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Historias de Vida Por Anabella Loy Licenciada en Antropología
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Un individuo sabe quién es porque tiene memoria, un pueblo sabe quién es porque tiene Historia. Estas palabras han sido con frecuencia el marco de mi actividad, cada vez que recogí historias de inmigrantes.
La memoria es el instrumento por el cual una colectividad recuerda su pasado y proporciona una explicación al presente, dándole un senitido. Conocer y recordar; recordar y dar a conocer, constituyen las dos caras de la historia oral.
La Historia revuelve y cura al mismo tiempo, sana los conflictos de la memoria, es común que un inmigrante, después de narrar con detalle su historia, y especialmente después de relatar sucesos conflictivos, siente que se quitó un peso de encima, siente que al compartirlo pudo aligerar la carga que lo mortificaba.
El testimonio es una imagen viva, no es el pasado congelado, la memoria está viva, es la vida, es movimiento.
Los investigadores sociales buscamos entender las causas del comportamiento de las personas, sus motivaciones, la existencia de diferencias y semejanzas en la conducta de las personas, dentro de un mismo grupo o en grupos o culturas o poblaciones diferentes.
Las historias de vida son narraciones autobiográficas orales generadas en el diálogo interactivo de la entrevista. Buscan devolverle al individuo su lugar en la Historia, darle voz a quienes no tienen voz. Nos interesan porque nos permiten estudiar los cruces entre lo individual y lo social, y aunque no sean estadísticamente representativos, nos dan pistas de cómo pudo haber sido la vida cotidiana durante una guerra, un exilio, una reclusión.
La investigación cualitativa se ocupa de cosas tales como: valores, creencias, hábitos, actitudes, representaciones, opiniones, fenómenos difíciles de medir.
Buscamos entender las intenciones, las motivaciones de las personas: porqué la gente se mata, porqué hay guerras, porqué existe racismo, porqué hay pobreza, porqué hay personas solidarias y personas egoístas, porqué el dinero tiene tanta importancia en ciertas sociedades, porqué la gente come comida chatarra, etc. etc.
No existe un testigo perfecto de ningún fenómeno histórico, pero un testigo sincero merece ser creído, y después se examinará su testimonio y se lo verificará.
Yo tuve la suerte de entrevistar a inmigrantes ancianos que hacían gala de una memoria excepcional, indispensable para este tipo de trabajo, cuando además reunían otro conjunto de características adecuadas como voluntad de trabajo, autenticidad, conocimiento de la Historia, se hacía difícil distinguir entre trabajo y placer. Bueno, en lo personal casi siempre ha sido un placer entrevistar y un orgullo poder compartir el pasado de esta gente, cargado de eventos significativos.
La persona que entrevista inmigrantes en el Uruguay, como es mi caso, no está fuera de lo que investiga -no es un defecto-, porque es parte de la sociedad, no lo sería si investigara la sexualidad en el siglo XVI, o el consumo de carne de canguro en las comunidades indígenas de Australia Es posible que se comparta el origen étnico, el barrio, la ideología, etc. Lo que debo hacer, como método, es colocarme en el lugar del entrevistado, sentir empatía por lo que vivió o vive. Si no la siento, el resultado no será tan bueno.
Cuando un informante me relata su experiencia del Holocausto por ejemplo, me implica, me deposita su confianza, comparte conmigo situaciones de profundo dolor. La proximidad puede ser una ventaja, porque me permite acercarme a sus sentimientos, saber cuando y qué preguntar.
Las emociones y los sentimientos tienen importancia. En tanto recoger historias de vida supone un diálogo continuado, los sentimientos, positivos o negativos, aparecen, y hay que tenerlos claros. Y especialmente ser consciente de que los sentimientos son de dos vías, el entrevistador no está exonerado de emoción.
El trabajo de recolección de historias de vida requiere empatía y humildad. Y el resultado es justamente el fruto de un trabajo conjunto entre entrevistador y entrevistado, con esas emociones, silencios y diálogos, revelaciones y ocultamientos, negociaciones y acuerdos.
El resultado tiene mucho del entrevistador, que es el que decide los temas, las preguntas, el que ordena lo que escucha, insiste en lo que le interesa, vuelve sobre algunos temas y desecha otros.
El entrevistador elige los temas, pero el entrevistado elige qué narrar, qué responder, así, el "poder" cambia de manos todo el tiempo, pero sin conflicto.
A través de la historia de vida, el pasado se liga con el presente; el presente permite poner en perspectiva al pasado, entenderlo con nuevos elementos, aportarle conexiones de sentido nuevas.
Lo que no debemos perder de vista es que se trabaja con la memoria, con lo que la memoria selecciona y con el olvido; el entrevistado elige qué recordar y a menudo olvida detalles importantes, saber volver sobre ellos, preguntar de mil formas sobre el tema, estimular los recuerdos, minimizar los olvidos.
Las historias de vida permiten comprender "la vida del lado de adentro", desde la vivencia directa, pero a la vez desde la perspectiva de tiempo transcurrido desde el hecho narrado al momento de la entrevista. Los hechos que el informante recuerda son aquellos que para él o ella, estuvieron cargados de sentido, o lo están cuando los relata.
Permiten además preservar la memoria de lo vivido.
Una historia de vida es también la de una época, el sujeto que nos cuenta su historia personal, se referirá a su niñez, a sus primeras experiencias escolares, sus trabajos, amores, su familia, amigos, todo lo que le tocó vivir en uno o varios espacios y a través del tiempo.
Conectan al individuo con la Historia general. Un pacto, una guerra civil, una revolución, necesitan la perspectiva de la gente común en el día a día, además de la investigación documental.
Pero no todo es perfecto a través de esta manera de recoger material: nunca se logra un relato impecable, prolijo, cronológico. Y no siempre es representativo de la gran Historia, o lo es solo parcialmente.
Las entrevistas son formas peculiares de conversación. Exploran las profundidades de la memoria, no se sabe lo que se va a encontrar. Se trata de encuentros sociales donde se produce conjuntamente conocimiento.
Cada entrevista es única e irrepetible, aunque se vuelva a preguntar, el resultado será distinto cada vez.
Cada ser humano trae en sí una historia fascinante, cualquier persona trae consigo una historia que vale la pena escuchar.
Hablamos de "historias de vida" de gente común, para distinguirlas de las "biografías" de grandes personajes.
La cotidianidad se articula como el punto de contacto más adecuado entre antropología e historia oral, es lo humano lo que constituye siempre nuestro objeto-sujeto de estudio.
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