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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 376 - Uruguay, 05 de febrero del 2010 |
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La resolución de las Naciones Unidas que dispuso conmemorar como el Día Internacional del Recuerdo de las Victimas del Holocausto, toma como referencia histórica la fecha del 27 de Enero de 1945, en que las fuerzas soviéticas al ingresar a los campos de exterminio de Auschwitz-Birkenau-Monowitz liberaron a los escasos sobrevivientes de uno de los símbolos más atroces y aberrantes de la Alemania nazi. Esta decisión apunta, más que a marcar en la memoria de la humanidad el día preciso de la liberación, el recuerdo imperecedero de todos aquellos inocentes que fueron víctimas del totalitarismo de un “nuevo orden” -que pretendía durar mil años- haciendo trizas al humanismo y a la libertad. Es necesario por ello, hacer de estas conmemoraciones momentos de siembra y de formación de conciencias, para que las generaciones que se renuevan no olviden lo ocurrido y estén alertas frente a brotes o indicios de prácticas políticas que puedan atentar contra la persona humana, cualquiera sea su raza, sexo, cultura, idioma o religión. Este nuevo aniversario nos llama a reflexionar sobre la naturaleza humana. Y tal tarea, nos impone partir de un supuesto que tal vez no nos guste aceptar, como es el reconocer que dentro de nosotros mismos existe el germen de los opuestos, que nos permitirá ser capaces de realizar todo lo bueno, pero también todo lo malo. La decisión en cada caso, dependerá del libre albedrío de cada uno de nosotros. Es que muchas veces, el ajetreo cotidiano, nos impide reflexionar, esto es, proyectarnos a nuestro interior para así luego extraer pensamientos, razonamientos, posturas o conclusiones. Quizá no se advierta tempranamente, ni en su real dimensión la gravedad que la ausencia de reflexión puede en definitiva causarnos. Esta circunstancia, tal vez favorecida tanto por la ausencia de lectura, como de una mayor dificultad en la comprensión lectora, puede llegar a extremos de un automatismo que resulta ser a la postre, tierra firme para los totalitarismos y desbordes autoritarios, sean del signo que sean. Esto es verdaderamente peligroso. Pues sin la reflexión, se va anulando el espíritu crítico y con ello el libre pensamiento. Por esta razón, este tipo de conmemoraciones debieran ser motivo, no para compadecernos humanamente de las atrocidades que debieron padecer hasta su muerte en dichos campos, más de un millón y medio de judíos, sino para extraer enseñanzas sobre el alcance que puede tener la indiferencia o la renuencia a comprometerse de los integrantes de una sociedad, (que perfectamente puede ser la nuestra) a la hora de pretender alcanzarse el desarrollo individual y con ello, el mejoramiento colectivo. No debiéramos olvidar, que quienes materializaron la “solución final” en la Alemania nazi, no fueron monstruos alejados de todo atisbo de humanidad, sino que ha quedado al descubierto que, entre otros factores, fue la indiferencia de los más, la que posibilitó tamaña masacre. Quienes reaccionaron para evitarla fueron los menos. Por ello queda en nosotros la amarga constatación de una lacerante realidad: los seres humanos somos capaces de cometer las peores aberraciones y de concretar los avances tecnológicos más increíbles. Está pues, en cada uno de nosotros, la esencia misma de la Bondad y de la Maldad, del Egoísmo y la Generosidad, del Compromiso y de la Indiferencia. © Dr. Marcelo Gioscia Civitate para Informe Uruguay
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