuestos del auto del presidente. Lo importante es que haya más trabajo y más justicia, lo otro son espejitos de colores. Es mejor una buena democracia que una democracia barata. © Javier García para Informe Uruguay
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